Capítulo 22: Huyendo con él

429 55 0
                                    

[Suga POV]

Todo estaba oscuro, casi no entraba la luz. Palpé el entorno tratando de encontrar un interruptor, sentí una lámpara. Llevé mi mano a la lámpara y la prendí, estaba sentado en una silla de instituto. Escuché unas risas lejanas y pasos ¿Qué demonios?

— ¿Hola? —Pregunté.

Más risas y murmullos. Me levanté y caminé a la puerta, la abrí lentamente. Del otro lado había una habitación oscura y olía fuertemente a sangre. Entré y la puerta se cerró detrás de mí, las luces se prendieron y admiré el entorno. Era una habitación café muy poco iluminada, encadenado a la pared se encontraba el mocoso. Él se levantó y me observó fijamente.

— ¿Ahora soy perfecto? —Preguntó con voz macabra.

Lo observé detenidamente, estaba bañado en sangre, las gotas escurrían por su cuerpo desnudo. Pasó sus las manos por sus labios… sus perfectos labios y se colocó el cabello de lado y me observó, pero su mirada era vacía y carente de vida.

— No te puedes alejar de mí —Me agarró del brazo.

Observé su brazo y vi que eran sólo huesos, retrocedí y vi que ahora él era un esqueleto escalofriante, comenzó a reírse de manera bastante macabra y se convirtió en polvo en cuestión de segundos. Me di la vuelta con el pulso acelerado, el paisaje era distinto. Estaba en un bosque, muy cerca del teatro y el pequeño estúpido estaba ahí, vestido y perfectamente limpio. Me observó fijamente y se acercó.

— Tenemos que entrenar… —Susurró él— Para estar listo.

Bajé la vista y vi que llevaba mi cuchillo a la mano, levanté una ceja.

— ¿Por qué tienes mi cuchillo? —Pregunté no muy confiado.

— Para que me mates —Lo colocó en mi mano

— Mátame cuando quieras… soy tuyo.

Observé el cuchillo con cierto deseo, él se acercó y me puso contra la pared. Sentí el roce de su piel con la mía, estaba caliente. Cerré los ojos y los volví a abrir de golpe. Los dos estábamos desnudos, él sonrió y se acercó mucho más, sentí su cabello en mi pecho provocando un ligero cosquilleo. Estábamos bastante cerca, su piel enviaba electricidad a todo mi cuerpo.

— Bésame… —Susurró él— Por favor…

— No —Dije mientras llevaba las manos a mi boca, no lo permitiría.

Él retiró mis manos y me observó fijamente. Llevó mis manos a su cuerpo y por instinto lo jalé a mí. Él sonrió y me jaló de la nuca, rozó sus labios suavemente con los míos. Traté de empujarlo pero él atrapó mis labios antes. Me quedé estático, él comenzó a besarme delicadamente pero rápidamente el beso se tornó muy intenso, cargado de deseo y lujuria.

Lo pegué más a mí y comencé a besarlo salvajemente, él gimió, enredamos nuestras lenguas y devoramos la boca del otro. Lo tumbé al suelo sin despegar mis labios de los suyos, toqué todo su cuerpo con mis dedos y él se aferró a mi espalda. Nuestras bocas unidas no se comparaba a ningún beso que hubiera dado antes… era adictivo, peligrosamente adictivo.

Él se separó y bajé la vista, tenía un cuchillo enterrado y sus ojos habían perdido vida. Lo sostuve antes de que su cabeza tocara el suelo pero él ya se había ido… para siempre.

[***]

Desperté bruscamente, abrí los ojos y me reincorporé mientras pasaba mi mano por mi cabello. Agité mi cabeza varias veces, observé a mi derecha y vi al mocoso dormido junto a mí. Abrazaba una almohada y se había hecho bolita.

Me levanté de la cama y me metí al baño. Retiré mi máscara y me observé fijamente.

“¿Qué clase de maldito sueño fue ese?” “Una pesadilla”

“¿Y qué hacía él ahí?”


“¿Besándote?”

“Son tus deseos acumulados”

“Matarlo y hacerlo tuyo”

“Imbécil”

“Imbécil”

“Imbécil”

“Te debilita”

“Es demasiado cercano”

“Debes matarlo”

“Se apodera de ti lentamente”

Abrí el grifo y me lavé la cara con agua helada. Me saqué y respiré profundo mientras apoyaba con fuerza mis manos en el lavabo. Me puse la máscara y sentí mi respiración agitarse, troné mis puños y golpee con fuerza el espejo. Los vidrios cayeron con ruido y me hice heridas en los nudillos.

