¡Un dios reencarnado entra en escena!

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<<El pasado es una mentira. La vida misma siempre nos distrae de nuestra condición vulnerable ante la adversidad. Puede que a muchos nos sorprenda, pero la soledad, el miedo, la incertidumbre y la impotencia forman parte de vivir. Podemos tratar de ignorar estos sentimientos o podemos tomarnos un momento para reflexionar sobre nuestra condición. Reconocer que la soledad y el miedo son un subproducto inevitable de nuestra existencia es aterrador, no se puede negar. Incluso nuestros más adorables recuerdos son maquinaciones de nuestro cerebro para mejorar nuestro estado de ánimo; nuestra vida solo un dulce chiste, una existencia tan absurda que revierte tu realidad una mañana común, y la juventud, un espejismo, un cúmulo de ilusiones incapaces de alcanzar con seguridad. Con estos sinsentidos, es posible delirar acerca de tus mismos orígenes>>. Dichas palabras solo rondaron en la cabeza de un solo personaje. Un ser humano (?) bombardeado por toneladas de experiencia, sea propia o ajena, desde los más variados puntos de vista a lo largo de su vida: como protagonista, secundario, extra, mención honorífica, etc ; si fuese algún escenario distinto, su monólogo sería suficiente para un artículo de alguna revista electrónica de poca circulación y luego citada en un futuro muy lejano, sin embargo, sus emociones atravesaban un escenario más allá de sus antiguas vivencias. Un escenario predecible y funesto como contraposición a cualquier esperanza que susurrara en su mente, como motivo de alivio y serenidad.

Nacido en la comodidad cercana al siglo XXI, la reacción de extrañeza y miedo se arraigaban en su pensamiento. No solamente por el shock cultural y la palpable tragedia del día a día, sino debido al contraste constante con el sentido común. Pero, si bien se esperaba ser transportado a otro mundo en alguna fantasía de octavo grado, uno genérico y de luce brillantes, el encargo se había atrasado tres años y equivocado en su destino.

Si se presentara en su antiguo y pacífico mundo, aquel rodeado de mentiras sutiles y máscaras, su apariencia lo convertiría inmediatamente en un riajuu al nivel de Hayama. Sus ojos azules, el cabello rubio plateado y su altura lo destacan como una molestia sin lugar a dudas. Se suma la voz de su juvenil cuerpo, la cual no contrasta con la edad que aparenta, mucho menos con sus metas a conseguir; aunque, por más extraño que suene, poco a poco se parecía a su yo pasado.

Quizás su pésimo estado del comienzo tuvo algo que ver con eso. Desnutrido, herido, harapiento, solitario y perseguido; definitivamente sacó la lotería con un paquete inicial tan desastroso: "GACHA SSR-". Sea como fuere, su instinto de supervivencia (el miedo excesivo a la muerte) y los pequeños golpes de suerte ablandaron las persistentes consecuencias del dueño anterior de su cuerpo. Aunque ahora se distanciaba de eso; su cabello recobró un poco de color, la mirada perdida y vacía se amoldaba a una cara más familiar para él, incluso el ahoge surgió una mañana para su sorpresa. Incluso con la vestimenta y armadura estereotípica de esta época histórica, no dudaría que ganaría algún certamen de cosplay con los ojos cerrados. Tal vez, en un futuro cercano, sería capaz de volver a escribir un ensayo en papel moderno o pisar el asfalto de su vecindario.

Hikigaya Hachiman no dudaba que el escenario se prestaba a diferentes guiones y tramas intrigantes para la audiencia. Como consumado lector de cualquier tipo de historias, en específico novelas ligeras genéricas, adivinaba los diferentes tropos que le esperaban como reencarnado: ¿Esperar unirse a un tipo de historia heroica?, ¿Escapar de todo pueblo o ciudad por los errores de tu familia?, ¿Salvar un reino donde él fue el príncipe traicionado?, ¿Un experimento de guerra mal ejecutado que ahora es perseguido por la iglesia?, ¿Un plan de eliminar a las casa más antiguas para evitar la reencarnación de algún héroe pasado?, ¿Tal vez el futuro ayudante de un psicópata con guionazos recurrentes? Ni de broma, la tendencia a complicar la trama con muchas variables solo alargaba la duración de su travesía, pertenecer a un enfrentamiento largo y desgastante; sin un final a la vista. En resumen, una opción poco válida si se consideraba que el costo de la socialización ya lo cansaba.

La vida como eminencia en las sombras esta mal, como esperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora