C a t o r c e.

1.3K 97 2
                                    

Jonás y Lucas me habían pedido una explicación sobre lo que había pasado hacía unas horas atrás. Claramente Noe les contó todo, estaba demasiado molesta con Lisandro por mentirme.
Posiblemente ya no quería saber más nada conmigo, quería sexo, se lo dí y lo tuvo, ahora era un poco obvio que no volvería a hablarme.

Quince minutos, si. Hace quince minutos me fijé si me había dejado de seguir en instagram y no lo hizo, al contrario, sus amigos me empezaron a seguir también.

Entre ellos.

Emiliano Martínez. El grupito saca tobillos de Nahuel y Cristian, también Julián y Juan Foyth, que lo conocía su mamá.
De pedo conocía a Lisandro y al Dibu Martínez, aunque obviamente estaba el inigualable Messi con el fideo Di María, que hablando de éste último, también me empezó a seguir.

Voy a matar al teñido de cuarta ése, si les ha contado algo malo sobre mí.
Me considero una mina de pocas palabras cuándo se trata de gente nueva. Sólo tengo tres amigos de la juventud y posiblemente sean eternos, pero bueno. No me considero una mala persona, siempre busco la manera de arreglar cosas que nunca rompo y pedir disculpas cuándo no me corresponde. Nunca puedo decir que no, al menos que sea mi hijo quién lo desee, pero ésto último pasa a veces.

Opino que él no tiene nada que decir malo sobre mí, soy una chica bastante simple, me exijo demasiado en temas de estudio y trabajo, éso sí. Pero jamás le falto el respeto a nadie, a pesar de la vida que llevé; con un padre alcohólico y violento, junto a una mamá sometida. Tengo demasiados valores y también sé sobre relaciones tóxicas, jamás estaría en ésa posición, no lo aguantaría ni por mi hijo.

— ¿O sea, qué si salen? — preguntó Jonás, mientras sacaba la tapa de las pizzas que dejó encima de la mesa.

Lautaro Baster, me miró con el ceño fruncido y los ojos entre cerrados.

— ¿Qué? No, ni en pedo. Sólo salimos una vez, nada más. — respondí, mientras sentaba a mi hijo en otra silla.

Hice una seña a mis amigos para que dejaran el tema de lado, ya que Lauti, era demasiado celoso en ése aspecto y temía que tuviera algo con alguien, y dejara de amar a su padre.

Mis amigos entendieron y la cena fue demasiado divertida. Mi hijo abrió regalos de navidad que Jonás y Lucas tenían preparado, y pronto llegaba año nuevo. Mañana era treinta y uno, y mi cumpleaños. Todo era tan nuevo para nosotros. La hermana de Noe, cuidaría mi departamento todos éstos días que no estaríamos.
Pero me resultaba un poco extraño e incómodo estar lejos de mi casa, sin dormir en mi cama, con mis colchas y usar baño de otros. Iba a ser algo difícil éstas semanas.




Ahora mismo, nos encontrábamos recostados en la misma cama, yo acariciaba el pelo de mi hijo, suavemente, mientras él cerraba sus ojos lentamente.
No podía creer que pronto cumpliría siete, estaba sensible por todo lo que había pasado en éstas dos semanas.

Recuerdo aquél día en que papá y mamá me echaron de casa. Lo recuerdo muy patente, tenía apenas diesciocho años recién cumplidos, ellos se habían enterado que estaba embarazada de Lauti, recién había empezado la facultad y ellos no se harían cargo de mí.
Apenas llegué a Buenos Aires, con algunos ahorros, encontré a Noe, quién me dio hospedaje en su casa.

Jamás me perdonaré haberle mentido a mi hijo, sobre su padre.

Pero... ¿Por qué romperle la ilusión? Él lo amaba sin conocerlo. Era preferible decirle que estaba muerto, a decirle que se fue a comprar y jamás volvió, por más gracioso y cruel suene, él... Se había perdido la mejor etapa de la vida de nuestro hijo.

¿Qué ganaba con aparecer ahora y conocerlo de grande?

Todavía no podía resolverlo en mi cabeza.

Lugar seguro. |Lisandro Martínez|Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang