Capítulo 46. La cuenta atrás para la felicidad

Start from the beginning
                                    

Chris se incorpora tan rápidamente que casi choca contra mi barbilla.

-Pero, ¿Laia no tiene ya acompañante? Digo, es popular y todo eso, así que me extraña que nadie la haya invitado...

Niego con la cabeza. Lo tengo todo calculado al milímetro.

-Un día le pregunté a Jeff, y me dijo que los chicos no se acercan a Laia por miedo, y mucho menos en Homecoming. El año pasado tuvo que ir junto a Jana porque nadie quería bailar con ella.

Cuando lo descubrí, me sentí mejor al instante. A veces es reconfortante regocijarse en las desgracias de los que te hicieron daño.

Chris levanta las cejas dramáticamente y se pone las manos tatuadas sobre las mejillas. Cuando lo hace resulta tan ridículo que me dan ganas de salir del local y unirme a un circo.

-Eres diabólica, enanita.

-Lo sé. Soy una loca de mucho cuidado.

-¿Estás segura de que Laia va a caer en nuestra trampa?- pregunta Jenna, escéptica. Tiene la mirada cansada y la máscara de pestañas corrida. Supongo que trabajar doce horas en un lugar tan caliente es bastante agotador-. Digo, esa Laia no parece estúpida, así que podría darse cuenta del engaño.

-Lo he pensado yo también. Pero creo que estará tan desesperada por encontrar un acompañante que confiará en quién sea, incluso si es un futbolista fantasma llegado hace poco a la escuela.

Tiene que ser así. Tiene que funcionar. He perdido mucho tiempo trabajando en este plan, así que más me vale intentarlo.

-¿Y luego qué haremos?- vuelve a preguntar Jenna. Es muy típico de ella ser tan precavida y desconfiada-. ¿La chantajearemos? ¿Hackearemos su cuenta? Que no sea nada ilegal, por favor.

Dejo caer la cabeza detrás de mis hombros y suelto un largo suspiro.

-No te preocupes- contesto-. Te prometo que no es nada ilegal. Ahora centrémonos en crear un perfil falso, por favor.

-Dios, ¡Cuánto misterio!- exclama Chris, haciéndose aire con las manos. En su mirada destella el brillo proprio de los asesinos seriales antes de cometer un homicidio-. ¿Ya pensaste en cómo se va a llamar nuestro atractivo futbolista?

Me relamo los labios con malicia y no puedo evitar disimular una sonrisa.

-Kevin- respondo con orgullo.

Siempre me ha gustado ese nombre; así se llamaba mi "novio" del kinder, un chiquillo delgado como un palito que me defendía de los demás niños cuando intentaban robarme la merienda. Aunque nuestra relación duró solo algunas horas, su nombre se quedó grabado para siempre en mi corazón.

-Kevin...- repite Chris, rascándose la barbilla-. Me gusta. Suena como el protagonista de una película porno.

-¡Christian!- Jenna le calza un buen madrazo sobre la coronilla y se santigua, como si el porno fuera algo de Satanás.

Jenna me hace gracia porque todo lo relacionado con ella es sencillo e inocente: le gustan los bebés regordetes, las flores de campo y esas películas románticas sobre rubias tontas pero amables que encuentran el amor verdadero en las calles de Nueva York.

Me gusta también que crea de verdad en Dios; es bonito estar segura de que hay alguien allá arriba que te ama incondicionalmente y que siempre estará para tí en los momentos difíciles. Lástima que Dios no es tan bueno con todos.

Después de haber discutido sobre películas porno por un tiempo ridículamente largo, me arremango el suéter y procedo con la primera fase del plan. Con los ojos de mis amigos pendientes de cada movimiento que hago, escribo "chico guapo con pelo claro" en el buscador, y unos miles de resultados se despliegan ante mí como un álbum fotográfico.

Simplemente VanesaWhere stories live. Discover now