Extendió las largas piernas, las cruzó con movimientos lentos y empezó a balancear una mientras tomaba la copa.

—¿Qué más?

—Remus Lupin es un hombre familiar y dirige su empresa de la misma manera. Solo contrata a personal con esos mismos valores. Tu… en fin, tu vida personal no es precisamente lo que él consideraría aceptable.

Agité una mano, ya que sabía a lo que se refería.

—Le di la patada a Erica hace unos meses.

Mi ex lo que fuera copó los titulares con su adicción a las drogas después de caerse de la pasarela durante un desfile porque iba hasta las cejas de alguna sustancia. De todas formas, ya me había hartado de sus exigencias.

Le ordené al señor Potter que le mandase flores a la clínica de desintoxicación con una nota en la que le explicaba que lo nuestro había acabado y procedí a bloquear su número.

Una semana más tarde, cuando intentó verme, ordené que los de seguridad la sacaran del edificio… Mejor dicho, le ordené al señor Potter que se encargase de esa tarea.

Parecía compadecerse de Erica cuando bajó, aunque al volver poco después me aseguró que Erica no volvería a molestarme. A tomar viento fresco.

—No se trata solo de Erica, Draco. Tienes una reputación. Eres un mujeriego cuando sales del trabajo y un tirano durante el día. Te has ganado la reputación de capullo. Y nada de eso le gusta a Remus Lupin.

—Considérame un hombre reformado.

Blaise se echó a reír.

—Draco, no lo pillas. La empresa de Remus es muy familiar. Mi novia, Pansy, trabaja allí. Sé cómo funcionan. En la vida he visto una empresa parecida.

—Explícamelo.

—Toda su familia está involucrada en el negocio. Su esposo y sus hijos, incluso los cónyuges de estos. Celebran comidas campestres y cenas para el personal y sus familias. Pagan bien, los tratan bien. Sus clientes los adoran. Que te contraten es muy difícil, porque es raro que alguien deje la empresa.

Reflexioné sobre sus palabras.

Todo el mundo sabía lo importante que era la familia para Black Group y la escasa rotación de personal que había en la empresa. David detestaba a Remus Lupin y todo lo que representaba en el mundo empresarial. Para él, era un mundo feroz y así le gustaba jugar. Cuanto más sangriento, mejor.

Hacía muy poco que habíamos perdido dos cuentas gordas, que se habían ido a manos de Lupin, y David se cabreó muchísimo. Aquel día rodaron cabezas… y bastantes. Menos mal que las cuentas no eran mías.

—Total, que mi gozo en un pozo.

Titubeó, me miró y luego clavó la vista por encima del hombro.

—Sé que uno de sus directivos se marcha.

Me incliné hacia delante, interesado en la información.

—¿Por qué?

—Su mujer está enferma. Parece que el pronóstico es bueno, pero ha decidido hacer el cambio por su familia y quedarse en casa.

—¿Es un puesto temporal?

Blaise negó con la cabeza.

—Es un ejemplo de la clase de persona que es Remus Lupin. Lo va a jubilar con la pensión completa y con beneficios. Le ha dicho que una vez que su mujer se recupere, les regalará un crucero para celebrarlo.

—¿Cómo te has enterado?

—Pansy es su asistente personal.

—En ese caso, necesita un sustituto. Consígueme una entrevista.

—Draco, ¿no has oído una sola palabra de lo que te he dicho? Remus no contratará a alguien como tú.

—Lo hará si consigo convencerlo de que no soy lo que cree.

—¿Y cómo lo vas a hacer?

—Tú consígueme la entrevista que ya pensaré en algo—. bebí un buen trago de whisky—. No se puede enterar nadie de esto, Blaise.

—Lo sé. Veré lo que puedo hacer, pero te aviso: no va a ser fácil venderle la moto.

—Hay una generosa comisión si me consigues el puesto.

—¿Merece la pena para demostrarle a David que te irás? ¿Tanto deseas ser socio?

Me pasé la mano por la barbilla con gesto pensativo y me rasqué.

—He cambiado de idea.

—¿A qué te refieres?

—David odia a Remus. Nada lo enfurecería más que perderme a manos del enemigo. Sé de unos cuantos clientes que también cambiarían de barco, lo que le echaría sal a la herida. Voy a conseguir que Remus Lupin me contrate, y cuando David intente recuperarme, me tocará a mí decir eso de que «las cosas han cambiado».

—Pareces muy seguro.

—Ya te lo he dicho, es lo que hace falta en este negocio.

—No tengo muy claro qué es lo que quieres conseguir, pero intentaré meterte en la empresa. —Apretó los labios—. Estudié con su yerno y todavía jugamos al golf juntos. Tenemos pensado reunirnos para jugar un partido la semana que viene. Lo tantearé al respecto.

Asentí con la cabeza mientras la mente me hervía de ideas.

¿Cómo se convencía a un desconocido de que no se era lo que se parecía ser? Esa era la pregunta del millón.

Solo tenía que encontrar la respuesta.

Contrato de MatrimonioWhere stories live. Discover now