Capítulo 32: No te atrevas...

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[Jimin POV]

Era la víspera de Navidad, me encontraba sentada frente a la mesa vacía aún con la comida humeante, balanceaba mis pies mientras apretaba con fuerza mis muñecas.

Observé el reloj y vi que eran pasadas las once de la noche. Suspiré y observé las tres sillas alrededor de la mesa.

—Feliz Navidad, Namjoon —Le dije a la silla a mi izquierda.

Un extraño ardor en el pecho me recorrió, mordí mi labio y observé la silla a mi derecha.

—Feliz Navidad, mamá —Dije esta vez con voz ahogada, observé la silla frente a mí— Feliz cumpleaños papá…

Comencé a comer en la solitaria cocina mientras oía el tic tac del reloj resonar por la casa. Comencé a pensar en un castillo enorme con un banquete delicioso, la gente bailaba, reía y tomaba. Me dejé llevar por mi pequeño imaginación mientras pensaba en distintos escenarios.

Todo era perfecto hasta que abrí los ojos y volví a toparme con la realidad: Estaba solo en la víspera de Navidad. Namjoon se había ido hace seis años, mi padre no lo conocía y mi madre estaba con su nuevo novio. Me apartó durante ese plazo de tiempo para dedicarse a su novio asqueroso, yo tenía trece años y había perdido un hermano… no era momento de perder también a mi madre.

Terminé de cenar y recogí todo, subí a mi cuarto y traté de dormir un poco pero resultó imposible… pasadas las dos de la mañana escuché sus voces.

—¿No lo despertaremos? —Dijo el novio de mi madre, Christian.

—Shhh —Mi madre rió— Jiminnie está profundamente dormido.

Cerré los ojos y me tapé con las sábanas al escuchar la puerta abrirse. Oí unos pasos rondar cerca y el perfume de mi madre perforó mis fosas nasales al igual que el alcohol. Sobó mi cabello y me dio un pequeño beso en la mejilla.

—Duerme, mi amor. —Susurró mi madre.

La puerta se cerró de nuevo y me quedé en la oscuridad total. Salí de la cama cuando ya no escuché nada y bajé de puntitas las escaleras, abrí el refrigerador y saqué el bacalao que Christian tanto adoraba.

Mi madre era alérgica al pescado así que preparó para él y para mí solamente. Lo destapé y me paré de puntitas, agarré el veneno de rata que teníamos mi madre y yo desde hace tiempo y se lo puse a la comida, no me importaba dejar pruebas… nadie sospecharía de un nene y dulce como yo.

Guardé el bacalao y el veneno y subí a mi habitación, dormí en paz ansioso porque llegara la mañana siguiente.

Tal y como lo esperaba, al bajar las escaleras Christian comenzó a gritarle a mi madre por no tener el desayuno listo. Observé como le daba una bofetada frente a mí y al tratar de defenderla, él me golpeó con fuerza causando que sangrara.

Luego me ordenó que le trajera el bacalao. Mi madre lloraba en silencio mientras hacía lo que el maldito posesivo le ordenaba.

Agarré una buena dosis de bacalao y se la serví al maldito quien me empujó y comenzó a comer como el cerdo que era.

Me quedé parado junto a él mientras mis ojos brillaban, mi madre observó que ya no había jugo y salió corriendo a comprar mientras Christian estaba entretenido comiendo. Cuando la puerta se cerró detrás de mi madre, Christian me observó con una sonrisa mientras yo le clavaba la mirada con repugnancia.

—Te pareces mucho a tu madre, Jimin —Aventó el plato y este se estrelló contra el suelo causando gran alboroto— Sumiso, débil y fácil de engañar.

—Yo no soy como ella —Dije firme mientras me cruzaba de brazos.

—¿No lo eres? —Se levantó quedando frente a mí, me llevaba casi el doble de altura.

—Podrás ser alto y posesivo pero no caeré ante otro perdedor — Sonreí.

Christian me agarró con fuerza el brazo mientras yo forcejeaba, me pegó a él mientras pasaba sus manos por mi cuerpo. Pegué gritos mientras trataba de apartarlo, él me sujetó con fuerza.

—¡Quédate quieto! —Ordenó mientras apretaba mi cintura con fuerza.

—¡Suéltame! —Grité en llanto.

Él me siguió manoseando, comencé a creer que la dosis de veneno no fue suficiente. Me pegó a la pared con fuerza mientras me arrancaba el camisón de pijama, quedé expuesto ante él. Forcejeé y sentí como deslizaba sus manos por todo mi cuerpo, lloré mares mientras él sonreía y pasaba las manos por mis pezones, grité de nuevo.

—Tu madre no está para salvarte Jimin… ¿quién lo hará? ¿Tu hermano? —Se burló.

—¡Déjame en paz! —Grité mientras lo pateaba.

Christian se alejó un poco y se sobó la rodilla, me pegué contra la pared completamente aterrorizado de su reacción. Él rio con suavidad y negó con la cabeza, me estrelló con fuerza contra la pared mientras yo temblaba como gelatina. Rozó mi mejilla.

—Te mostraré que les pasa a los niños que me faltan al respeto… — Dijo él mientras bajaba el cierre de sus pantalones y pegaba mi pecho a la pared.

Sabía que de esta no saldría tan fácilmente por lo cual decidí darle otra buena patada, me abalancé sobre la sala mientras oía sus gruñidos detrás de mí, lo traté de evitar y mientras huía para salvar mi virginidad crucé la cocina tirando los cuchillos.

Él gritó con rabia y me jaló del cabello mientras me tiraba hacia atrás, perdimos equilibrio y caímos al suelo.

