Capítulo 29: Esclavo de ti

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[Asesino POV]

(Unas horas antes)

Siempre odié la ingenuidad de los chicos hacia mi forma de hacer las cosas. Creí que el mocoso sería la excepción pero parece que no…

Él también quería saber qué tal había sido “la noche”

No puedo mentirle diciendo que lo odié porque es mentira, pero tampoco puedo decirle que me ha encantado porque si no se me va a ir por los aires y no quiero malinterpretaciones entre ambos. Solo es mi “compañero de trabajo” y nada más. Él aún es posible que caiga en sentimentalismos y no quiero que piense que somos amigos o peor aún… amantes o cualquier tontería.

De tan solo pensarlo provoco un estremecimiento por todo mi cuerpo, odio todo eso.

No se me ocurrió otra cosa más que decirle que fue una noche normal como cualquier otra y comencé a darle nombres al azar de chicos con quien había estado porque francamente había muy pocos a las que recordaba el nombre.

Quizás ese camino me salió mucho peor puesto a que nuestra pequeña diva se ofendió y creyó que solo lo usé… bueno de hecho solo hago eso, pero cuando él solo lo dice y deduce las cosas acaban mal. Como hoy.

Después de amenazar con irse no tuve más remedio que asustarlo diciéndole que lo mataría. Pero la cosa se fue demasiado lejos y REALMENTE quise matarlo ahí mismo.

Agradezco que se haya librado de mí porque francamente no hubiera sido divertido matarlo tan rápido y ahí en el cuarto. Si lo mataba debía ser memorable, digno de recordar por siempre.

Dejé que mi deseo de muerte me invadiera y provoqué un tremendo terror en el mocoso, cosa que disfruté al máximo. Su cuerpo pegado al elevador hecho bolita y sus ojos desbordando terror fue algo simplemente hermoso.

—Bu —Dije para incrementar el terror y la burla El mocoso gritó y me pateó, solté un grito.

Carcajada tras carcajada mientras pensaba en las distintas maneras de acabar con su vida.

Por desgracia mi herida me impedía hacer varias cosas así que primero debía arreglarme esa herida.

Regresé al cuarto y observé el boleto de avión.

—Pobre estúpido —Solté una risotada y me guardé el boleto.

Saqué todo lo de primeros auxilios y comencé a curarme, estaba tan acostumbrado a las navajas, cuchillos y cosas afiladas que coser la herida fue casi pan comido. Además no era la primera vez que me hacía una herida así y debía curarme por mi propia cuenta, aunque agradezco que la herida no fuera tan grave.

Una vez bien arreglada la herida, me puse una venda para evitar contacto directo con sustancias naturales o corporales. Me levanté y observé por la terraza con la esperanza de ver a la maldita niño pero me resultó imposible, no se veía nada.

Comencé a preocuparme, era capaz de irse pero en ese caso se quedaría atorado en el aeropuerto y tendría que quedarse ahí.

Mi ira regresó sorpresivamente, ese niño me excitaba, el peligro y emoción que sentía al estar cerca de él era algo inimaginable. Pero a la vez esa excitación también se convierte fácilmente en ira. Me hacía enojar el mugre niño, me hacía enojar bastante.

Pero por fortuna o por desgracia nunca había perdido TANTO el control con él.

Me senté en la cama y observé la pared, ni siquiera yo estaba seguro de lo que sucedía con ambos. Lo que pasó en la noche fue más un capricho que un impulso pero admito que entrar en él, sentir su piel, sus gemidos… todo, me hizo alcanzar un punto del cual hace tiempo no alcanzaba.

Y quería más.

Quería saber hasta qué punto lograba satisfacerme, pero era curiosidad peligrosa. Él comenzaba a convertirme en su esclavo, pero es tan orgulloso y fácil de engañar que no se da cuenta.

Me impresiona que aún no vea que si él se va yo me volvería un poco más cuerdo de lo que ya estoy. Porque si algo no tolero es dejar algo que me pertenece. Puede sonar muy posesivo pero el mocoso me pertenecía de algún modo, lo admitiera o no él también me considera parte de su propiedad, si no, sus ataques de celos no serían tan excesivos y violentos.

