Capitulo 9

1K 79 5
                                    

En su propio cuarto, todos los candelabros estaban de vuelta en sus lugares y Cecil no apareció para retirarlos. Aunque la conclusión obvia fuese que Naruto no vendría a verla, aún así Hinata lo aguardó sentada en la cama, en medio de la oscuridad, deseándolo a despecho de sí misma. Entonces sería de esa manera, pensó amargada. Su marido había cumplido con el deber de quitarle la virginidad para demostrar su derecho de posesión y no planeaba poseerla otra vez.

Aunque intentase convencerse de que la perspectiva le causaba alivio pues quedaría libre de las atenciones del Caballero Rojo, no conseguía pensar en otra cosa que no fuera la noche en que había experimentado esas sensaciones maravillosas, sensaciones que se había considerado incapaz de sentir. Maldito fuese Naruto Uzumaki. El hecho era que lo quería por encima de todo... como una mujer hechizada.

Finalmente Hinata se adormeció y cuando despertó no fue a causa de la presencia de su marido sino por la urgencia en la voz de Edith.

‒ ¡Mi lady! ¡Mi lady! ‒ la criada susurraba aterrorizada.

‒ ¿Qué pasa? ‒ En el mismo instante ella abrió los ojos, sus sentidos alertas. Incendio, ladrones, un ataque a Dunmurrow. Todas esas posibilidades le habían pasado por la cabeza antes de ponerse de pie.

‒ ¡Escuche, mi lady! Oiga! ¡Es el maldito... el Caballero Rojo... allá afuera... haciendo trabajos del diablo! Al principio creí que estaba invocando a los espíritus. Gritaba tan alto que podría despertar a los muertos. Pero cuando asomé la cabeza fuera de la ventana... ‒ Edith hizo la señal de la cruz, sus manos temblorosas ‒ vi a otra persona también. Estoy segura de que es un sacrificio humano, mi lady ¡Lo Juro! ¡Y ese impresentable de mi custodio no toma ninguna actitud!

‒ ¡Shh! No puedo oír nada si continúas quejándote. ‒ Después de ponerse una robe de prisa , Hinata se aproximó a la ventana. La Luna pálida y distante iluminaba la figura viril de su marido. Para su total sorpresa, él parecía estar atacando a alguien con la espada. Ansiosa, buscó algún ladrón o enemigo que justificase la actitud de Naruto, sin embargo no vio a nadie.

‒ No es nada, sólo algún tipo de entrenamiento ‒ habló decidida. ‒ Basta con que mi marido practique el uso de la espada sobre un pedazo de madera para que tu juzgues que es el demonio en persona.

‒ ¿Edith? ¿Estás ahí? ‒ Las dos mujeres giraron en dirección al sonido de la voz masculina y Hinata pronto reconoció el acento de Willie. ‒ ¡Sal del cuarto de mi lady ahora y deja de meterte en los asuntos del barón!

‒ ¡Estaría agradecida si me dejaras en paz, soldado de medio pelo! Yo estaría mejor bajo la protección de uno de los muchachos de la aldea ‒ la criada respondió desdeñosa. Girando hacia Hinata, retomó la conversación. ‒ El barón estaba gritando cosas horribles. Maldiciendo y bramando.

Como para confirmar lo que la sierva había acabado de decir, la voz fuerte de Naruto hizo eco en el silencio de la noche.

‒ ¡Cecil, cobarde impresentable! ‒ Aunque las palabras sonaron altas, estaban tan mal articuladas que se tornaban casi incomprensibles. ‒ ¿Dónde está mi vasallo? Mande a buscar a Shikamaru, ¡porque quiero luchar con él! ‒ No demoró mucho hasta Hinata entendió el motivo de esa palabras enojadas.

‒ Mi marido bebió más allá de la cuenta. Es sólo eso. ¿Nunca viste hombres borrachos, inclusive mis hermanos?

‒ ¿Estás segura que es sólo eso, mi lady? No sé...

‒ Edith, si tu no sales de este cuarto ahora mismo, voy a entrar. Con su permiso, mi lady‒ Willie gritó del lado de afuera.

Por lo menos la criada tuvo el suficiente sentido común como para quedar desconcertada con su propia insistencia y se disculpó.

Casada con el diablo ~ NaruHinaWhere stories live. Discover now