Coloqué mis manos para evitar el golpe y quedé casi encima de él, me tomó desprevenido y me arrancó lo que quedaba de ropa. Grité mientras me cubría y las lágrimas me invadían, me colocó debajo de él y se quitó los pantalones, estiré mi brazo y agarré lo primero que había que fue un cuchillo.

No lo pensé y se lo clavé, él abrió muchos los ojos y abrió la boca, mi cuerpo tembló al sentir la sangre que escurría de sus labios aterrizar sobre mi rostro. La puerta se abrió y entró nuestra vecina que al ver la escena gritó y llamó a los policías.

El jurado dijo que era inocente, pero mi madre vivía aterrada de que sufriera un trauma a largo plazo, aunque mi verdadero trauma fue que me tocara en las noches cuando ella no estaba…

—Fue defensa propia… —Explicó mi madre días después— No debes sentirte mal.

—No lo hago —Dije tranquilamente— A decir verdad… estoy feliz de haber matado a ese imbécil.

Mi madre me observó con preocupación y suspiró, quizás ahí comenzaba a darse cuenta que tenía un problema pero entonces… ¿por qué nunca solicitó que me ayudaran?

¿Qué acaso no quería que su hijo se salvara de su monstruo interno?

¿O acaso le gustaba que su hijo fuera así?

¿Un demonio?

Nunca supe… y nunca lo sabré…

[***]

Sentí mi cuerpo pesado y una pequeño agitación. Traté de abrir los ojos pero escuché una sonrisa un poco macabra, gemí.

“Jimin”

La voz era la de Christian, me llamaba del mismo modo en que lo hacía cuando se metía a mi cuarto a tocarme… cada día alimentando más el monstruo… la venganza… el miedo… la vulnerabilidad.

“Jimin… déjame tocarte… sé un buen niño”

Apreté los ojos cuando sentí unas manos pasar cerca de mi cintura, gemí y apreté más ojos y mis labios. Estaba rogando por despertar del sueño.

“Jimin… sé un buen niño y quítate la ropa”

—¡NO! —Grité mientras abría los ojos— ¡NO ME TOQUES CHRISTIAN!

Mi pulso era acelerado, pestañee un poco al ver a Suga tomando mi brazo y observándome de mala manera. Me zafé de su agarre y me alejé completamente rojo, él levantó una ceja.

—¿Quién mierda es Christian? —Preguntó él fríamente.

— No te importa —Espeté— No me vuelvas a hacer eso.

—Estabas a punto de golpearme estúpido —Dijo él con tono grosero.

Lamí mis labios y lo observé con cierto temor y desprecio, se levantó y me cubrió con su sombra. Tragué saliva al verlo más alto y sus ojos más oscuros de lo normal, se cruzó de brazos, agaché la mirada.

Aún tenía la fuerte impresión de tener a Christian frente a mí. Suga aventó algo a mis pies, observé y era unas esposas.

—¿Vas a esposarme? —Dije sin verlo.

—A menos que cooperes y lo hagas por ti mismo —Dijo simplemente

— Me iré a terminar algo y no quiero llegar y llevarme una mala sorpresa.

Lo observé, me estaba humillando y provocando. Quería reclamarle pero psicológicamente no estaba estable para pelear.

Observé las esposas y las acerqué a mí con lentitud, las admiré con cierto temor, mis manos temblaron mientras batallaba por mantenerme firme pero ese recuerdo me había sacudido fuertemente.

Aún sentía el tacto de Christian y sus palabras para que fuera un buen niño, palabras inocentes para mucho, pero no para mí.

—Eres un buen chico —Dijo Suga cínicamente.

Mis vellos se erizaron y mi corazón comenzó a bombear con fuerza. Mis manos temblaron y mi garganta ardió. Cerré los ojos y traté de respirar pero no podía.

“Te pareces mucho a tu madre, Jimin… Sumiso, débil y fácil de engañar”

Mi labio inferior tembló mientras soltaba las cadenas, mi vista se perdió. Me mantuve en un letargo hasta que Suga azotó la puerta haciéndome brincar, soltaba chispas por los ojos… era aterrador.

—Espósate… ahora —Dijo con lentitud y frialdad.

—No seré más tu jodido perro. —Aventé las esposas lejos de mí y le clavé la mirada.

Suga apretó sus puños y fue por las esposas, se acercó a mí de manera amenazante. Me levanté de un brinco y observé la viva imagen de Christian. Corrí hacia él y lo abracé con fuerza.

—¡No lo hagas, Christian! —Aullé mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas— ¡Seré niño bueno! ¡Lo prometo!

—¿Qué mierda? —Suga me aventó con fuerza.

Volví a ver a Suga quien parecía completamente confundido, retrocedí y me puse la mano en la frente mientras observaba el suelo, sentía todo mi cuerpo temblar… no podía caer en lo que era antes… no…No más.

—Niño estúpido… —Dijo él amenazante.

—¡Déjame! —Grité mientras le daba la espalda.

Agarró mis manos y me puso las esposas por detrás, seguí temblando y por más que quería no podía frenar. Controlé mi respiración y me senté en el suelo viendo por la ventana, hundí mi rostro en mis manos. Sentí la presencia de Suga bastante cerca.

—¿Quién es Christian? —Dijo Suga a mis espaldas.

—Nadie… —Dije tartamudeando.

Se colocó frente a mí y me agarró del cuello, ahogué un grito y forcejee.

—No te lo preguntaré dos veces —Dijo con voz aterradora.

—Era el novio de mi madre —Sentí la falta de aire.

—¿Y? —Levantó una ceja y apretó más mi cuello.

—M-me abusaba cuando tenía…t-trece —El oxígeno se me fue por completo.

Suga me soltó y caí de rodillas al suelo mientras tosía en seco. Él murmulló algo y me clavó de nuevo la mirada, era letal pero a la vez un poco curiosa.