Agarré la llave y medio cojeando fui al restaurante de la parte trasera del hotel, al menos ahí sabía que no iría el mocoso y no me darían ganas de matarlo de nuevo. Pasé de largo a los chicos que sonreían, sentía cierta repugnancia por algunas pero con tal que ofrezcan sexo y muerte no hay problema. Me senté en una mesa hasta el fondo y esperé a la camarera de la otra vez, mi querida Rose que era su verdadero nombre

—¿Vas a ordenar o hablarás con el gerente?

—Preguntó él suavemente.

—Ambas —Sonreí.

—Primero ve con el gerente, la comida puede esperar, George no — Dijo Rose.

—Te sigo preciosa —Sonreí coquetamente.

Rose era de hecho bastante guapa y una sumisa de primera, podría servir si fuera más ruda pero no, era muy, muy, MUY débil. Cruzamos la cocina y subimos unas escaleras al fondo, Rose tocó una puerta y se abrió, los guardaespaldas se apartaron.

—Finalmente llegas —El gerente del hotel, George me saludó.

—Problemas matutinos —Hice una mueca y me senté en la silla.

—¿El perro salió huyendo de casa? —George le dio un sorbo a su café humeante.

—Algo así —Reí.

—¿Cuándo me traerás al chico? Quiero conocerlo… —George depositó su café.

—Trataré —Dije simplemente.

—Bien —George agarró una carpeta— Tengo lo que me pediste.

Mis ojos brillaron al instante, George me tendió una carpeta amarilla que abrí inmediatamente desesperado por ver el interior. Saqué unas fotos de un hombre calvo y en traje, tenía un tatuaje de una serpiente cerca de la oreja. Iba de las sienes hasta el principio de la oreja.

—¿Quién es? —Pregunté.

—Tsubasa Wang —Explicó George— Él es la mano derecha del “Dragón”

Seguí hojeando, era el mismo hombre en distintos días pero otro hombre comenzó a aparecer también. Tenía el cabello naranja casi rapado y portaba el mismo tatuaje que Tsubasa, llevaba un traje azul marino y un extraño aparato a la mano. Coloqué la foto en la mesa y lo señalé.

—Shi Hongstu —George observó bien la foto— Él fue quien corría la información del “Dragón” con los que trabajaban para él. Aunque claro, sólo traicionó.

—¿Y la mujer? —Pregunté mientras señalaba a una mujer que aparecía en distintas fotos.

George observó bien la foto, había una mujer de cabello negro, lacio y muy fino. Tenía igualmente la misma marca del dragón pero más chico, hablaba por teléfono. Portaba un vestuario negro y un anillo de compromiso con un logo, apuesto que un dragón.

—Akira Hongstu, esposa de Shi —Explicó George— Estafadora y buena manipuladora.

—Y supongo que la hija es ella —Señalé otra foto donde aparecía una chica joven de mi edad aproximadamente. Se parecía bastante a Shi pero el cabello era idéntico a la madre.

—Daika —George sonrió— Trabaja en el hotel.

—¿Enserio? —Sonreí como gato.

—Por algo te pedí que vinieras —George sonrió aún más— Trabaja en los cocteles cerca de la tienda color verde, sale del trabajo a las seis así que tienes de ahí hasta las ocho para traerla junto a mi oficina. Cuando termines tu trabajo mis chicos irán a botar el cadáver.

—Hecho —Sonreí más— ¿Algo que necesite saber?

—Mantén alejado a tu… secuaz mientras haces esto.

—Créeme, lo estará.

—Bien.

—¿Y para qué me pediste que lo trajera si no ha hecho nada? — Levanté una ceja.

—Quizás no lo veas a primera vista, pero ese chico es muy… importante. —George se acercó

— No sé si fue cosa del destino, pero la vida es muy perra. —¿Por qué dices eso? —Pregunté confundido.

—Ese chico no es quien parece ser —George alzó un portafolios, traté de agarrarlo— Alto ahí muchachito… si quieres la información sobre tu querido novio…

—No es mi novio. —Dije lentamente y de manera amenazante.