— ¿QUÉ PASÓ? —Escuché el grito del mocoso.

— ¡NADA CARAJO! —Grité.

Él abrió la puerta y me observó fijamente, luego el espejo, el suelo y finalmente mi mano. Abrió mucho los ojos y me dirigió una mirada acusadora pero preocupada a la vez.

— ¿Qué demonios hiciste? —Preguntó él.

— Rompí el espejo —Escupí— ¿Algún problema?

— ¿Qué culpa tiene el espejo? —Espetó él— ¡Mira tu mano!

— Está sangrando. ¡Increíble descubrimiento, pequeño estúpido!

— Déjame ver —Agarró mi brazo.

— Suéltame —Me zafé de su agarre.

— ¿Qué te sucede? —Él agitó la cabeza.

— ¡NADA! —Rugí— ¡SALTE!

—Eres un bipolar —Él rodó los ojos.

Lo empujé y cerré la puerta de un portazo. Él golpeó la puerta varias veces.

— No me cierres la puerta en la cara —Dijo él molesto.

— Déjame díez minutos solo —Tomé aire.

— ¿Seguro que estás bien?

— No, ahora largo.

— ¿Puedo ayudarte?

— QUE NO —Golpee la puerta.

— Menudo genio el tuyo… —Escuché sus pisadas alejarse.

Me senté en el suelo y froté mis sienes completamente frustrado. Era la primera vez que soñaba con él de ese modo, me asustaba, no debía siquiera soñar con él. Era una mala señal, estaba cogiéndole cariño de un cierto modo, no podía permitirlo. Debía dibujar el límite de nuevo.

Me lavé la mano, afortunadamente la mano no estaba tan grave. Salí del baño y me sorprendí al ver al mocoso con un atuendo bastante… ¿cómo explicarlo? Llevaba unos pantalones de cuero, una camisa negra muy pegada, botines negros y el cuchillo a la mano.

— Dijiste que saldríamos —Dijo él sin verme

— Conociéndote no saldremos por un café.

— No —Lo observé de nuevo— ¿Qué hora es?

— Según esto las seis de la tarde —Observó el reloj.

— Bien —Cogí mi cuchillo y mi sudadera

— Vamos.

El mocoso guardó su cuchillo y observó el entorno rápidamente. Ajusté bien mi máscara y me puse la capucha, salí del cuarto. Ambos salimos rápidamente del teatro, el sol se ocultaba detrás del pueblo, era bastante lindo, el tono rojizo siempre era mi favorito.

— No te alejes —Le ordené.

— No pensaba hacerlo —Respondió él.

Suspiré y me adentré en el bosque, él se mantuvo muy pegado a mí y observaba siempre a todos lados. ¿Qué acaso tenía miedo? No, no parecía. Yo diría que estaba muy precavido, no lo culpo, a este grado ya habría medio pueblo buscándolo. Los minutos pasaron y el silencio invadía el ambiente, seguimos avanzando y no tardamos en llegar al pueblo.

— ¿Qué hacemos aquí? —Preguntó él— ¿Sabes que pueden verme?

— Cierra la boca y confía en mí —La clavé la mirada.

— ¿Cómo pretendes que confíe en ti? —Levantó la barbilla— Con tu actitud bipolar me vuelves loco.

— Soy así, ¿tienes algún problema? —Apreté mis puños.

— Mira, no quiero pelear —Suspiró cansado

— Parecemos un viejo matrimonio.

— Y como viejo matrimonio te callas y obedeces a tu activo — Sonreí.

— Hugh —Me barrió con desprecio — Eres despreciable.

Lo observé amenazante, él desvió la mirada y suspiró. Rodeamos el pueblo por afuera pasando no muy lejos de la plaza, había bastante gente en las calles, eso podría ser un problema. Me detuve y coloqué mi brazo para que él también se frenara. Había unos policías.

— ¿Qué sucede? —Preguntó él.

— Policía —Murmullé molesto.

Los oficiales comenzaron a observar el entorno, uno posó la vista cerca de donde estábamos. Sin perder tiempo me coloqué detrás de un árbol y jalé al mocoso. Lo pegué a mi pecho y la tapé la boca, él forcejeó un poco pero finalmente se quedó quieto.

— Tranquilo —Susurré al ver que comenzó a respirar rápidamente— No te voy a morder.

Él respiró hondo y finalmente su pulso se calmó. Observé rápidamente el sitio donde estaban los policías, se estaban montando a su coche y no pasó mucho tiempo antes de que la patrulla desapareciera. Destapé la boca del mocoso, él se separó de mí lentamente.

— ¿Nos vieron? —Preguntó entrecortado.

— No —Lo observé de reojo— Vamos…

Él mantuvo una distancia pequeña entre él y yo. Entramos a un callejón bastante oscuro, la luz apenas se notaba. Sólo escuchaba nuestras pisadas en los pequeños charcos y el eco de unos perros ladrando a lo lejos. Al llegar del otro lado estábamos en el callejón colina arriba. El mocoso se frenó y observó el entorno lentamente.

— Aquí fui donde me atacaste la segunda vez. —Dijo él.

— El día en que casi te mato —Reí.

— Me dejaste seis semanas en el hospital —Reclamó él.

— Ay cómo lo siento —Dije sarcástico.

— Muy gracioso —Observó la calle— ¿Sabes que mi casa queda muy cerca, verdad?

— No vamos a tu casa —Salí del callejón

— ¡Camina pequeña tortuga!

— Calma tus hormonas —Se colocó junto a mí

— Vas, guíame.

Rodé los ojos y comencé a caminar colina arriba, unas calles antes de llegar a la casa del mocoso me desvié a la derecha. Él me siguió sin poner peros cosa que agradecí. Pasamos por detrás de varias casas hasta llegar a una casa blanca enorme, tenía dos pisos y pilares, una casa de ricos.

— ¿Qué hacemos aquí? —El mocoso se frenó.

— Necesito entrar a esa casa para conseguir algo —Dije.

— No, de ningún modo entraré ahí —Él se alejó.

— ¿Por qué? —Me crucé de brazos.

— Es la casa de los Crow —Levanté una ceja

— ¡LA CASA DEL ALGUACIL!

— El alguacil está en su turno nocturno —Dije aburrido.

— Ahí está Jin, el chico que casi matas.

— ¿El gritón? —Froté mi barbilla y sonreí— Lo recuerdo.

La puerta de entrada se abrió, los dos nos ocultamos detrás de un coche. Observé a una chica rubia salir mientras hablaba por teléfono. Su cabellera lacia estaba recogida en una coleta de caballo, sus labios eran muy rojos y su vestuario era bastante vulgar. Portaba un mini-vestido rojo muy pegado, tacones del mismo juego y muchos accesorios brillantes. Golpeaba a veces el suelo o se pasaba la mano por la cara, observé al mocoso que estaba completamente pálido.

Me resultaba familiar… pero… ¿de dónde?

— ¿La conoces? —Pregunté.

— Se llama Natasha… —Dijo él— Es la prima de Jin.

— ¿El alguacil es su tío? —Pregunté.

— Según esto… —Dijo él.

— ¿Estará sola? —Observé las ventanas esperando ver algo.

— No lo creo.

— Distráela — ¿Qué?

— Ya lo dije.

— ¿Estás demente? —Me miró enloquecido

— ¡ME ESTÁN BUSCANDO!

— Aún no es viral —Me frustré— Y no te estoy preguntando, ve y háblale.

— ¿Qué necesitas de esa casa?

— Algo, ve.

Él gruñó y salió a regañadientes. Le di la vuelta al coche y me coloqué detrás de un árbol. Observé al mocoso acercarse a la tal Natasha, la rubia colgó y lo abrazó. Creo que aún no sabía que estaba desaparecido. ¿O sí?

Comenzaron a platicar alegremente, me oculté detrás de un coche blanco y detrás de un pilar, Natasha estaba de espaldas así que no me vio.

— ¿Estás sola? —Preguntó el mocoso.

— Sólo somos Jin y yo —Dijo Natasha suspirando— Pero tengo una cita con Taehyung.

— Ya veo —El mocoso sonrió.

¿Taehyung? ¿Ella es la novia de Taehyung? Joder, esto se pone cada vez mejor. Cómo olvidar a los Kim: Emma y Taehyung, los hermanos más inusuales que he encontrado.
Me colé dentro de la casa y observé el entorno, había una sala blanca enorme con chimenea y candelabro. Observé por la ventana, seguían hablando. No perdí tiempo y subí lentamente las escaleras, vi cinco cuartos.

— Mierda —Murmullé.

