N u e v e.

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El partido terminó mientras yo jugaba con Polito, el perro de Lisandro. Era un bulldog francés, hermoso y gordito.

Lisandro junto a Lautaro, le ganaron a Cristian y Nahuel, ocho a tres.

Antes de que se sentaran todos a comer algo, los jugadores llevaron a mi hijo a lavarse las manos adentro.

— Me parece que se entretuvo con la play. — dijo Lisandro, mientras se sentaba al frente mío. Yo negué un poco avergonzada. — ¿Querés que entremos o te gusta estar acá afuera? — preguntó y yo lo miré.

— Me encanta tu patio, por éstas razones laburo todos los días, para darle a Lauti una casa con patio. Creo que acá afuera me siento de diez. — dije algo avergonzada y él asintió entendiendo.

Se puso de pie y se sentó a mi lado, para verme mejor.

— Bueno, Charo Baster, sino se lo hubieras dicho al boludo del Cuti, ni siquiera hubiera sabido tu apellido. — habló con una enorme sonrisa. — Y decime, que onda tu vida, te quiero conocer más. — dijo por último.

Puso una pierna encima de la otra flexionada, mientras me miraba atento, prestandome atención.

— Amm, no sé que contarte.. — dije evitando la charla.

— Bueno, desde el principio supongo, porque sé que no sos de acá... Y bien — dijo para levantar ambas cejas un poco juguetón. Negué riendo por su gesto.

— Cuándo tenía dieciocho, quedé embarazada. Mis viejos me echaron de la casa y con unos pesos que tenía ahorrados, me vine a Buenos Aires. Dormí dos días seguidos en una parada de subte y Noe me encontró. Me dio un techo, comida y una cama. Terminé de meterme en la escuela de suboficiales de la policía y quedé. Acá estoy ahora. — dije elevando ambas manos a mis lados, con una sonrisa, él hizo lo mismo.

— Perdón, pero hay algo que no me puedo sacar de la cabeza. ¿Qué fue lo que le pasó al papá de Lauti? — preguntó curioso. Yo evité su mirada y suspiré. — Va, si es que querés hablar, sino, me meto mi curiosidad en el orto, perdón. — dijo éso último y yo estallé, haciéndome olvidar de mis nervios.

— Ammm, el papá de Lauti era un año más grande que yo. Le gustaba el fútbol, jugaba en Newell's Old Boys. Un día salió de mi casa y jamás volvió.— conté, él frunció su ceño.

— Lo siento tanto. — dijo y yo asentí. — Seguro fue re difícil hacerte cargo del embarazo vos sola. — habló un poco apenado.

— Seee, pero bueno, había que salir adelante y acá estoy. Supongo que lo estoy haciendo bien. — dije, mientras podía ver a mi hijo con un joystick y los dos jugadores con él. Lisandro se giró para verlo también y pude notar que sonrió. Me miró.

— Hiciste un trabajaso enorme. Es el pibe más tierno e inteligente que vi en mi vida. Súper respetuoso también. — mis ojos amenazaban con querer llorar, pero no lo hice.

— Ojalá y su papá lo pudiera haber aprovechado. — dije mientras bajaba la mirada.

— Lo hace, quedate tranquila, que sea dónde sea que esté, debe estar mirando el pibazo que es. — respondió mientras acariciaba mi hombro. Asentí.

— Si, seguro. — dije, para luego suspirar. — Creo que ya es tarde y nos tenemos que ir. — hablé y él asintió rápidamente.

Nos adentramos a la enorme casa, mientras él buscaba la llave de su auto, los demás jugadores se despedían de mi pequeño hijo.

— Fue un gusto, Charo. — habló Cristian, mientras se acercaba a mí y me daba un beso en el cachete que respondí de igual manera.

— Digo lo mismo. — le sonreí. — Nahu. — lo nombré para darle un beso en el cachete, que él gustoso copió.

— Nos vemo', nena. — dijo para  separarse de mí.

— ¿Vamos? — habló Lisandro y ambos asentimos. Nos terminamos de despedir con la mano y nos subimos al auto.

El cielo estaba oscureciendo de a poco. Mañana tenía nuevo día laboral y Noe se quedaría con mi chico en casa.
El viaje era silencioso, no era para nada incómodo, pero Lisandro me volteó a ver cuándo empecé a reír apenas. Vio lo mismo que yo estaba viendo y también rió.
Lauti cabeceaban, con la boca levemente abierta, estaba completamente dormido.



Luego de varios minutos, el viaje acabó y nos encontrábamos en pleno Ezeiza. Bajé del auto y Lisandro hizo lo mismo, se ofreció a cargar a Lauti hasta el departamento. Me negué varias veces, pero su cerebro parecía de piedra.

Llegamos hasta el piso correspondiente por parte del ascensor y abrí la puerta de mi departamento. Lisandro se adentró primero y le señalé dónde quedaba la pieza de Lauti.

Caminé luego de haber dejado mis llaves encima de la cama y pude ver cómo Lisandro veía a mi hijo con una sonrisa, mientras le terminaba de acomodar la pierna.

Se alejó un poco de él y dio una vista de trescientos sesenta grados de la habitación de Lauti. Sonrió nuevamente al ver sus fotos, las de Messi, la del Dibu y la mayoría de otros quipos cómo Messi en el barça, el Dibu en el Arsenal y en el Aston Villa, luego Lisandro en el United y cuándo era más chico en Newell's.

— Si, a veces da mucho miedo. — le dije en broma, mientras salíamos de la pieza. Éste se empezó a reír.

— Fuaaa, nunca vi a un pibe tan hincha. — respondió y asentí. Él suspiró para poner sus manos adentro del bolsillo, indicando que estaba nervioso. — Bueno, Charo. Espero volverte a ver de nuevo, acá o en Entre Ríos. — habló y yo asentí.

— Sí, cuándo quieras o cuándo tenga franco el jueves. — hablé.

— Si, de una. Me gusta la idea. — respondió y yo le sonreí. — Nos vemos, hermosa. — dijo éso último y besó mi cachete, haciendo que nuevamente mi cuerpo temblara.

La puta madre, espero y no lo haya sentido, porque me pego un corchazo de una.
Respondí al beso en su cachete.

— Perdón por pisarte el suelo. — dijo, se refería de las veces que hago que la gente cuándo entra, se quite las zapatillas o zapatos. Reí y negué.

— Lo vas a limpiar con la lengua. — le dije regañándolo con mi dedo.

— Re mi vieja cuándo venía de jugar con el barro. — respondió para salir de mi departamento. Se encaminó hasta el ascensor y las puertas se abrieron.

Agitó su mano y yo hice lo mismo. Las puertas se cerraron y me quedé varios segundos en el marco de la puerta. Suspiré.

Mejor me voy a dormir, sino me suicido enseguida.

No puedo sentir cosas por éste pibe. Ni ahí. Mi religión no me lo permite.

Lugar seguro. |Lisandro Martínez|Where stories live. Discover now