Capítulo 2

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Abbi se despertó muerta de frío. Instintivamente busco la manta que estaba hecha una bola en sus pies debido a las numerosas vueltas que dio durante la noche. Había dormido fatal. Le costó piyar el sueño por que no podía parar de darle vueltas al incidente del día anterior. Y aquello no solo la persiguió por la noche; durante toda la tarde lo sufría por culpa de su hermana que no podía parar de burlarse de su metedura de pata. También en sus clases de verano de alemán y francés, a las que asistía para obtener puntos extras en su beca. Entre los die, der, das y los je, nous, vous, ese tal Henry y su amenaza la perseguían.

"Henry... ¿Por qué no tiene nombre coreano? " Físicamente no había duda alguna de que lo era, al igual que Shin Woo y Sang Jae.

Ay, Sang Jae!" Solo recordar su nombre le hacía sentir de nuevo esa sensación burbujeante. Cuando no estaba renegando por el percance con Henry, estaba pensando en Sang Jae. Se sentia poderosamente atraida hacia el. Por ello fue prudente y no le hablo de aquello a Valeria. Hubiera sido cavarse una tumba de continuas insinuaciones y comentarios subidos de tono. Tampoco se lo mencionó a Itzel, su mejor amiga, durante su charla diaria ventana a ventana antes de irse a dormir. Ella era demasiado romántica y metería en su cabeza indicios de un posible romance que era poco probable que llegara a existir. Cerro los ojos con intención de volver a dormir y pese a que sabía que no debía alimentar unos sentimientos que no serian correspondidos, no pudo evitar imaginarse como sería. El la buscaria por el hotel, hablarían, tontearían, se besarian furtivamente en algun rincón.

- ¡Abbiiiii!-el grito de su hermana, que provenía del piso de abajo, le saco de sus fantasías.

Cuando bajó, Valeria estaba engullendo unos cereales mientras ojeaba una revista de cotilleo.

-¿Tienes que gritar tanto ?- golpeo con un dedo la revista y esta cayó al suelo.

Le hizo un gesto amenazante con el puño mientras la recogía. Llevaba puesto un vestido morado con minúsculas flores blancas que le daba un aire de inocencia que no era para nada un reflejo de la realidad.

- No puedo molestarme en ir a tu cuarto a buscarte, tengo mucha prisa.

-¡ Oh si, ya veo! -señaló la revista-. Perdiendo el tiempo con líos amorosos a estas horas de la mañana, como si no tuvieras ya bastantes tu.

-Los de ellos tienen más glamour -metió la cabeza de nuevo en la revista. Un mechón de pelo estuvo a punto de caerle al tazón del desayuno- ¿Sabes quién está liado con esa cantante tan cursi?

-No me interesan la vida amorosa de nadie -se templo las manos con el calor que desprendía su taza.

-¡Así te va !-resopló-. No te interesan ni la tuya, por eso llegaras virgen al geriátrico.

- ¡Valeria Márquez Fernández no se habla de marranadas en la mesa! -la dulce pero imperativa voz de Sara, su madre, llego desde la cocina.

Al momento asomó la cabeza por la ventana que comunicaba la cocina y el salón. Llevaba un moño hecho sin mucho cuidado y ya se había maquillado los ojos con lápiz negro y un poco de rímel.

-¡Mira a ver! Seguro que se te enfriaron las tostadas.

Abbi cogió una tostada y comprobó que efectivamente estaba fría, pero negó con la cabeza mientras la mojaba en su taza de Chat Noir. Aquella taza era un recuerdo del único viaje que había hecho en su vida. En el instituto lograron sacar el suficiente dinero para poder irse de viaje de fin de curso a Paris. Le encantó aquella ciudad, pero sobretodo le encantó la sensación que despertó en ella viajar, conocer otros países y culturas. Por eso decidió estudiar la carrera de turismo, poder dedicarse a ello y aprender idiomas. Abbi se veía en un futuro trabajando en una agencia organizando viajes de ensueño o de guía turístico por las calles de Roma.

Olvidé quien era.Where stories live. Discover now