Abrí la primera puerta, era un simple baño. La cerré con cuidado y me pegué a la otra puerta, no escuché nada. La abrí, era un cuarto café claro con tapete rojo, una cama matrimonial. Me metí delicadamente y comencé a rebuscar en los cajones con frustración. Mis dedos se movían frenéticamente por todos lados pero no hallaba nada. Salí del cuarto y caminé un poco más, vi una puerta abierta, alcancé a ver una pared color azul. Me acerqué lentamente.

— Y deberías ver como es Natasha —Escuché una voz masculina algo aguda— ¡Lo sé! Pero ella es tan perfecta… obvio no me quitará mi trono… ¿qué? ¡No!… Exacto y ahora la muy maldita va a salir con SU novio Andrea, SU NOVIO ¿y yo qué tengo? ¡Nada!

Agité la cabeza y me asomé un poco. Vi al chico que había tratado de matar, Jin si no mal recuerdo. Estaba acostado en su cama con el teléfono a la mano y escribiendo algo en una libreta. Asentía varias veces o reía.

—Lo sé Andy, aún no puedo creer que Jimin y Hoseok fueron juntos a tu fiesta… —Jin rio— ¿Y cómo te fue?… ¡NOOOO! ¿EN SERIO?

Típico chico adolescente mimado, iba a cruzarme al otro cuarto pero me frené.

— Ajá y mis padre se va a ir a Guadeloupe con su novio—Dijo él— Es increíble que no me lleven —Jin se sentó en la cama— ¿Verdad?… No, no puedo hacerlo así… sí, tengo los boletos aquí conmigo.

Observé de nuevo la habitación y vi el tal Jin sacar dos boletos debajo de su almohada. Debía pensar en algo rápido, me metí al cuarto de al lado y aventé con fuerza un jarrón. Salí corriendo y me oculté detrás de una cortina. Increíble, lo sé. Jin salió con el teléfono.

— ¿QUÉ ROMPISTE NATASHA? Dame un momento Andy… —Jin se cambió el teléfono de oreja— ¡TE JURO QUE SI FUE EL MAQUILLAJE VOY A MATARTE Y SI SE TE OCURRIÓ…! —La voz se alejó.

Salí rápidamente de mi escondite, entré a su cuarto, agarré los boletos y los guardé en mi bolsillo. Escuché pisadas, la sangre se me heló cuando la puerta se abrió de más.

— ¿Me hablabas Jin? —Natasha apareció y me observó, se puso pálida— Oh mi dios.

Abrí la ventana de golpe y calculé para saltar, Natasha comenzó a gritar desesperada, no le di importancia y me coloqué en el balcón, me colgué y caí en seco al suelo. El mocoso se acercó a mí corriendo.

— Idiota, eso eres —Me ayudó a levantarme— Un completo idiota.

— Cierra la boca y vámonos —Dije de mala gana.

— ¡ALTO AHÍ! —Observé a Jin salir corriendo

— ¡ALTO DIJE!

— Corre —Comencé a jalar al mocoso pero se zafó .

— Espera, siempre he querido hacer esto —Sus ojos brillaron.

— ¡PARK JIMIN! ¡¿EN NOMBRE DE DIOS QUÉ ESTÁS HACIENDO!? —Aulló Jin.

—No te incumbe… ¡IMBÉCIL! —Jimin le dio un puñetazo a Jin, él se desmoronó en el suelo.

Observé al mocoso con la boca abierta, él se acercó sobando su mano y con una enorme sonrisa en la cara. Sus ojos brillaron.

— Estábamos huyendo —Dijo él.

Sonreí y ambos comenzamos a correr por toda la calle, entramos de nuevo al callejón y no pasó mucho tiempo hasta que llegamos casi a la plaza, nos desviamos pasando por un edifico abandonado y corrimos a adentrarnos al bosque. El mocoso se detuvo y apoyó sus manos en sus rodillas mientras inhalaba profundo. Se reincorporó.

— A eso…llamo…correr… —Dijo entre jadeos.

— Eres bueno —Sonreí.

— Gracias —Inhaló profundo— ¿Puedo saber a qué se debía tal visita?

— Te lo explico en el teatro —Le di unas palmaditas en la espalda— Respira, respira.

— Gracias —Rio levemente— Ya estoy bien.

— ¿Seguro? —Levanté una ceja riendo.

— El primero en llegar cena lo que quiera —Dijo él.

— ¿Qué? —Pero me frené al verlo salir disparado— ¡Maldito mocoso!

