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—Enid, está bien. —Wednesday miró fijamente los bonitos ojos azul bebé de su amante, quienes parecían desesperados observando todos los rincones de la habitación. —Ellos volverán.

Pero sus ojos no devolvieron la fija mirada de Wednesday, solo fueron al fondo de la habitación. Específicamente, a esa puerta. Aquella puerta blanca que dos enfermeros abrían para salir con unos pequeños cachorros en mano.

Sus cachorros, los suyos y de Wednesday.

La licántropa quiso moverse para ir inmediatamente detrás de ellos. Estaba desesperada, era más que claro. Más bien, ¿Por qué no lo estaría? No se le permitió ni un solo momento cargar a sus cachorros. Ni siquiera verlos por un milisegundo. Solo un enfermero se acercó a ella y le dijo que se llevaría a los cachorros a una unidad de cuidados intensivos neonatales.

¿Qué mierda era eso? Enid solo quería verlos y cargarlos, ¿Por qué se los arrebatan?

Pero cuando iba a levantarse para detener a los enfermeros que se llevaban a sus cachorros, unos brazos fuertes y delgados envolvieron su cuerpo empapado de sudor, impidiéndole moverse de su lugar. Y ahora, no se le permitía ir detrás de sus cachorros.

Pero ahora no solo eran simplemente sus cachorros, sino, su manada. Y eso ocasionaba que su mente pensara una sola cosa por instinto, ¿Su manada está en peligro? 

—¡Suéltame Wednesday!—Enid frunció sus rasgos sin parecer agresiva, solo desesperada por hacer cualquier movimiento fuera de la camilla. —¡Ellos necesitan mi ayuda!

Ella necesitaba salir de esta patética camilla, encontrar la habitación a dónde se llevaron sus cachorros, para luego llevarlos a casa junto a Wednesday.

Y si era necesario, matar a cualquiera que se pusiera en su camino.

Con solo pensarlo, su cabeza se nublo. Cualquier pensamiento coherente que podía tener en ese momento desapareció. Sus manos temblaban y su boca se sentía más húmeda de lo normal. Esto solo significaba una sola cosa, su licántropia tomó control sobre ella. Sus largas garras salieron a la luz del sol, sus colmillos se alargaron peligrosamente junto a un aliento agitado en su boca.

Ahora, no tenía control de si misma.

Porque no hay nada más importante para un hombre lobo que su manada, sus cachorros.

Su pecho se apretó.

Y sin pensarlo, tomó los hombros de Wednesday y la empujó hacia un lado, ocasionado que la latina golpeara contra la pared con un leve sonido sordo, que Enid no llego a notar.

No fue un golpe fuerte, seguramente el lobo de Enid tuvo cuidado de no usar mucha fuerza en ella. Pero no quita el hecho que llegó a doler, porque Enid tenía bastante fuerza y se necesitaba mucho control para manejarla.

Enid podía tener más fuerza que Wednesday, pero ella también podría ser ingeniosa en las situaciones que más se requerían. Y más con arrebatos licántropos.

Su situación favorita.

No había algo más encantador que presenciar la bestia interior de Enid salir a la luz. Algo que nunca dejaba salir, pero siempre estaba ahí presente. Era como cualquier persona normal, que ocultaba su verdadero ser muy dentro de el. Pero verlo en un contexto distinto, cómo en una licántropia, era aún más encantador.

Wednesday apretó su mandíbula y exhaló, recorriendo con la mirada los objetos de la habitación, mientras que la licántropa parecía retorcerse en el suelo queriendo transformarse. Pero como no había alguna luna llena en el basto cielo, no lograba hacerlo.

¿Puppies? - WenclairWhere stories live. Discover now