—¿Te tocaba? —Preguntó él.

—Sí —Me hice bolita de nuevo— Y-y no me hagas más p-preguntas… no quiero hablar de eso.

—¿Qué le pasó?

—¿A quién?

—Al novio de tu madre.

—Lo maté mientras me defendía —Observé el suelo.

—¿Entonces no es la primera vez que te manchas las manos, verdad? —Sonrió.

—No quiero hablar de eso —Dije con voz corta.

—Normalmente debiste sufrir un trauma… pero tienes razón, no es mi problema. Al fin y al cabo, tú eres quien tiene una vida miserable y carente de felicidad.

Su comentario me atravesó como una daga ardiente, apreté mis puños y seguí viendo el suelo. Suga avanzó a la puerta pero lo llamé.

—¿Margaret Beaulon no sufrió también un trauma? —Lo observé fijamente.

Suga se frenó en seco, me observó a través de su hombro amenazante.

—¿Qué? —Espetó él con voz amenazante.

—La chica que acabó en el psiquiatra… la que sobrevivió a ti. La que “no podía vivir sin ti ni tu belleza…” se suicidó hace unos meses —Dije mientras lo observaba fijamente.

— Margaret era una chica con la cual me divertí bastante, pero no niño… nunca tuve relaciones sexuales con ella si a eso te refieres — Sonrió
— Fue más que suficiente torturarla psicológicamente y verla caer en fantasías irreales… unas más locas que otras.

—¿T-tortura psicológica? —Tartamudee.

—No había nada más que adorara que verla gritar debido a su pequeño mente destrozada, la locura se contagia, nunca lo olvides.

—T-tú si q-que estás enfermo —Tartamudee débilmente— Podrido y muerto por dentro.

—Puede ser —Rió suavemente— Pero el amor por ciertas cosas me hacen aún… un poco humano.

—¿Amor? —Solté una carcajada— ¿Qué sabes tú del amor?

—El amor es una debilidad y te hace vulnerable —Dijo él— Porque es el pretexto perfecto para morir por alguien… y yo no quiero morir.

—No sabes entonces lo que es realmente amar… ¿verdad? —Le clavé la mirada.

Él sonrió provocando que todo en mí se estremeciera, soltó una siniestra carcajada y salió del cuarto.

Observé la puerta cerrarse y luego oí los pasos alejarse. Me levanté y me senté en la cama mientras veía por la ventana, el sol brillaba en el exterior. Solté un largo suspiro y me acosté en la cama, aún sentía la vulnerabilidad y el miedo apoderarse de mí.

Cerré los ojos mientras me forzaba a no llorar… no debía llorar más… nunca más…

Ya no era la Jimin de antes.

Yo no era como mi madre.

Ya no sería más un niño bueno.

Yo… yo sería mucho peor

[Suga POV]

Cerré la puerta del cuarto del estúpido mocoso y me fui a la sala. Mi mente aún estaba procesando lo que había sucedido, nunca la había visto comportarse de esa manera: Tan débil, temeroso, vulnerable y completamente a la merced de alguien.

Realmente era excelente actor fingiendo que no le importaba, pero el pobre estaba ya mal así que no era de esperarse su exaltación.

Me senté en la pequeña silla y observé el lugar que ahora estaba vacío, me apoyé en la mesa y observé el cuarto a lo lejos. Me pregunto qué otras cosas me estaré perdiendo de su vida.

Aunque claro, ya sabía bastantes cosas pero no las suficientes.

Seguí recogiendo las cosas y salí de la cabaña. Comencé a investigar el parámetro y a recordar todos los caminos, una vez todo bien memorizado fui a la plaza.

Atravesé la carretera y llegué a las fuentes, las crucé y no tardé en llegar al parque, la imagen del mocoso se había apoderado de media ciudad. Eso sería un pequeño problema si quería sacarlo de ahí… la salida internacional sería más complicada.

Me senté en la banca y cerré los ojos, pero sentí una presencia cerca de mí, instantáneamente los volví a abrir y vi a un chico de cabello negro, un chico asquerosamente familiar…

—Hola —Dijo él sonriendo.

—¿Te conozco? —Levanté una ceja.

—N-no creo —Rio con nerviosismo— Me llamo Seokjin.

—El hijo del alguacil, ¿no? — Sonreí.

—Sí… ese mismo —Hizo una mueca— ¿Quién eres tú?

—Agust —Mentí, si tan solo supiera frente a quién está realmente.

—¿Eres nuevo? Nunca te había visto… —Se sentó junto a mí.

—Vacaciones —Me alejé— Me voy hoy.

—Ya veo —Se volvió a acercar, sentí un sabor amargo en la boca mientras me controlaba para no aventarlo.

—¿Quién es el desaparecido? —Señalé una foto de Jimin.

—Un chico de mi instituto, ojalá no la encuentren —Sonrió.

—¿Lo odias? —Levanté una ceja.

—Es una persona muy rara… violenta… bipolar… —Hizo una mueca.

—¿Y por eso lo odias? —Espeté.

—No me trata de la mejor manera que digamos, a nadie en el instituto. Aunque el último día fue un poco más dulce… a mi prima Natasha le agrada.

—¿Una rubia? —Levanté una ceja.

—¿La conoces?

—La he visto —Sonreí por mis adentros.

—Ya veo —Dijo él mientras hacía una sonrisa vomitiva— ¿Tienes teléfono chico bonito?

—Lo perdí —Sonreí con falsedad.

—¿Redes sociales?

— No me gusta exponer mi vida personal.

El tal Seokjin me observó fijamente y levantó una ceja, le hice entender con mi mirada que no me interesaba estar con él. Se levantó y observó su teléfono.

