- Bueno, mientras ustedes están con su romanticismo aquí – digo en voz alta para que todos me vean – yo me llevo a mi chica a la piscina.

Tomé a Valentina de la mano y me la llevé de allí, me di cuenta que cuando Isabella estaba hablando de su hermano, Valentina se puso tensa y con la mirada perdida, ya de por si no me gustaba ese tipo, después de ver su cara de susto con tan solo decir su nombre, me caía peor, algo había pasado, y esto confirmaba mis dudas.

Estaba haciendo frio y teníamos la piscina a pagada por eso mismo, nos sentamos en la orilla y solo miramos lo profundo de esta y el agua totalmente quieta. Su mirada se perdió en lo profundo de ella, en ese momento Valentina era una interrogante para mí, quería saber que pasaba por su mente, que secretos escondía en su interior, por qué siempre estaba triste, por qué se deprimía tanto, por qué dicen esas cosas de ella en los pasillos.

Pero antes de querer saber sus secretos, tendría que ser yo quien le dijera los míos primeros, porque sí, yo estaba lleno de muchos, muy oscuros, con pesadillas que me persiguen y me van a perseguir el resto de mi vida.

- Vale – debía de estar pensando en algo profundamente porque se sorprendió cuando la llamé – ¿Por qué dicen esas cosas de ti en los pasillos?

Su mirada pasó de ser tranquila a una oscura y su respiración comenzó a agitarse.

- No quieres saberlo, no es tu problema, no preguntes cosas que no te importan – se levantó de golpe y cuando se iba a ir solté lo que tanto temía decir.

- Mataron a mi hermana por mi culpa.

Se frenó en seco.

Silencio.

Así pasaron unos largos segundos que me parecieron eternos, hasta que volteo.

- ¿Qué?

Decirlo en vos alta dolía más de lo que parecía.

- Ese es el secreto y la culpa que me persigue cada día y no me deja dormir bien en las noches... por mi culpa mi hermana murió.

Su expresión era sorpresa total, se acercó a donde estaba sentada anteriormente y me miró.

- Sebastián, lo que estás diciendo es algo muy fuerte – me tomó de la mano y la apretó.

- No eres la única que arrastra secretos, Valentina, a veces la persona que tu menos piensas tiene la oscuridad más profunda en su interior – se quedó callada esperando a que hablara – Todo paso hace seis años...

***

Tenía doce años en ese momento, vivíamos en los Ángeles, teníamos una vida perfecta, mis padres se amaban, Abby, mi hermana, nos hacía felices a todos, siempre cantaba para ella y le gustaba más cuando tocaba el piano, yo era feliz con todo lo que la vida me estaba dando en ese momento... pero de la nada todo se jodió, todo por un error que nos costaría toda nuestra burbuja perfecta.

Acababa de salir del instituto y unos amigos me dijeron para ir a su casa a jugar videojuegos, yo acepté y me olvidé por completo de ir a buscar a mi hermana, no sé qué me pasó, solo sé que lo olvide y no le di importancia a eso. Cuando regresé a casa, mamá me pregunto que donde estaba mi hermana.

- ¿Abby no está contigo, Sebastián? – preguntó cuándo me vio llegar solo.

- No, fui a jugar a casa de unos amigos y lo olvide por completo, supuse que te iban a llamar a ti para decirte que la fueras a buscar – dije como si no fuera la gran cosa.

Me dirigí a la cocina por algo de tomar, al salir mi mamá colgó su celular y cuando me miró sus ojos estaban hundidos y su mirada estaba muy preocupada.

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