—Lo que sea —George sonrió más— Necesito que mates no solo a Daika sino también que me traigas su collar de luna.

—¿Para qué? ¿Todo por un simple collar?

—Solté una carcajada.

—Ese simple collar vale casi más de diez millones de dólares — George enarcó una ceja

— Espero que la codicia no sea amiga tuya. —La dejé hace tiempo.

—Bien, tráeme el collar y verás todo sobre este pequeño chico.

—¿No puede ser ahora? —La curiosidad me desgarraba.

—Aún no, primero el collar.

—Bien.

—Solo una cosa —George carraspeó la garganta— Pese a lo que leas, tú deberás seguir como estás con él. Sin cambiar nada, podría resultar muy malo.

—¿Tan sucio es el secreto? —Sonreí con malicia.

—Te lo repetiré chico, no sé si la vida es muy perra o es coincidencia… pero esta chico y tú tienen una conexión importante que pronto descubrirás.

—¿Y no deberé cambiar debido a malas o buenas noticias?

—Eso dependerá de ti.

Asentí y me acerqué a la puerta, Rose abrió la puerta y salió primero para guiarme.

—Tráeme por favor el collar mañana en la noche —Dijo George antes de que cerrara la puerta.

Me quedé en silencio y luego suspiré, seguí a Rose hasta llegar de nuevo al lugar donde estaba. Me senté y me froté las sienes, Rose se sentó junto a mi.

—¿Te traigo fruta? —Preguntó él suavemente.

—Por favor —Suspiré— Y lo de siempre.

—Bien —Rose lo anotó en su libreta.

Mis ojos pasaron vagamente por el lugar para ver si de casualidad el mocoso aparecía entre la multitud.

Recorrí de nuevo el lugar y luego observé por la ventana.

—Está en las piscinas —Dijo Rose.

—¿De qué hablas? —Levanté la ceja.

—Lo estás buscando, ¿no? —Rose se cruzó de brazos— Está en la piscina.

—No me interesa —Rodé los ojos.

—Sí, si te interesa —Soltó Rose con brusquedad— ¿Y te digo algo?

La voltee a ver, por más que odiara que me hablara de ese modo, siempre tenía razón en lo que decía y por eso nunca la callaba. Observé sus ojos avellana que mostraban insistencia y preocupación.

—¿Qué? —Solté groseramente. —Deberías dejar tu orgullo en fila de espera

—Desvié la mirada, pero Rose la buscó— Hablo en serio, escúchame por favor.

La voltee a ver de nuevo, ella se acercó aún más. Sabía lo que diría, no era la primera vez que tocábamos temas así y de este modo. Siempre hablaba de mi ego.

—Puedo verlo —Dijo Rose, la conversación dio otro tumbo— Puedo ver que te preocupas por él, en el restaurante no dejabas de mirarla y siempre estás atento a sus movimientos.

—Lo hago para que no haga estupidez y media —Me defendí. —No, no es así y lo sabes —Rose se levantó

— Puede que estés podrido por dentro, pero si ese chico logra despertar algo en ti…

—Algo que no sucederá jamás —Dije con sequedad.

—No lo pierdas.

Rose se fue y desapareció dentro de la cocina. Negué con la cabeza y observé de nuevo por la ventana, sin embargo las palabras de Rose retumbaron en mi cabeza sin control. No tenía sentido, él y yo… simplemente sería una catástrofe.

Desayuné con tranquilidad y salí a pasearme por las áreas verdes. No quería verlo, sentirlo o siquiera mencionarlo. Me estaba aterrando el hecho que comenzaba a sentir la NECESIDAD de saber qué hacía, con quién, cuándo, por qué…

Era su maldito esclavo.

Las intenciones del mocoso antes eran muy claras pero ahora dudaba lo que realmente él quería, apuesto a que ni él sabía qué hacer. Él en el fondo aún quiere matarme pero se ha dejado contagiar por mi locura.

Su necesidad de encontrar un semejante era más fuerte que su deseo de venganza. Estaba desesperado y ahí nos diferenciábamos.