—¡Qué cosa! Mi novio me llama —Se hizo el apurado— Fue un placer Agust, nos vemos.

Lo vi alejarse y desaparecer entre la multitud.

Ahora entendía por qué el mocoso odiaba a todos aquí, eran todos tan idiotas… podría rebanarles el cuello a todos en una semana y seguiría saliéndome con la mía. Levanté la vista al cielo y mi teléfono comenzó a vibrar.

—¿Sí? —Pregunté.

—Está todo listo —Dijo la voz del otro lado.

—Gracias —Una sonrisa se dibujó en mi rostro.

—Me deberás pagar bien.

—Créeme… lo haré.

Colgué y guardé mi teléfono, después de seguir perdiendo el tiempo y ver el sol ocultarse detrás de unas montañas no tuve más remedio que regresar. Abrí la puerta y un extraño silencio me invadió, abrí la puerta del cuarto con delicadeza.

El cuarto donde se encontraba el mocoso. Él estaba sentado frente a la ventana viendo el vacío. Su mirada estaba perdida y parecía estar soñando despierto, cerré la puerta y me acerqué a él.

—¿Qué necesitas? —Dijo él sin apartar la mirada.

—¿Llevas así cuatro horas? —Enarqué una ceja.

—¿Tan rápido? —Dijo él inexpresivo— Creí que fueron tan solo unos minutos.

Me acerqué lentamente y le quité las esposas, él se giró y trató de golpearme pero agarré su brazo, sonreí mientras él trataba de zafarse.

—¿No te cansas, cierto? —Dije fatigado.

—Valía la pena intentarlo —Se zafó de mi agarre y siguió viendo la ventana.

—En serio estás enojado —Solté una agradable carcajada— Qué hermoso.

—¿Puedes dejar de hacer eso? —Me clavó la mirada— ¡No me gusta sufrir!

—Yo adoro verte sufrir pequeño mocoso… me encantaría embriagarme con tus sollozos y gritos de dolor… que supliques piedad.

Él me observó inexpresivo y bajó la mirada a mis labios, los observó y desvió la mirada.

—Pesando aún en el beso, ¿verdad? —Lamí mi labio.

—Déjame en paz —Me dio la espalda.

Lo jalé de los hombros y lo reincorporé para que quedara frente a mí, se tensó y me acerqué a él pegando mi cuerpo al de él.

Sentí inmediatamente su temor y deseo combinado… me acerqué aún más casi hasta sentir sus labios rozar los míos mientras pasaba las manos por sus brazos.

Él se tensó al instante y soltó un gemido apenas audible.

—¿Por qué no me besas? —Quería hacerlo sufrir.

—Porque no volveré a besarte… no después de lo que me has hecho —Dijo con voz corta.

—¿Tan malo he sido? Yo diría que fui bastante leve pequeño —Rocé su mejilla.

Él me observó fijamente, sus ojos verdes estaban bastante apagados y aún los podía ver enrojecidos. La rabia amenazaba con salir pero resultó imposible. Quería torturarlo aún más, hacerle sufrir un poco.

—Más te vale que te acostumbres a esto —Rocé sus brazos.

—Solo espero la noche —Sonrió con amargura

— Para finalmente poderme alejar de ti. —Qué tonto eres —Negué con la cabeza

— ¿Realmente crees que te dejaré sabiendo que puedes delatarme? ¿Dejarte ir cuando ya me has visto sin la máscara?

—¿Me llevarás contigo? —Su voz sonó ansiosa pero mantuvo su expresión seca y dura.

—¿Tú qué crees? —Sonreí.

Él se tensó y negó con la cabeza, yo asentí y me alejé de él.

—Prepara tus cosas, el vuelo sale mañana en la mañana —Me levanté.

—Ten en cuenta que si me llevas contigo aprovecharé cada oportunidad que tenga para matarte.

La voltee a ver a través de mi hombro y sonreí, esto sería muy divertido.

—Estoy ansioso —Me burlé.

Salí riendo y le cerré la puerta… esto realmente sería divertido y exquisitamente doloroso.

[Jimin POV]

Aún estaba aturdido por las palabras de Suga, quería provocarme, jugar conmigo… pero no lo permitiría más. Mi odio hacia él regresó… mi venganza… mi determinación… la sed de sangre… todo regresó haciéndome sentir nuevo y poderoso.

Le haría creer que no podía matarlo, y cuando vuelva a agarrar confianza me encargaré de hacerlo sufrir antes de desmembrarlo por completo. Le arrancaría los intestinos y haría platillos con ellos, le quitaría los ojos y se los pondría a muñecas. Arrancaría sus uñas, su lengua, abriría su estómago y le quitaría todos sus órganos para luego ponérselos en la boca y que se atragantara con ellos.

Quizás hasta podría obligarlo a tragar el vómito después…

Mi estómago se revolvió de tan solo pensar en eso, aún tenía cierta sensibilidad al gore pero me había estado acostumbrando, aunque no creo que sea capaz de ver alguien partido por la mitad frente a mí. Bueno… quién sabe.

Observé la puerta y pensé en salir, pero no quería verlo, ni hablarle, así que me quedé en la recámara sentado en la cama. Observé por la ventana, lo noche no tardaba en caer. Me acerqué a la mesa de noche y agarré unas tijeras depositadas gentilmente encima de él, sobé el filo y las deposité de nuevo en su lugar. Me dirigí a la puerta y la abrí suavemente.

—¿Estás aquí? —Pregunté.

Avancé, la cabaña estaba completamente a oscuras, me tropecé con unos paquetes y muebles. Mordí mi labio cuando me golpee el dedo pequeño del pie derecho. Busqué la lámpara, la luz era muy débil y la oscuridad parecía una extraña neblina que me impedía ver mucho.

