IV. A oscuras

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Ya era hora, entre aplausos despedían al anterior grupo que estaba conformado solo por mujeres, la cara de la vocalista se me hacía conocida. No muy alta pero tampoco baja, pelo castaño y ondulado con un maquillaje extravagante.

-Cacha, esa no es la Carol.-Señaló el Claudio, mientras apuntaba a la chica que se me hizo familiar. Ya la recordé, era vecina y amiga del Claudio cuando niños.

-Ahh... La Carol.-Dije sin mucho entusiasmo. La banda de cuatro integrantes se acercaba en nuestra dirección, ella se quedó mirando al Claudio y esbozó una sonrisa.

Claudiooo! Hace años que no te veía.-Ella lo abrazó con mucho cariño y él la correspondió.

-Sí, cuando te mudaste éramos bien chicos nisiquiera pudimos cambiar números.

-Eso se arregla.-Ella sacó un lápiz pasta que tenía en el bolso y tomó la mano de mi amigo escribiéndole directamente sobre la piel. Dirigió su mirada al Miguel y a mí, nos saludó con un beso en la mejilla.-Me encanta como tocan, son un gran referente para mí.- No alcanzamos a reponderle.

-Carol, apúrate po'.-Gritó una rubia de pelo rizado.

-¡Ya voy! Espero sigamos en contacto.-Dijo dirigiéndose al Claudio. Se fue corriendo detrás de sus amigas- ¡Que les vaya super, éxitos!- Gritó para desaparecer detrás de la puerta.

La verdad no tenía mucho que decir, me transmitió buenas vibras la chica pero no podía evitar sentir estos celos desde el fondo de mi pecho y más cuando vi que el Claudio se quedó mirando fijamente su mano en donde le había apuntado el número con una sonrisa en su cara.

La voz de Daniel, el anfitrión, me sacó de mis pensamientos.

-Bueno, después de habernos deleitado con "ghosties", lo que estabamos esperando, el show de la noche... Los dejo con ¡Los prisioneros!-La gente aplaudió y entramos a escena.

Tocamos varias de nuestras canciones que eran medianamente conocidas por la gente, puesto que todavía no éramos extremadamente famosos mas allá de nuestra comuna.

No podía evitar sentirme profundamente atraído a él cada vez que tocábamos, esa extraña tortura de saber que no puedo tenerlo pero tener la insaciable necesidad de mirarlo me consumía en cada una de nuestras presentaciones. Estuve extrañamente un poco mas calmado que de costumbre sin soltar demasiado comentario controversial. Estaba como embobado.

Terminamos y nos despidieron entre una gran ola de aplausos, sin faltar el que se ponía a pifiar pero ni ahí. Caminamos tras bambalinas y al rato llegó Daniel.

-Gracias por venir hoy a tocar, me encanta su música, por lo que les invito a pasar a una zona más privada, los tragos corren por mi cuenta.- Nos miramos unos segundos y aceptamos su cortesía subiendo al segundo piso, no había mucha gente nos sentamos junto a la barra.

-¿Qué les puedo servir?-Dijo el barman.

-Mmm... ¿Una cerveza?- Contestó el Miguel. El bartender rió amistosamente.

-Cabros estamos en un bar, en el área pa la gente mas cuica. Más encima al jefe le caen bien, aprovechen de pedir lo que quieran.- Miré la lista de tragos que estaban a un lado, no me sonaba el nombre de ninguno.

-A mí dame algo fuerte.-Dijo el Claudio. Lo cual me sorprendió, ya que él siempre es el más sano y nunca se toma ni una cerveza.

-Okay. ¿Y ustedes?- Miré a una mesa que estaba a un lado, tomaban un cóctel rojo.

-Yo quiero lo que están tomando los de esa mesa.-Le señalé.

-Yo lo mismo.-Dijo el Miguel.

¿Amor? - JlaudioWhere stories live. Discover now