Él busca ser la dependencia de alguien, a quien anclarse mientras que yo me alejo para justamente no depender de alguien ni volverme cercano a esa persona. Aunque el mocoso batió récord, llevamos casi dos meses juntos… ¿o más? ¿Menos? No lo sé pero realmente no importa, nuestra relación creció a grandes pasos y ambos sabíamos que éramos la cura y a la vez perdición del otro.

El reloj dio las seis de la tarde con tres minutos. Observé a la joven Daika despedirse de su jefe y salir. Tomó un atajo para ir a las habitaciones de empleados pero tomé un atajo para cruzarla. Choqué “accidentalmente” con ella.

—Lo lamento —Dijo él con un acento extraño.

—No pasa nada —Sonreí.

—¿Seguro? —Comenzó a jugar con su cabello.

—Sí, soy Luke —Sonreí con falsedad.

—Daika —Estrechó mi mano.

—¿Vas a tu cuarto? —Pregunté.

—Sí, a dormir —Sonrió con nerviosismo.

—Están fumigando por las cucarachas —Susurré— En quince minutos ya puedes ir.

—¿En serio? —Daika observó el lugar.

—Muy seguro —Asentí.

—En ese caso iré a pasear —Suspiró.

—¿Quieres que te invite algo? —Sonreí.

—Oh qué amable —Sonreí— Claro caballero.

Le ofrecí mi brazo quien tomó con una sonrisa estúpida y enrojecimiento en sus mejillas. Caminé con ella por los restaurantes, pero me desvié por la parte de atrás hacia la zona alejada donde me había dicho George. Daika observó el entorno.

—¿Qué hacemos aquí? —Preguntó desconfiada.

—Vine por algo —Sonreí y me acerqué.

—¿Qué cosa? —Retrocedió.

—Mi cuchillo.

Lo saqué y me abalancé sobre Daika quien comenzó a gritar, le tapé la boca y enterré el cuchillo en su vientre mientras la sangre resbalaba por mis manos.

Feliz de poder sacar mi estrés comencé a clavar el cuchillo en sus brazos y piernas para sentir la sangre caliente sobre mi cuerpo, levanté el cuchillo y la volví a apuñalar, mi ataque aumentó peligrosamente y con fuerza, agilidad y astucia logré rebanarle una arteria del cuello provocando una hermosa fuente de sangre.

Volví a enterrar el cuchillo y con fuerza y ayuda filosa logré desprender la cabeza de su cuerpo, su torso se fue para atrás.

Comencé a reírme frenéticamente mientras veía la sangre espesa, el fuerte olor perforó mis fosas nasales pero yo adoraba ese olor.

Observé la ventana a mi derecha y levanté la cabeza, George estaba con su pipa y sonrió. Los dos guardaespaldas se acercaron a mí, guardé

el collar en mi bolsillo y asentí. Ellos me devolvieron el gesto, sacaron una foto del cuerpo y luego metieron ambas partes en bolsas de plástico.

Yo aún no me saciaba.

Mi diversión apenas comenzaba.

Me escabullí por las plantas y saqué la máscara de mi bolsillo, me la puse y observé a una joven caminar en la solitaria área. La seguí por detrás y cuando llegamos a la zona obscura le tapé la boca y la golpee con fuerza para noquearla, agarré el cuchillo y comencé a clavar la punta en sus manos, estómago y cara. La deformé completamente pero el sonido de sus huesos crujiendo fue melodioso. La sangre resbalaba por mi ropa y mi excitación aumentaba con cada minuto.

Le clavé el cuchillo en el pecho y justo en el corazón mientras la sangre me salpicaba la máscara y las mejillas. La mujer había forcejeado y me había enterrado sus uñas por lo cual decidí, una vez muerta, arrancarle cada una. Me hubiera encantado hacerlo cuando estuviera viva pero causaría mucho escándalo y eso sería malo. Observé el mar no muy lejos, cargué el cuerpo y por las sombras me escabullí hasta llegar.

Observé el gran incinerador en la cabaña privada de empleados y tiré a la mujer. Su cuerpo se quemó en segundos y fue cuestión de minutos hasta que solo los huesos quedaban entre las cenizas.

Observé la luna alzarse, debía llegar al cuarto y asegurarme de que el pequeño estuviera en el aeropuerto si no lo encontraba aquí.