—Ya basta, esto no es gracioso —Dije molesto.

Sentí que me cogieron por detrás, me rodearon y taparon mi boca, mordí la mano de mi atacante.

—¡Quédate quieto! —Escuché a Suga con tono grosero.

Obedecí y nos acercamos a la ventana, había luces y perros caminando. Escuché a Suga maldecir por lo bajo y arrastrarme a la oscuridad. Me destapó y me colocó frente a él.

—No hagas ruido… saldremos por detrás ¿bien? —Dijo él sin apartar la vista de la ventana.

—¿Quiénes son? —Pregunté.

—Policías —Dijo él.

Se me heló la sangre y tragué con dificultad.

Sentí algo pesado cerca de su pecho y un poco duro pero no le di importancia, quizás eran sus armas. Me jaló con brusquedad cerca del baño, retiró un pedazo de piedra que había y una puerta apareció.

La abrió y salimos en silencio, observé el entorno, la luna se había alzado en el cielo negro. Observé a Suga quien comenzaba a retroceder silenciosamente, se colocó su máscara y me clavó sus bellos ojos. Me quedé atrás mientras observaba el entorno… podría ser mi oportunidad para huir.

—Sígueme, y no se te ocurra huir —Amenazó, parecía haber deducido mis pensamientos.

Lo seguí mientras observaba las luces dirigirse a la cabaña, aceleramos paso pero nos detuvimos en seco al ver un perro frente a nosotros gruñendo. Suga retrocedió chocando conmigo, me aferré a su brazo.

—Tranquilo perrito… —Dijo Suga mientras sacaba algo de su bolsa.

—¿Qué haces? —Murmullé.

Suga sacó un hueso de juguete y lo lanzó, el perro ladró y salió corriendo tras el hueso, Suga me jaló del brazo y comenzamos a correr sin rumbo fijo… al menos eso parecía.

Nos detuvimos de nuevo en seco al ver patrullas frente a nosotros detrás de unos árboles. Suga se desvió a la izquierda mientras escuchaba los ladridos de los perros a mis espaldas y las pisadas aceleradas de los policías.

Suga siguió acelerando paso hasta que divisé otra casa de piedra abandonada, Suga me metió dentro y se colocó junto a mí. Nos

apoyamos en la pared con el aliento corto.

—Eso no debió haber pasado… ¿verdad? —Lo voltee a ver.

Él no respondió y observó por la ventana, algunos policías pasaron corriendo. Nos quedamos en silencio hasta que algo entró por la ventana, Suga observó el objeto pero inmediatamente comenzó a salir un extraño humo que comenzó a marearnos, me jaló de nuevo y fuimos a la parte trasera. Daba colina abajo pero observé patrullas no muy lejos, la sangre se me heló.

—Salgan de donde quiera que estén —Se oyó por el megáfono.

—Mierda… mierda…mierda —Suga comenzó a recorrer el lugar con la mirada.

—¿No van a atraparnos, cierto? —Le clavé la mirada temblorosa.

—¡Cierra la boca! —Espetó mientras retrocedíamos.

Íbamos a dar la vuelta pero las patrullas estaban fuera de la casa y había varios oficiales apuntando las ventanas y puerta de entrada. Me estremecí y me pegué a Suga mientras mis ojos se abrían de par en par.

—¡Salgan o dispararemos! —Ordenó una voz.

—Saldremos de esta… —Observé a Suga— Tú siempre tienes un plan… ¿verdad?

Él me observó fijamente, noté cierta tristeza en su mirada e hizo una mueca, negué con la cabeza y agarré su rostro entre mis manos, él se separó con brusquedad.

—Saldremos de esto… —Dije tembloroso— Debe haber un modo.

—Mocoso… —Dijo él cansado.

—Saldremos de esta —Repetí.

—Tú puedes salir de esta… eres una víctima —Dijo él secamente.

—¡No te dejaré! —Aullé.

—Mocoso… —Repitió él un poco más cansado.

—¡No, déjame acabar! —Mis lágrimas amenazaban con salir— Puedes ser un imbécil, creído bipolar pero no te dejaré aquí… me iré contigo… cueste lo que cueste.

—¡Escúchame!  —Gritó  haciéndome  brincar—  ¡No  hay  salida!

¡Entiende que estamos rodeados!

—¡NO TE DEJARÉ! —Grité.

“No llores, no llores”

“No, no lo haré”

—No te dejaré —Repetí mientras me tragaba las lágrimas— Y podrás hacer cualquier cosa pero no te dejaré.

—Lo sé —Dijo él con voz cansada.

—Entonces no insistas… —Dije molesto.

—¿Por qué quieres seguir conmigo? Yo no puedo seguir contigo.

—Ay por favor no es que vayas a enamorarte de mí.

—¿Entonces qué haces tú conmigo? —Me clavó la mirada molesto.

—Porque siento la necesidad de estar contigo, de ser yo mismo.

Él negó con la cabeza y retrocedió, tomé aire y busqué su mirada.

Mordí mis labios y lo observé detenidamente, él enarcó una ceja.

—Hallaré el modo de que salgamos —Dije fríamente mientras observaba a los policías.

—Entiende que yo no puedo estar contigo —Dijo él con cierto fastidio.

—¿Por qué? —Le clavé la mirada.

—No quiero.

—¿Por qué? —Insistí.

—Porque no puedo seguir más con esto… —Dijo él.

—¿Qué? —Abrí los ojos.

Me tomó desprevenido cuando me empujó con fuerza hacia atrás, perdí equilibrio y rodé colina abajo mientras buscaba con desesperación de agarrarme de algo. Me hice una herida y no pasó mucho tiempo antes de que quedara a los pies de los oficiales con los focos de los coches iluminando mi cara.