Comencé a correr detrás de él, sólo observaba su cuerpo alejarse rápidamente y escuchaba sus pisadas como un eco, aceleré el ritmo y no tardé en ponerme a su altura, él me observó sorprendido.

— Lo siento pequeño —Sonreí.

Poco a poco lo fui dejando atrás, observé la carretera a lo lejos y aumenté el ritmo, el mocoso me volvió a alcanzar, me sonrió vengativo y se adelantó por unos centímetros, mis piernas comenzaron a arder, estiré el brazo y agarré su camisa, él se frenó en seco y aproveché para pasarlo.

— ¡ESO FUE TRAMPA! —Se quejó. —Juego sucio —Solté una carcajada.

Seguí corriendo y me detuve a unos cuantos metros del teatro, voltee hacia atrás pero el mocoso no estaba.

Observé el entorno preocupado.

— ¿Hey niño, estás ahí? —Pregunté.

No escuché nada, caminé dos pasos y sentí que alguien cayó encima de mí.

— ¡TE TENGO! —Gritó el mocoso antes de abalanzarse sobre mí.

— Hijo de… —Pero me frené, ambos caímos al suelo

— Lo siento —Puso su cabello de lado y se levantó, corrió a la entrada y me observó sonriente.

— Eso fue trampa —Dije jadeante mientras me levantaba.

— Juego sucio —Susurró él mientras abría la puerta y me guiñaba el ojo.

“Aprende bien”

“Es bueno”

“Pero hay que matarlo”

“No aún”

Me sacudí la tierra y entré al teatro, cerré la puerta y me dirigí al camerino, el mocoso estaba comiendo. Era de esperarse. Se estaba comiendo un pan de chocolate y llevaba una botella de agua a la mano también. Me observó fijamente.

— ¿Me dirás ahora qué necesitabas? —Preguntó él mientras tomaba agua.

— Nos iremos de aquí un tiempo… —Me senté en la cama.

— ¿De aquí? ¿Del teatro? —Levantó una ceja.

— Del país.

— ¿DEL PAÍS? —Él abrió mucho los ojos.

— Shhh, no grites —Susurré cansado— Observa.

Le lancé un boleto de avión, él lo atrapó y lo observó fijamente.

— ¿Guadeloupe? —Preguntó él agitando la cabeza— ¿Cómo lograremos burlar la guardia?

— Lo tengo todo controlado, un contacto mío nos ayudará a pasar — Dijo él.

— ¿Se puede saber qué haremos allá? —Tiró la envoltura del pan en la bolsa.

— Tengo unos asuntos pendientes qué atender.

— ¿Para esos asuntos me necesitas?

— En parte —Me froté la barbilla— Pero no es lo esencial.

— ¿Qué es lo esencial? —Le dio otro trago a su agua.

— No es necesario que lo sepas —Desvié la mirada.

— A estas alturas ya debería saberlo —Sonó serio— A este grado ya deberías confiar en mí.

— Aún no lo hago completamente —Sonreí con amargura.

— Ni yo pero alguien debe dar la iniciativa —Se levantó de la silla y se sentó junto a mí.

— ¿Por qué no la das tú? —Lo voltee a ver.

— Porque no tengo nada qué contarte —Levantó los hombros.

— ¿Quieres que confíe en ti? —Le clavé la mirada— Bien, dime todo lo que sabes de Kim Taehyung.

— ¿T-Taehyung? —Tartamudeó— ¿Lo conoces?

— Perfectamente —Sonreí— ¿Puedes responder?

— Pues… —Él observó el suelo— No gran cosa…

— Lo que sepas —Insistí.

— Bueno sé que es novio de Natasha.

—Comenzó, asentí— Y que tiene una hermana menor llamada Emma.

Va a estar en mi instituto el último curso escolar.

— Me lo temía —Suspiré— Sigue.

— Perdió a sus padres, su madre sufría esquizofrenia y se suicidó al igual que su padre —El mocoso hizo una triste mueca— Trató de matarse él también, en su antiguo instituto decía que lo molestaban pero uno sobre todo siempre peleaba con él —Tomó aire— Aprendió artes marciales y lo corrieron.

— ¿Algo más? —Pregunté.

— No, sólo sé eso —Él negó con la cabeza— ¿De dónde lo conoces?

— Nos encontramos en algún tiempo —Reí— No me conoce por Suga pero me conoce por mi verdadero nombre.

