Capitulo 15

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‒¡Naruto! Vamos ‒Hinata habló de repente. ‒¡Levántate! ‒Ella saltó de la cama y agarró el brazo de su marido con ambas manos buscando, sin éxito, obligarlo a moverse. Era como intentar mover un árbol gigante, con las raíces firmemente plantadas en el suelo. ‒No puedes negarme esto ahora.

Cuando Naruto la miró, con un aire escéptico en el rostro, se apresuró a explicar:

‒¿No me entiendes? ¡Podemos salir de este cuarto juntos! ¡Estamos libres! ‒Animada, Hinata comenzó a vestirse, casi tropezando con los perros. Sintiendo la excitación de su ama, los animales rozaron sus hocicos en las piernas femeninas, queriendo saltar. Desprendiéndose de ellos con unas palmaditas discretos en sus cabezas enormes, ella terminó de arreglarse, ansiosa por demostrarle al pueblo de Dunmurrow que su lord no era ningún demonio, sino el hombre más guapo de todo el reino.

Vibrando de alegría, Hinata abrió uno de los baúles donde su marido guardaba sus ropas, buscando algo adecuado para la ocasión. Se decidió por una túnica roja, finamente trabajada, que resaltaría el tono de la piel y los cabellos de Naruto. Un traje perfecto para que el Caballero Rojo volviera al mundo de los vivos.

‒Usa esta. Quiero exhibirte. ¡Oh, si al menos Edith estuviese aquí! Ella estaba siempre irritándome con historias fantásticas respecto a ti, quería hacerme creer que me había casado con un hombre de dos cabezas y con garras en lugar de pies. Sólo quisiera que ella pudiese verte ahora

La respuesta de Naruto fue una protesta indiferente. Sin embargo se levantó de la cama y después de vestirse, se quedó delante de su esposa. Hinata contuvo la respiración maravillada, observando la imagen resplandeciente. Con la túnica roja y con un cinturón de oro, él transmitía fuerza y virilidad.

‒Tienes cabellos tan lindos... ‒Hinata murmuró.

Naruto se rió y acarició los cabellos largos y suaves de su esposa.

‒Tus cabellos son lindos, esposa. Estoy feliz de poder verlos con mis propios ojos. ‒Uzumaki besó una mecha de sus cabellos, y miró fijamente el rostro de su mujer.

El Caballero Rojo era un hechicero, Hinata pensó, sintiendo un calor agradable extenderse por su cuerpo, dejando sus rodillas temblorosas y su respiración jadeante.

‒Vamos, antes que a tu mente se le ocurran otras cosas ‒lo provocó sonriendo.

Los dos descendieron las escaleras en silencio, inmersos en la oscuridad, hasta que finalmente llegaron al salón principal.

Sin embargo si esperaba causar una impresión poderosa sobre la primera persona que encontrasen en el camino, Hinata quedó profundamente decepcionada. Pues fue Cecil quien primero los vio y el rostro impasible del siervo no demostró la menor sorpresa.

‒Es bueno verlo, mi lord ‒el criado habló con calma antes de volver su atención a sus quehaceres.

Sin embargo la aparición repentina del barón provocó una reacción más intensa en Glenna, quien estaba viniendo de la cocina cargando una bandeja con platos y copas.

‒Glenna, mi lord va a almorzar con nosotros hoy ‒Hinata anunció feliz.

La cocinera dio una mirada al Caballero Rojo y entonces dejó caer la bandeja al suelo, el ruido estridente hizo eco en el ambiente enorme.

‒Oh, voy a ayudarte.

En el mismo instante en que Hinata se arrodilló al lado de la sierva, recogiendo los pedazos de loza . Pero al mirar a su marido, no consiguió contener el entusiasmo y habló bajito, sólo para los oídos de Glenna.

‒¿Y entonces? ¿Qué crees? ¿No es guapo?

‒Bien, mi lady... ‒La cocinera parecía indecisa, sin saber exactamente cómo responder. ‒El... él parece un poquito amenazador.

Casada con el diablo ~ NaruHinaWhere stories live. Discover now