Un oficial se acercó corriendo con el comunicador a la mano.

—Lo tenemos… lo tenemos —Dijo el oficial.

Me ayudaron a levantarme pero forcejee, levanté la vista y vi a Suga bajar tranquilamente la colina. Mis ojos se abrieron como platos ¿qué tramaba? ¿QUÉ ESTABA HACIENDO?

—¿QUÉ HACES? —Grité con fuerza.

Todos los oficiales lo apuntaron con sus armas, Suga se detuvo a unos metros de nosotros y levantó ligeramente las manos. Me revolqué en los brazos del oficial.

—Ponga las manos en la nuca o dispararemos —Advirtió un oficial.

Suga llevó las manos a su nuca y se colocó de rodillas al suelo. Mi mente no procesaba esto que pasaba… ¿se estaba entregando? ¿Voluntariamente?

—El famoso Suga… —El oficial se burló— Debe ser un momento vergonzoso para ti.

Suga no respondió y me clavó la mirada. Me robó todo el aliento, parecía… una mirada…

Una mirada de alguien que sabe que ya va a morir.

—Quédate quieto —Advirtió otro oficial.

Se acercó apuntándolo con la pistola, Suga se mantuvo firme viéndome fijamente, sentía que quería decirme algo pero no entendía qué era.

El oficial se agachó para agarrar las muñecas de Suga y esposarlo, pero en un brinco Suga sacó su cuchillo y se lo enterró en el cuello al oficial quien cayó al suelo desangrándose.

Suga evitó una bala y se refugió en el cadáver, vi que sacó una pistola y comenzó a disparar, yo me traté de zafar del agarre de oficial.

Ya entendía el punto, estaba planeado, matábamos a todos y luego huíamos. Buen plan… un poco arriesgado.

Suga siguió disparando y le dio a varios oficiales, quedaban muy pocos hasta que vi oficiales bajar corriendo la colina. Apuntaban con sus armas y el eco de las pistolas me provocaba dolor de cabeza.

—¡CUIDADO ATRÁS! —Grité.

Suga volteó y disparó de nuevo, cayeron tres oficiales. Unos se acercaron y comenzaron a pelear con él pero era muy hábil y acababa

uno con uno.

Le di un pisotón al oficial quien gritó y me soltó, traté de correr a Suga. Él parecía ir bastante bien, no tardó en hacer caer a los demás oficiales.

Gracias a las técnicas de combate aprendidas logré darles a otros oficiales, Suga se refugió detrás de un árbol e hizo caer a los tres oficiales restantes que estaban aquí. Observé el entorno, estaba temblando.

Cogí la pistola para ayudar a Suga a matar a los demás policías que bajaban por la colina.

Me puse detrás de él y disparamos juntos mientras nos ocultábamos detrás de los árboles o a veces detrás de las patrullas. Finalmente logramos hacer caer a todos.

—Repórtense nuevos oficiales —Se oyó en el comunicador.

Voltee detrás de mí, habían dos oficiales viniendo hacia nosotros. Suga sonrió y disparó, me tiré al suelo mientras cargaba de nuevo la pistola. No tardarían en venir más oficiales si no nos dábamos prisa.

—Mierda… —Susurré.

Salí detrás de la patrulla y vi a los dos oficiales caídos. Me helé por completo al ver a Suga encima de uno clavándole el cuchillo en su pecho repetidas veces.

Me alejé de unos cuántos pasos y corrí a la patrulla para cortar la comunicación. Así al menos podríamos ganar unos minutos extras.

Me reincorporé para buscar una salida pero escuché un sonido de pistola cargándose. Me quedé helado creyendo que era un oficial pero recordé que habíamos matado a todos. Me di la vuelta y observé extrañado al ver a Suga cargando la pistola.

—¿Por qué la cargas? —Pregunté— Podemos huir perfectamente.

Él no respondió y cogió bien la pistola, sonrió y negó con la cabeza.

Comenzó a reírse en voz baja.

—¿Qué es gracioso? —Pregunté secamente.

—¿Aún no lo entiendes, cierto? —Me observó con burla.

—¿A qué te refieres? —Levanté una ceja.

—Qué ingenuo eres mocoso… —Rió suavemente. — ¿Quién diría que eras tan fácil de engañar?

Tragué saliva y retrocedí unos pasos, su mirada de burla me estaba provocando escalofríos. Me mantuve firme pese a todo.

—¿A qué va todo esto? —Me crucé de brazos.

—Mi querido mocoso… —Soltó una sombría carcajada— ¿Recuerdas lo que te había dicho?

—Me has dicho muchas cosas —Retrocedí un poco más.

—Te he dicho que soy deshonesto y mentiroso… —Susurró él— Siempre lo he dicho.

—Lo sé, ¿qué tiene que ver? —Pregunté.

—Deberías haberlo captado… —Sonrió.

Me quedé helado cuando Suga me apuntó con la pistola, el aliento se me cortó y palidecí.

Temblé mientras observaba fijamente su sonrisa dibujada y el arma dispuesta a explotar en cualquier segundo y acabar con mi vida…

—¿Qué estás haciendo? —Dije tembloroso y completamente paralizado.

—Te dije que no podía seguir con esto —Tronó la pistola y sonrió aún más.

—¿QUÉ HACES? —Retrocedí más mientras todo en mí enloquecía.

—Voy a matarte, mocoso —Sonrió con maldad y locura, sus ojos parecían haberse tornado en los de un demente y su sonrisa en la de un muñeco endemoniado.

—¿Matarme? ¿Q-qué? ¿De qué hablas? —Estaba confundido. —Te la pondré fácil mi querido mocoso

—Comenzó a avanzar hacia mí sin dejarme de apuntar— En varias ocasiones traté de matarte, pero nunca podía —Hizo una mueca— Era extraño y me di cuenta de varias cosas.

