Capitulo 13

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-¿Mora?- Repitió al no recibir ninguna respuesta de mi parte. Se acercó más aún, estaba helada, no sabia si salir corriendo o esperar mi muerte. Cerré mis ojos con fuerza, esperando que quizás todo sea un sueño. Sentí que David tocó mi hombro izquierdo. -Mora, ¿qué haces acá?-


-No me toques.- Grité sobresaltada. - Sacame ya las manos de encima.-


-¿Qué pasa?-


-¡No me toques!- Volví  gritar con más fuerza, con la esperanza de que alguien me ayude.


-¿Pero qué te pasa?- Me tomó de los hombros. Sentía miedo, mucho miedo. Era inexplicable, todo el cuerpo me temblaba, sentía que estaba a punto de morir. Entonces imaginé como mi hermana me encontraría, quizás flotando en un río. Un llanto incontrolable comenzó a salir por mis ojos y un nudo en la garganta no me dejaba seguir gritando. Estaba inmóvil parada frente a él, quería correr pero mis piernas no lo harían, estaban demasiado torpes. Intenté correr hacia las escaleras, pero tropecé y caí al suelo, golpeé mi cabeza con algo y...


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Un aroma extraño hizo que me despertara en el momento en que quede dormida, no quería abrir los ojos, quizás estaba atada a una cama, esperando mi muerte o amordazada para que deje de gritar. Ante la duda intenté mover mis manos y pies, y podía hacerlo con total liberta, llevé una manos a mi boca y no tenía nada. Quizás había sido salvada.

Abrí los ojos con suavidad, aterrada por lo que iba a encontrarme. Un hombre se acercó a mí, con la luz del cuarto permitiéndome ver por completo su rostro me costó reconocerlo pero era aquel vecino que había visto a principio de la noche. Me sentía aliviada, aunque era extraño ¿cómo había llegado allí? El terror volvió a invadirme, él... él era quien ayudaba a David a matar a todas aquellas mujeres desaparecidas, estaba segura. Con sus aspectos simpáticos y su belleza, atraían a las mujeres para luego asesinarlas. Estaba atrapada, atrapada con dos psicópatas desquiciados.


-Al fin despertaste, ¿estas bien?- Pregunto el vecino asesino.


Me alejé los mas que pude de él, me senté en la cama y encogí mis piernas, tomándome por las rodillas para que no pudiera siquiera tocarme. -Quiero irme a casa.- Murmuré con un hilo de voz.


-Sí...- Contestó algo extraño. -David regresa en un momento...- Seguramente David había ido a planear mi asesinato, espero que por lo menos sea rápido y que no me hagan sufrir. Aunque no creía en Dios, estaba rezando, rezaba porque mi muerte sea veloz. -¿Estas bien?- Repitió.


-Que psicópata.- Murmuré. David apareció por la puerta del cuarto, llevaba una bandeja, con una taza de té. ¿Veneno, con eso iba a matarme? Me haría sufrir, tendría una muerte lenta. Quizás a él le gusta ver como sus victimas lentamente iban perdiendo la fuerza de vivir y que le pidieran por favor que las maten.


Comencé a llorar otra vez pero esta vez con fuerza y sin que me importara nada, total ya iba a morir. David dejó la bandeja a un lado, se sentó en la cama a mi lado y tocó mi cabello, tomó un mechón y lo puso detrás de mi oreja, la piel se me heló y deseé que me deje libre, que tenga piedad de mi. -Mora, ¿qué sucede?- Al no recibir respuesta, continuó. -¿Te duele el golpe? ¿Tu hermana esta bien?-


-Psicópata.- Dije entre llantos.


-¿Psicópata?-


-David, ya estoy perdida, hace lo que quieras pero que sea rápido.- Le rogué aún llorando como una desquiciada.


-¿De qué hablas?- Dijo él, parecía de verdad confundido. Lo pensó un momento y luego al parecer se dio cuenta de lo que hablaba, lo único que deseaba era terminas con este sufrimiento y que me mate pero deseaba ser la última.


-Hacelo, pero quiero ser la última, por favor.- Le rogué. Pensaba en mi hermana, iba a dejarla sola, lo lamentaba mucho.


-Bueno,- Comenzó a decir. -iba a contártelo, pero creo que la oportunidad no se dio.-


-¿Ibas a decírmelo?- Por muy asustada que me encontraba, estaba confundida.


-Sí, es que me enamoré de vos, así que dejaría todo por vos.-


-¿Dejarías de asesinar?-


-¿Asesinar?- Dijo aterrorizado, yo asentí. -¿De qué estas hablando?-


-David, encontré...- Dije con la voz temblorosa y entrecortada. -encontré dibujos y cartas de Valeria.-


Me observó aún más aterrorizado. -Lo siento.- Fue lo único que lo dijo, quedó sorprendido, aterrorizado y confundido. -Conocí a Valeria mucho antes que desapareciera, también engañe a mi mujer. Pero con vos es diferente yo te amo.-


-¿Estas casado?- Asintió algo avergonzado. -¿Y asesinaste a Valeria?-


-¿¡Qué!?- Gritó. -NO, por supuesto que no.-


-Pero... no lo entiendo.-


-Mora, yo no maté a nadie. ¿Cómo pensas eso de mi?-


Estaba confundida, David era casado, engaño a su esposa con Valeria, pero no la asesinó. Igual era sospechoso el que nunca se haya presentado a declarar, ni que lo hayan buscado. -No lo entiendo.-


-A Valeria la conocí en un bar, ella me dijo que tenía 22 años, yo le creí. Es decir, aparentaba unos cuantos años menos pero nunca imaginé que me estaba mintiendo. Salimos un par de veces, hasta que un día la vi con ropa de colegio, pensé que era una especie de chiste hasta que me confesó que era menor de edad. No podía enojarme con ella porque yo era casado, también le había mentido. Así que simplemente le dije que no nos veamos más. Pero ella se volvió loca, me dijo que si la dejaba iba a contarle todo a Juliana, mi esposa. Entonces le dije que iba a pagarle por su silencio.-


Escuchaba atentamente cada palabra que decía. Me sentía aliviada, creía lo que decía aunque estaba decepcionada por enterarme que tiene una doble vida. -¿Sos casado?-


-Sí y tengo una hija pequeña.-


-¿Asesino?-


-No.- Dijo con una falsa risa. Suspiré, por muy molesta que podría estar por enterarme de toda esta gran tragedia por causa de este estúpido. -Lo siento mucho.- Dijo avergonzado.


-Creo que tengo que irme.- Intenté levantarme pero me mareé y caí encima de él que se levantó al mismo tiempo.


-Necesitas dormir, más tarde hablaremos.-


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