Él aparecería, por la buena o por la mala. Me escabullí y fui descalzo pasando por los arbustos, entré corriendo al elevador rogando que nadie me viera. Por suerte la planta estaba casi vacía y pocas veces salían.

Llegué hasta el fondo pero me detuve al ver la luz prendida a través de la fina ranura por la puerta mal cerrada. Sin dudarlo abrí y me llevé una agradable sorpresa al ver al fastidioso mocoso revolviendo la recámara. Él me observó y se alejó con rapidez, chocó con la puerta de la terraza y me observó con terror.

Adoraba eso.

—Cometiste un gran error al regresar pequeño… —Dije con burla— ¿Buscas esto? Saqué el boleto e inmediatamente sus ojos brillaron, lo rompí en dos y vi su rostro tensarse.

—Ups —Sonreí— ¿Realmente creías que te dejaría ir?

Iba a avanzar pero el televisor interrumpió, aparentemente el maldito hermano del mocoso se había encargado de hacer viral su desaparición. Sin duda alguna debía evitar que la reconocieran o peor aún… que usara eso para alejarse de mí.

Dijo algo y se aferró a su mochila para salir corriendo, pero como acababa de asesinar, mi instinto asesino estaba a flor de piel y resultaría fácil cogerlo.

Brincó y trató de correr a la puerta, pero lo jalé y tumbé debajo de mí, se dio la vuelta y forcejeó con ganas al ver como su ropa se iba impregnando de rojo de dos distintas chicas.

—Ahora si no te salvas —Sonreí— ¡VOY A MATARTE!

Enterré el cuchillo pero él lo esquivó y se enterró en el colchón, lo extraje y lo volví a levantar. El mocoso buscó desesperado una salvación, pero llevó sus manos a mi rostro y retiró mi máscara, quería carcajearme ahí mismo.

Él se hizo chiquito y comenzó a temblar.

—Ya no debo temer —Sonreí más— Pudiste pensar en algo mejor.

—Eso quería exactamente —Contestó él.

Aprovechó mi debilidad debido a la distracción y con fuerza sobrehumana me jaló de la camiseta para quedar ahora él sobre mí. Podía quitarlo con facilidad, pero quería ver qué hacía y cómo reaccionaría al tener mi vida en sus manos.

Aflojé mi mano para que creyera que me había arrebatado mi cuchillo y me apuntó con él fijamente. Sonreí, algo mejor que morir a manos de un loco igual que tú era ser asesinado por tu propio cuchillo.

—Bien mocoso… —Esbocé una sonrisa— Es tu momento. Mátame. Muéstrame de qué estás hecho — Quería provocarlo— muestra el monstruo que tienes dentro —Sobé su mejilla, él se tensó al instante y apretó con más fuerza el cuchillo— El bello monstruo que he creado.

Su cuerpo comenzó a temblar ferozmente, sus ojos mostraban pena pero a la vez furia. Podía ver las llamas danzantes en sus bellos ojos verdes, era hermoso. Él apretó el cuchillo con fuerza y cerró los ojos, tomó aire y clavó el cuchillo debajo de él.

Me sobresalté un poco al creer que mi había dado realmente pero de hecho lo clavó en la abertura ligera entre mis piernas. Tomé aire a la vez

aliviado y un poco decepcionado. Creí que realmente me mataría pero si me había dejado vivir era por algo.

El mocoso desprendió el cuchillo de nuevo, lo sujetó con firmeza y se llevó ahora la punta del cuchillo apuntando a su corazón. Me sobresalté de tan solo pensar lo que pensaba hacer.

—¡No puedo matarte, maldita sea! —Gritó mientras se clavaba la punta del cuchillo en el pecho.

—Hey… —Abrí mucho los ojos— Deja el maldito cuchillo —Me aterraba de un cierto modo la idea de que se clavara el cuchillo allí mismo.

—¡No me digas qué hacer! —Su voz salió ahogada y con mucha furia desbordada.

—¡Deja ese cuchillo! —Ordené— ¡PARK JIMIN HAZME CASO, MALDITA SEA!