—¿Qué cosas? —Busqué discretamente un arma en el suelo.

—Comenzabas a ganarte mi simpatía y por eso no podía mancharme las manos de tu sangre

—Rió— Pero ahora, ahora que he vuelto a ser yo, he decidido ponerle fin a todo esto.

—¿Fin a esto? —Dije con un nudo en la garganta.

—Esta relación patética —Dijo él con crueldad.

—¿Sólo por eso? —Abrí mucho los ojos.

—No fue sólo eso… —Jugueteó con la pistola

— Poco a poco todo tú, empezaba a atraerme como un imán, una atracción invisible… —Me observó fijamente— Yo no soy de los que caen fácilmente y debo admitir que tú… Tú me has hecho caer profundo.

—Esto no tiene qué ser así —Supliqué con la mirada.

—Entiende que yo soy un asesino, debo mantenerme en ese perfil… —Sonrió— Al besarte me di cuenta de lo bajo que había caído, y no puedo seguir así. Yo no dependo de nadie, nadie se vuelve mi amo y no permitiré que tú tomes posesión de mí.

—Por favor… —Mis ojos comenzaban a empaparse de lágrimas.

—Lo siento, Jimin —Sonrió más— Espero que mis palabras no te hayan dado esperanzas ni mucho menos aires para quedarte conmigo, ¿qué acaso me ves de niñero? ¿Limpiando tus desastres? —Apretó su mandíbula.

—Mira esto es muy precipitado… —Dije con voz corta.

—No lo es mi pequeño —Sonrió— creo que es el momento perfecto para poner el punto final a esta historia alocada y fuera de casillas… Recuerda que nadie, NADIE que se meta conmigo sale vivo.

—No te atrevas… —Repetí— Por favor no lo hagas.

—Lo siento, hasta aquí llegó tu cuento.

Me abalancé al suelo y rodé para coger el arma, Suga volvió a disparar pero me revolqué en el suelo. Me levanté y traté de dispararle pero mi mano temblaba tanto que fallé, me levanté y ambos nos apuntamos con la pistola.

Mi pecho subía y bajaba con rapidez mientras todo en mí se estremecía y analizaba la situación. Estiré mi brazo y coloqué mis dedos en el gatillo.

—Míranos —Dijo él riendo— Los dos tal cual esperábamos terminar…

—Voy a matarte —Dije tembloroso.

—Hazlo pequeño, hazlo, pero yo te dispararé primero.

Destrabé la pistola él sonrió aún más, mis manos temblaban demasiado.

—Tienes los ojos de tu madre pequeño… —Él sonrió— Creo que se revolcará en su tumba llena de gusanos al saber que me follé a su hijo y lo besé… que lo arrastré conmigo a la locura.

—¡CÁLLATE! —Rugí— ¡NO ESTOY LOCO! —Es cierto, no lo estás… naciste así —Susurró.

No lo pensé y tiré del gatillo pero antes escuché un tiro seco y brusco. Dejé de escuchar lo que sucedía alrededor, un fuerte zumbido se había apoderado de mis oídos.

Me quedé completamente paralizado al sentir un ardor en el vientre, bajé la vista y vi una mancha roja hacerse más y más grande. Solté un grito y sentí otro disparo, esta vez del otro lado. Levanté la mirada y vi el arma de Suga sacar humo, sonrió. Caí de rodillas al suelo, tosí sangre. Él me jaló del cabello para levantar mi cara y colocó el arma en mi frente.

—¿Últimas palabras? —Sonrió.

Solté un grito ronco y tiré de la pistola, él se alejó mientras se tapaba el brazo del cual había comenzado a escurrir sangre. Quise volver a disparar pero estaba demasiado débil. Me dejé caer con fuerza al suelo y solté un sollozo, Suga se colocó junto a mí y sentí la pistola en mi sien.

—Te lo buscaste—Susurró él mientras reía.

—E-eres un… —Pero me frené, fuerzas para hablar ya no tenía.

—Te veo en el infierno mocoso… —Susurró él.

Las lágrimas salían a mares, mis mejillas estaban empapadas.

Escuché un fuerte disparo.

”Claro que estaré feliz de verte en el infierno, maldito”

Cerré mis ojos y todo se redujo a nada.

[***]

Fue un momento donde no sentí nada, solo soledad, frío y vacío. Tenía la imperiosa necesidad de calentarme, un dolor de cabeza espantoso me estaba haciendo estallar.

Abrí los ojos y me sorprendí al ver que estaba en el hospital, mi hermano Namjoon se encontraba apoyado en la ventana viendo las gotas caer en la fría calle.

Solté un pequeño jadeo y me reincorporé.

—¡JIMIN! —Gritó él

Suspiré, apenas podía hablar, cerré los ojos y los volví a abrir. Namjoon lloraba y me daba besos en la frente y luego decía que todo estaría bien. Agarró mi mano y se sentó junto a mí.

—Nam… —Dije débilmente— ¿Q-qué pasó?

—Debes descansar por favor, luego te explico —Dijo él suavemente.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —Pregunté mientras sentía todo en mi dar vueltas.

—Unos días… estuviste en coma debido a la pérdida de sangre y las heridas que tenías —Dijo él— Fue un milagro que te salvaran, casi mueres en la ambulancia.

—¡SUGA! —Grité y voltee a ver a mi hermano — ¿QUÉ PASÓ CON ÉL?

—Jimin no creo que quieras hablar de eso —Dijo él suavemente.

—¡Dime Namjoon! —Agarré su mano con fuerza, él soltó una mueca de dolor, lo solté al instante— Lo lamento…

—Hubo una balacera con los policías mientras estabas inconsciente — Explicó él.

