D o c e.

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Mis ojos fueron abiertos lentamente, el sol se colaba por el gran ventanal, me estiré haciendo que mis huesos sonaran, giré mi vista a mi lado y ahí estaba él. Lisandro Martínez.
Pareciera que hasta dormido, llevara cara de rudo, porque claramente su ceño estaba fruncido, sus labios demasiados hinchados por los besos de anoche, lo que causó que se me escapara una risita. Estaba boca abajo, mirando hacia mi dirección, su respiración era lenta y estaba tapado hasta la mitad de su cuerpo, dejando ver aquella espalda tonificada que me estaba volviendo loca de nuevo.

Me destapé lentamente, buscando con mi mirada el vestido, junto a la ropa interior. Me empecé a vestir rápidamente, él seguía descansando. Salí de la habitación para ir hacia el piso de abajo y busqué por todos lados una hoja.
No pasó mucho tiempo, que la encontré.

"GRACIAS".

Fue todo lo que escribí y se lo dejé en el lugar dónde dormí. Volví a bajar y salí de la casa, para emprender un viaje largo caminando y buscar un maldito taxi.


Terminé tomándome un colectivo, pasó más rápido, mientras tanto saqué mi celular, que claramente mi whatsapp estaba lleno de mensajes y llamadas por parte de Noe.

• Eu perri
• Gorda
• Charo, estás bien? Pasó algo?
• Avisame si estás bien,porfa
• No me asustes
• Euuu

• Perdón bebita, me quedé en lo de Licha.

• Al fin, hdp. Que pasó? Durmieron juntitos???????

• Si, te cuento todo en casa. Voy en bondi.

Bloqueé el celular y seguí mirando por la ventanilla del colectivo el gran viaje desde la casa de Lisandro, hasta la parada más cercana a mi casa.




Al cabo de unos minutos, llegué. Me vi por el vidrio de un local y la puta madre, estaba hecha un asco.

— Hola, buen día. — habló el señor Miguel. Un hombre mayor que vivía en el mismo piso que yo.

— Buen día. — dije, mientras yo entraba al ascensor y él salía.

Las puertas del ascensor se cerraron, me quedé mirando mi reflejo en el gran espejo de aquella caja metálica, me puse el pelo atrás de mi oreja y mis ojo se llenaron de lágrimas. Había estado con Lisandro y algo dentro de mí volvía abrir aquella herida que creía haberla cerrado hace mucho tiempo.
Me sentía muy diferente, tanto, que creía que le estaba fallando a mi propio hijo, causando así; ganas de vomitar de tan sólo verme en aquél espejo. Tiré mi cabeza hacia atrás y largué un largo suspiro.

Ya no quería volver a verlo nunca más y tenía mis razones.

Las puertas del ascensor se abrieron, salí y me encaminé rápidamente por los pasillos, hasta llegar a mi departamento, lo cuál lo abrí rápidamente y me adentré a éste.

Ahí estaba él, mi pequeño Lauti, me miró por unos segundos y luego frunció el ceño, estaba molesto.
Era extraño porque él nunca se enojaba si llegaba tarde, pero claramente no era por el horario.

Tomó su pulsera de color blanco y la estiró tan fuerte, que las bolitas salieron disparadas, para luego caer al suelo y rebotar.
Noe se quedó estática de pie en la cocina, mientras veía la escena. Mi hijo se bajó del sillón y salió corriendo a su pieza, haciendo que se escuchara un portazo. Mi celular sonó. Miré mi muñeca y claramente la pulsera de Lauti, la cuál había tenido un percance la noche anterior, tampoco estaba.

Ahí fue, cuándo entendí el enojo de mi pequeño hijo.

Nuevamente la había vuelto a perder, pero claramente ya no podía hacer nada. Suspiré para luego meterme al cuarto de baño y desvestirme rápidamente, abrí el agua, que dejara caer en la bañera así se llenaba, con mucho jabón para que hiciera espuma. Al ver que se llenó, saqué mi celular de la cartera de mano y puse spotify, me metí a la bañera y me sumergí en el jabón, con agua caliente. Cerré mis ojos y empezó la primera canción.

《《《《《《《》》》》》》》

《《《《《《《》》》》》》》

La puerta se abrió rápidamente, causando que una oleada de viento fresco golpeara con mi cuerpo mojado con temperatura caliente. Ahí estaba Noe, rodeé los ojos y ésta cerró la puerta. Tomó asiento en el inodoro, llevaba un café en la mano, me dio gracia. Sonreí.

— Chismecito, ahora contá. — habló emocionada y yo suspiré.

— Me invitó a un restaurante, comimos, bebimos, fuimos a la costa a tomar vino, nos tiramos al agua, después me llevó a su casa y cogimos. — conté y Noe no pestañó en ninguna palabra. Empecé a reírme.

— ¡Ah que lindo, te lo cogiste! — gritó y yo la callé, haciendo que se tapara la boca rápidamente y se riera. Rodeé los ojos divertida y me metí abajo del agua, para luego salir a los segundos.

— No me siento muy orgullosa de lo que hice, Noe. — hablé, mientras aún sonaba Born To Die de Lana del Rey.

— Pero... ¿Vos sos boluda o parás para dormir? — preguntó un poco molesta. Me reí por éso. — No tenés que sentir nada, más que felicidad. ¿Cogieron? Bien, si te sigue hablando es porque quedó todo más que bien y te busca, porque fue más que sexo para él. — contó y yo asentí.

— La cagué con Lau, es la segunda vez que pierdo la pulsera y ahora dudo que la encuentre. — hablé.

— En éso ya no puedo ayudarte, amiguita mía. — se levantó y me besó la cabeza mojada, para abrir la puerta del baño y salir.

Agarré mi celular, cuándo sonó anteriormente, definitivamente era él.  Un dolor de estómago se volvió a presenciar y abrí el mensaje.

• ¿por qué te fuiste? Ya se que son las once de la mañana, pero podríamos haber desayunado algo.

• Perdón, pero tengo un hijo, jaja.

• Ya sé.
• Mirá lo que te dejaste.

Y ahí estaba, en su muñeca puesta, la pulsera de mi amado hijo. Sonreí cómo una boluda.

Capaz tenía razón, Noe. Si me sigue hablando, es porque sintió algo más que sólo sexo.

Ya estaba jodida.

Lugar seguro. |Lisandro Martínez|Where stories live. Discover now