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El reloj marcaba exactamente las 2 de la madrugada y la mayoría de las personas comenzaban a abandonar las instalaciones del bar, entre esas personas todo el grupo de amigos caminaba hasta salida del lugar, o más bien hacían el intento de llegar a la salida.
Aldo y Osvaldo iban abrazados al otro y tropezando con el aire, Rivers y Ama eran llevadas de la cintura por Filis, Juan cargaba a Ari en sus brazos ya que esta estaba literalmente durmiendose y por último Roier llevaba en su espalda a Lili.
── Wey regresemonos, pusieron la de mi amiga íntima Shakira y mi comadre la Karol g ── Dijo Aldo entre balbuceos ── Vente mi Lili vamos a perrear ── La castaña iba a bajarse de la espalda de su novio pero este lo impidió.
── Quiero ir a bailar ── Murmuró Lili mientras hacía un puchero ── Esa rola esta bien buena, asi como estas de bueno tu mi tripon ── Roier soltó una ligera risa y negó.
── Ya perreaste mucho por hoy, otro día será ── Lili chasqueo sus lengua y volvió a acomodar su cabeza en el hombro de Roier ── Aparte todos esos pendejos te van a mirar y eso no me agrada mucho.
Lili alzó su cabeza y frunció las cejas, posteriomente una sonrisa amplia apareció en su rostro cuando su cerebro logró procesar lo que su novio había dicho, estaba celoso, celoso de que aquellos tipos no pudieran dejar de mirarla mientras bailaba junto a Ari.
── ¿Estás celoso? ── Cuestionó la castaña con diversión ── ¿Lo estás mi triponsillo?
Roier soltó un ligero suspiro y relamio sus labios ── Claro que lo estoy, esos weyes te miraban con tanta intensidad que me dieron ganas de meterles unos buenos putazos ── Lili soltó una pequeña risa y recargó su mejilla en el hombro del chico mientras lo miraba ── ¿Qué?
── No tienes porque ponerte celoso...── Murmuró Lili ── Ya que mientras ellos solo pueden mirarme desde la lejanía ── Lili sonrió de costado mientras pronunciaba aquellas palabras ── Tú puedes, mirar, tocar y saborear desde cerca...
Roier miró a su novia con los ojos abiertos de par en par, una carcajada nerviosa salió de sus labios y su rostro tomó un color rojizo, nunca había escuchado a Lili hablar así (de aquella forma tan picante) y eso que no era la primera vez que la castaña se pasaba un poquito de copas (por no decir mucho). El pelinegro desvío la mirada levemente e intento hacer como si nada pasaba, aunque en ese momento sentía que las pocas tripas que tenía se le movían como si un montón de pinches animales corriendo como locos.
── ¿Aldo y Osvaldo se irán contigo? ── Preguntó Juan mientras abría la puerta de su auto y le ayudaba a su esposa a entrar en este ── Porque si no es asi, puedo llevarlos a su casa.
── Se irán con nosotros, no te preocupes ── Comentó Roier ── Yo los dejó en su casa y luego me voy a la mía.
── Vete con cuidado wey, que llevas tres pinches ebrios locos ── Dijo Filis a lo que Roier rió levemente ── Nos escribes cuando llegues a tu casa.