—¿Aja y luego? —Mis manos temblaban.

—Los policías se combatieron con Suga ferozmente… —¿Y? —Dije casi gritando.

—No hubieron sobrevivientes Minnie… —Agarró mi mano y sus ojos se cristalizaron— Murieron muchos

—¿A qué te refieres conque NO HUBO SOBREVIVIENTES? —Dije casi al borde del llanto.

—Suga, el asesino de princesas es historia Minnie —Dijo él sonriendo

— ¡Se ha muerto!
SUGA SE HA MUERTO.

Muerto…

Muerto…

El asesino de princesas está muerto… —No… —Tartamudee— ¡NO, NO, NO!

—¿No deberías alegrarte? —Namjoon me observó preocupado— ¡Jimin, él está muerto!

—¡No lo está! ¡YO DEBÍA MATARLO! —Grité mientras lloraba.

—Jimin él murió, todos murieron esa noche, ¿qué pretendes? —Dijo él confundido.

Comencé a arrancarme los tubos y tuvieron que venir a darme un tranquilizante, me negaba a aceptar su muerte… no podía morir… ¡NO PODÍA HABER MUERTO! ¡YO DEBÍ DAR EL ÚLTIMO BALAZO!

Mis pupilas se fueron cerrando poco a poco, pero mis gritos roncos los seguí escuchando durante horas… no sabía si estaba despierto o era un sueño, pero de un modo de otro… ya nada de esto tenía sentido… nada más.

Incluso aun unos días desde la muerte de Suga esto no ha sido algo fácil para mí puesto que internamente sentía el vacío arder en mi pecho.

Cerraba los ojos y él volvía a mí una y otra vez, pero era inútil… él se había ido.

Se había ido para siempre.

Voltee a ver por la ventana, la lluvia se deslizaba suavemente formando líneas mal dibujadas.

Había llovido todos los días pero no me importaba. Vago como alma perdida en este mundo, pasé de sentirme lleno a sentirme completamente perdido y sin razones de sonreír o alegrarme.

Me sentí completamente desolado y vulnerable. Namjoon abrió la puerta de mi cuarto y se asomó.

—¿Te sientes bien? —Preguntó.

No respondí, desde que me sedaron en el hospital no digo nada. Namjoon deja el té en mi mesa de noche y me da un beso, luego sale del cuarto y me deja de nuevo con la soledad… que por el momento, es mi única y fiel compañera.

Me levanto y agarro una sudadera, necesitaba llorar y sentirme bien en algún lugar, y solo había uno.

Me coloqué la capucha y salí de la casa, agarré el autobús que llevaba a la plaza y me bajé cerca de las fuentes.

Caminé hacia el bosque bajo la lluvia, no tardé en empaparme todo, pero no le di importancia.

Las gotas de agua resbalaban por mis mejillas, aunque estaba casi seguro, que eran lágrimas más que nada. Me detuve en seco frente a la cabaña y sentí una punzada en el corazón.

Avancé a la puerta y la abrí, todo parecía gris e incoloro, cerré la puerta y me adentré en la fría pieza. Me senté en el suelo mientras observaba todo, estaba llorando, aún podía captar su presencia aquí… y aún negaba que estuviera muerto. Y menos que hubiera tratado de matarme…

Recordé el día en que nos topamos aquí mismo, el día en que me dijo que lo ayudara y acepté. El día en que mi vida dio el giro inesperado y mal merecido. Comencé a caminar por la cabaña y observé todo pero estaba vacío, completamente vacío.

No había rastro de nada ni de nadie.

Me apoyé en la mesa donde Suga tenía sus cuchillos acomodados y me apoyé, un rechinido me hizo reincorporarme. Busqué la proveniencia de aquel rechinido y bajé la vista. Un pedazo de madera se levantaba suavemente, abrí mucho mis ojos y me agaché

“Nos iremos de aquí”

“El vuelo sale mañana en la mañana”

¡EL BOLETO! ¡EL BOLETO A FRANCIA! ¡AHÍ LO HABÍA GUARDADO!

Agarré el pedazo de madera mientras todo en mí se estremecía, no había manera de que los oficiales hubieran encontrado el condenado boleto, era difícil de hallar. Retiré el pedazo de madera y mi garganta se secó.

El boleto no estaba.

Lo cual significaba una cosa.

Él podía seguir vivo.

Las lágrimas montaron a mis ojos, mi corazón comenzó a palpitar mientras se mantenía fiel a esa esperanza… pero mi corazón se aplastó de nuevo al pensar en que él…

Él no me fue a buscar.

Él me quería muerto.

Y eso solo representaba la amarga verdad.

Él… me había abandonado.

Porque era su perdición.

Me reincorporé y observé lluvia desde la ventana, sentí mi corazón brincar con fuerza, apreté mis puños y sentí todo en mi temblar.

No había cumplido su promesa. Me abandonó.

Me había tratado de matar Y yo a él no.

Traición.

Traición a mí mismo y mi pensar. Una sonrisa dibujó mi rostro mientras sentía el hilo de la cordura romperse dentro de mi cabeza, solté una carcajada mientras retrocedía y escuchaba los fuertes truenos de fondo rugir en el cielo.

Este siempre fue su juego, hacerme caer en destrucción, locura y perdición…

Solté otra carcajada siniestra mientras me tiraba al suelo con las manos en la cabeza, me tumbé al suelo sin parar de reír mientras las lágrimas rodaban por mis ojos…

Ahora era mi turno de jugar

“No todos los que están encerrados están locos, Ni todos los locos que existen están encerrados.”


“A veces, simplemente están caminando entre nosotros”









FIN.









ASESINO DE PRINCESAS - yoonminWhere stories live. Discover now