El mocoso me observó sorprendido y noté que era la primera vez que lo llamaba por su nombre completo. ¿En serio me lo había aprendido?

Sujeté su mano y le arrebaté el cuchillo aprovechando su distracción.

El mocoso se tapó el rostro y su mano cubrió toda su mirada.
La curvatura de su espalda y la manera tan robótica en la que subía y bajaba su pecho me hacía entender que estaba llorando. Me senté para quedar a su altura, su cuerpo se había manchado ligeramente de sangre.

—Baja tus manos —Ordené.

—No —Dijo él.

— Ya sé que estás llorando —Resoplé— Bájalas. —¿PARA QUÉ? —Aulló.

—Oh qué la chin… —Me frené— Baja las manos, no lo repetiré mocoso.

No me hizo caso, agarré sus manos y las bajé con fuerza. Él desvió la mirada mientras mordía su labio. Agarré su mejilla y lo obligué a verme, me clavó sus ojos ahora rojizos y ligeramente hinchados. Destensó sus labios y las lágrimas corrieron de nuevo por sus ojos.

—¿Por qué no puedes matarme? —Dije con voz firme e imponente.

—No lo sé —Dijo él mientras bajaba la mirada — No puedo…

—¿No quieres matar a alguien… o no puedes matarme a MI? — Sonreí con cierta burla.

—Un poco de ambas —Negó con la cabeza

— Pero ni yo sé por qué no puedo matarte… mi cuerpo se bloquea al verte y… y… —Se ahogó con sus palabras— ¡Y déjame en paz, maldita sea! ¡TÚ ERES EL CAUSANTE DE TODO ESTO!

Me empujó con fuerza y se levantó de la cama. Caminó a la terraza y se apoyó en sus codos, volvió a hundir su rostro entre sus manos. Cogí el cuchillo y lo dejé en la mesa de noche, me acerqué a él tocando ligeramente su hombro, él levantó la mirada y me miró a través de su hombro.

—¿Qué quieres? —Espetó.

—Una explicación —Dije entre dientes.

—No hay ninguna —Me barrió con la mirada —Déjame en paz carajo.

—¿Qué es lo que quieres? —Me pasé la mano por el cabello— ¡Yo ya estoy harto! ¿A qué demonios juegas? ¿Qué pretendes hacer?

Él bajó la mirada y negó con la cabeza, tomó aire y aguantó la respiración unos segundos. Se frotó sus brazos y levantó suavemente la mirada.

—Mátame… —Susurró— Por favor mátame.

—No lo haré —Respondí al instante— ¿Por qué me pides semejante cosa?

—¡Porque estoy harto! —Gritó— ¡No tengo que hacer en esta mierda de mundo!

—Estás aquí por algo —Apreté mi quijada. —No… —Suavizó su voz— Yo quiero ser feliz…

—Me observó con los ojos cristalinos— ¿Por qué no puedo ser feliz? Yo simplemente quiero liberarme y disfrutar, ser libre…

Me quedé estático viéndolo, estaba repitiendo exactamente las mismas palabras que yo cuando era más chico y mi trastorno había comenzado. Abrí la boca pero no sabía qué decir realmente.

—Soy un cuenco vacío que no se llena

—Tartamudeó— Y quiero morir, pero no tengo el valor de hacerlo por mí mismo. Puede sonar malo pero es la verdad, quiero morir… quiero matarme y desaparecer.

—No lo harás —Dije seco— No lo permitiré.

—¡DAME UNA RAZÓN! —Gritó— ¡UNA MALDITA RAZÓN! —Te necesito —Dije simplemente.

—Aja, ¿y en dos meses dirás lo mismo? —Su mirada penetró fuertemente dentro de mí— No lo entiendes, tú al menos tienes una cosa que te hace feliz. Matar. Yo no, no tengo nada que me satisfaga.

Lo observé detenidamente y esbocé una sonrisa. Claro que había cosas que la satisfacían pero aún no las conocía. Medité bien lo que haría pero no duró demasiado, estaba seguro. Me acerqué lentamente y coloqué mis manos en sus hombros, ambos cruzamos miradas.

—Escúchame bien porque será la primera y última vez que me oyes hablar así —Suspiré y él asintió levemente— Puede que pienses que no eras nada y que no tiene rumbo fijo tu pequeña vida, pero escúchame bien mocoso… como tú, no hay otro. Nunca en toda mi maldita y miserable vida había encontrado a alguien como tú y no sé cómo describirlo, eres especial y aunque se oiga muy mal — Sonreí— Tu monstruo vale la pena desarrollarlo. No somos de los buenos, entiende eso. Así que aprende entonces a estar con los malos —Levanté su barbilla— Porque tienes potencial y sería una verdadera lástima que murieras. ¿Comprendes? No quiero que mueras mocoso…

Él me observó detenidamente y sonrió levemente.

—Ahora no me obligues a decir otra vez tanta cursilería —Suspiré— En serio, no me obligues.

—Eres un idiota —Sonrió débilmente.

—Lo sé mocoso… lo sé.

Él rio débilmente, retiré mis brazos de sus hombros y suspiré, él me observó.

—Me odiarás pero… —Me abrazó con fuerza — Gracias.

Apreté mis puños para evitar empujarlo, le di pequeñas palmaditas en su espalda y lo jalé suavemente. Él se apartó y secó sus lágrimas. Bajó la mirada e hizo una mueca.

—Creo que… —Estiró su camisa— Debe lavarse.

—Sí —Suspiré— Ojalá se le vaya la mancha.

Él asintió y caminó pero se frenó en seco, me observó y avanzó hacia mí. Levantó mi camiseta y observó la venda, la retiró y vio la herida cosida.

—¿Estás bien? —Preguntó él— Acabo de recordarlo.

—Sí —Me quité la camiseta y la dejé en el suelo— No duele.

— Y es por eso que no debes dejar tu cuchillo cerca de mí —Bromeó.

La observé con cierta burla y deseo, sus pies estaban apuntando hacia mí al igual que todo su cuerpo pero su rostro estaba de perfil.

Observaba con cierta nostalgia la lejanía, como si quisiera alejarse de su presente para correr a un futuro desconocido.

—¿Qué dices? —Sonreí— ¿Segunda ronda?

—¿Segunda ronda? —Levantó una ceja confundido y me volteó a ver.

—Sí —Me acerqué a él y pasé las manos por la sangre de su camisa— No sé tú, pero la sangre y la cama me dan unas feroces ganas de probar nuevas técnicas.

—Pero —Comenzó— Pero tú dijiste en la mañana…

—Shhh —Coloqué mi índice en su boca para callarlo— Ya te he dicho que pocas veces cumplo con mis palabras.

—No será una buena idea —Se zafó de mi agarre— No.… ya no

caeré, al final solo soy otro del.…montón.

—¿En serio creías que hablaba enserio? —Reí — Ay pequeño eres bastante fácil de engañar.

—No hay nada que me diferencie de los demás así que no —Dijo serio.

—¿Te dejo vivo, dormir conmigo, llevo de viaje y no es suficiente? — Alzo una ceja.

—No —Negó con la cabeza— Si vas a.… jugar… así conmigo, debes

hacer algo para que me sienta un poco más arriba que los demás.

—Es que ya lo eres mocoso.

—No basta —Negó con la cabeza— Quiero que me demuestres que realmente valgo algo, aunque sea un poco para ti.

—¿Y qué debo de hacer? —Me recargué en la pared y sonreí.

—No sé, algo que nunca hayas hecho con los “otros” —Hizo comillas con sus dedos.

—Creo que tengo unas cuantas ideas en mente —Pasé mi pulgar por mi labio y lo observé detenidamente “No lo dejes ir”

—¿Y bien? —El mocoso lamió sus labios— Soy todo oídos.

—Te haré una petición —Me tensé un poco— Y serás el único a quien se la haga. A ningún otro chico se la he hecho porque simplemente no funcionan y son estúpidos inútiles, pero tú, parece que te lo has ganado.

—¿Qué quieres que haga? —Preguntó él.

—Huye conmigo —Un nudo se formó en mi estómago— Y no te alejes nunca de mí.






ASESINO DE PRINCESAS - yoonminWhere stories live. Discover now