— ¿Y ese es…? —Preguntó él impaciente.

— Alguno —Sonreí.

— Bien, no vas a decirme —Suspiró— ¿Cuándo nos vamos?

— ¿A Guadeloupe? —Levanté una ceja— Mañana mismo.

— ¿Mañana? —Preguntó él sorprendido.

— Vuelo a la una de la tarde —Observé el boleto— Debes empacar.

— ¿Cuánto tiempo nos iremos? —Preguntó de nuevo.

— No estoy seguro, pero créeme —Lo voltee a ver— No será poco tiempo.

Nos quedamos en silencio, observé por la pequeña ventana. La luna llena se alzaba, tenía tantas ganas de ir a matar a alguien pero no convenía ahora. Quizás allá si podía divertirme a mi modo pero tendría que ser muy precavido. La gente allá era muy observadora.

— Me acabo de dar cuenta de algo… —El mocoso unió sus cejas.

— ¿De qué? —Pregunté.

— ¿Vamos en avión, cierto?

— Es una pregunta reamente estúpida —Le clavé la mirada.

— Bueno no soy experto, pero si algo sé es que no te dejan subir a los aviones con máscaras… —Me señaló la cara— ¿Lo sabes verdad?

— Mierda —Apreté los ojos— No había pensado en ello.

— Bien esa será la primera iniciativa —Se levantó y se colocó frente a mí.

— ¿De qué hablas? —Levanté la mirada.

— Primera prueba de confianza —Sonrió como gato— Podré verte sin la máscara.

— No pasará —Amenacé serio.

— ¿No? ¿Y para el avión? ¿Me obligarás a no verte?

— Dices que cumples tus promesas.

— La mayoría de las veces.

Me pasé la mano por la máscara. Me estaba comenzando a frustrar. Él se inclinó un poco quedando cerca de mí, observé rápidamente su sonrisa gatuna.

— Anda —Sonrió— No será tan malo.

— Podrás reconocerme en cualquier parte —Gruñí.

— Dijiste que si cumplía te irías y me dejarías… que no volveríamos a vernos —Se reincorporó.

“¿Realmente quiero eso?”

“Sí”

“Extrañaré molestarlo”

“Es un simple chico, hay muchos como él” “No así”

“¿Y? Vamos a matarlo”

“Ah, es cierto”

“Matarlo será un privilegio”

“No lo dudo”

— ¿Me estás escuchando? —Me sacó de mi burbuja de pensamientos.

— Sí… no… —Reí.

— Te pregunté si vas a quitarte la máscara

—Repitió él fastidiado.

— Lo haré, tenlo por seguro —Lo observé fijamente.

— Mañana seguro —Él sonrió— Estoy impaciente.

— ¿Mañana? —Sonreí con perversión— Puedo hacerlo ahora mismo, querido.

— ¿Eh? —Me observó perplejo.

— ¿Quieres verme sin máscara? —Sonreí y me levanté.

— S-sí —Tartamudeó— Es decir… ¿en serio ahora?

— A menos que no quieras —Me crucé de brazos.

— ¡NO, NO! Si quiero —Se apuró— Pero es muy… no pronto, es perfecto pero… me sorprende que estés de acuerdo.

— Un día, doce horas —Levanté los hombros.

— No hay mucha diferencia.

— ¿Eso es un sí indirecto? —Sus mejillas se encendieron.

— Sólo pídelo —Lo reté con la mirada.

— P-puedes… —Tomó aire— Quiero verte sin la máscara.

— ¿Seguro? —Sonreí.

—Sí —Dijo él firme— Quiero verte sin la máscara.

Suspiré y lo observé fijamente. Sus ojos brillaban de la curiosidad, estaba realmente impaciente. Llevé mis manos a mi barbilla y subí lentamente hasta la nariz, él abrió más los ojos, por más que trataba de ocultar su sonrisa se notaba en su mirada. Parecía perro esperando un premio.

— Como digas —Susurré mientras deslizaba mis dedos adentro.

Podía jurar que sus pupilas se agrandaron. Fui retirando lentamente la

máscara. Él abrió un poco la boca, podía casi escuchar sus latidos hasta
donde estaba. Incrementé la emoción, seguí deslizando hasta que la retiré
completamente.
Le clavé la mirada.

— ¿Y bien? —Sonreí cínicamente.

Él parpadeó varias veces y se quedó estático.

La mandíbula se le cayó a los pies.







ASESINO DE PRINCESAS - yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora