- ; 𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍
DAISY y GEORGE se enamoraron cuando eran adolescentes y es una huella que no pudieron borrar de sus corazones; en definitiva, es mucho más difícil tratar de ponerle punto final a algo que ni siquiera debería haber terminado.
Day, en...
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Caminé intentando seguirle el paso a Max, quien apenas se molestaba en fijarse si no me tropiezo con mis propios pies. Está bien, está nervioso por esta nueva temporada, así que no quiero molestarlo mucho tampoco. Siento a alguien mirándome, así que levanto mis ojos de la libreta y lo veo.
Mi corazón parece detenerse por un milisegundo y luego vuelve a la normalidad una vez que Max me devuelve a la realidad con su grito de "¡No hay tiempo que perder, presta atención!".
Los ojos de George se cruzaron brevemente con los míos. Solo fue un segundo, pero fue suficiente para alterar el resto de mi día. Sus ojos azules, encontrándose con los míos avellana, era algo que no esperaba que sucediera tan pronto. Hoy comenzaba como ingeniera de Max y ni él ni mi padre dejaban de poner presión en mí. Después de su derrota en 2020, no querían que volviera a pasar por lo que me sacaron de mi tranquilidad y me llevaron junto a ellos. Está bien, estoy bien aquí, donde mi hermano me necesita.
Sentía que no podía negarme.
Me ubico en mi asiento junto a Horner, quien me sonríe con confianza y da un pequeño asentimiento con la cabeza, como si tuviera todo bajo control, como si la experiencia me diera una seguridad que en realidad no tengo.
No puedo concentrarme. Ni siquiera puedo pensar en George y en sus estúpidos ojos azules que me tienen suspirando desde los 14. Soy una tonta. Tonta, tonta, tonta. Él seguramente está con alguien más. Intento despejar mi mente y hacer lo que mejor sé hacer, por más difícil que sea.
Al final, la carrera no salió mal, pero no fue suficiente. Nunca era suficiente para Max cuando se trataba de ganar. Si no era el podio, era la vuelta rápida. Si no era la vuelta rápida, era el sprint.
Me escapo de mi hermano, quien no había dejado de protestar desde que terminó la carrera, para tener al menos cinco minutos de paz. Por suerte, mi padre no estaba aquí este fin de semana, lo cual era extraño pero no me quejo.
Recojo mis cosas del box e intento salir del paddock lo antes posible sin que alguno de los chicos me note.
-¿Alguna vez te dijeron que irse sin saludar es de mala educación? -pregunta alguien detrás mío y me tenso. Sé que no es George, pero casi.
-Lo siento, Lex... -le contesto, relajando mi semblante y hombros. Él se acerca a mí y me acompaña hasta la salida del paddock.
-¿Ya viste a George?
-No -miento, pero me arrepiento al instante-. Bueno, sí, pero no le hablé, estaba ocupada.
-Se estuvo comportando como un adolescente todo el día. Creo que se miró al espejo más veces de las que suele hacerlo -me río ante el comentario porque puedo imaginarlo.
Todos estos años no había perdido rastro de George. No quería hacerlo, pero tampoco iba a aparecer e irrumpir en su vida como si nada. No era justo. Además, cuando quise volver, parecía que ya era demasiado tarde para nosotros, él tenía a alguien más.
-Quizás pueda verlo en otra ocasión -Alex se ríe, negando-. Estaba trabajando. Ya no estoy como acompañante de Max, ahora él y el equipo me necesitan.
-En algún punto tendrás que dejar de preocuparte por lo que los demás necesitan y empezar a pensar en lo que tú necesitas. Vengo diciéndolo hace años, Day -aprieto los labios con desacuerdo aunque tiene razón. Aún así, no quiero que use ese estúpido apodo.
-Lo sé... -respondo en un tono bajo-. Y no me llames Day -le pido-, ya nadie lo hace.
-George sí, nunca ha dejado de hacerlo -llegamos a mi auto y decido fingir que no escuché lo que dijo. Es más fácil así, sin George buscándome en medio de la multitud, sin tratar desesperadamente de que nuestros ojos se encuentren cada vez que pueden, sin distracciones para la temporada. Alex abre la puerta del conductor para mí.
-Va a haber una cena de comienzo de año... -empieza a decir.
-No, no voy a ir -mi amigo aprieta los labios en desacuerdo.
-De hecho, tienes que. Todos lo harán, seremos muchísimos, pero todos están invitados.
-¿Por qué me lo estás diciendo? -le pregunto, algo incrédula.
-Porque no quiero que George y tú se topen de sorpresa sin siquiera recordar cómo hablar el uno con el otro.
-No te preocupes, me ocuparé de que eso no pase -contesto, metiéndome al auto. Odio escuchar esas palabras, pero odio mucho más que tenga razón. Cuando una relación termina, no solo se deja atrás a la persona con la que estuviste, sino que todo lo que vivieron, el lenguaje que tenían, los gestos, las caricias, todo lo vivido desaparece.
-Vas a explotar si sigues guardándolo todo, Daisy. Atrasar lo inevitable no significa que no sucederá -exclama, resignado a que le haré caso, y se despide de mí golpeando suavemente el techo del auto.
