Capítulo 3: No todo es lo que parece...

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Me senté en la butaca que estaba situada pegada al antepecho de la ventana.  Era una rutina que había desarrollado en los últimos tres días que había estado en la casa del Alfa.

A menudo evitaba encontrarme con Tatiana y su madre, Maggie.

Tatiana siempre me hacía sentir una basura y verla a ella era recordar que jamás tendría a Logan.

Cerré los ojos y miré hacia abajo. Allí estaba Rey.

Ese también era nuestro ritual.

Me sentaba aquí y lo miraba, él me hablaba de su día en el colegio y como había mejorado sus calificaciones. 

- Hoy les dije a todos que eres mi compañera- me puse de pie y lo miré enfadada-. Fue tan liberador.  Les dije que eras mía y que nos íbamos a casar- volví a sentarme y lo escuché reírse-. Soy tan envidiado ahora...

- ¿Les dijiste que me violaste? - su risa se detuvo-. ¿Que me obligaste a aceptarte en mi cuerpo? ¿Que destrozaste mi cuerpo y que apenas estoy logrando hablar de nuevo? - pregunté. Me reí-. No,  no creo que lo hayas hecho- lo vi bajar la mirada y luego volver a levantarla.

- Lo siento, amor- puse los ojos en blanco.

Cuando iba a cerrar la ventana, escuché un gemido lastimero.  Me giré y vi a la madre de Rey en el umbral de la habitación.

- ¿ Te lastimó tanto?- preguntó afligida.  Desvié la mirada de ella y la devolví a la ventana, pero allí estaba Rey; había trepado.

- Mamá yo ...- ella caminó hasta él y lo abofeteó.

- ¡Eres un animal,  cobarde y cochino!- le gritó mientras lo volvía a golpear. 

-¡Maggie!- entró el padre de Rey y la detuvo-. ¡ Calmate!- pidió.

- La lastimó. Él sabía que era frágil- la veía llorar y verla así me recordó todo el daño que él me había causado. 

- Lo siento, Silver - volvió a repetir Rey. Me recosté en la butaca y vi como el Sr. Grand se llevaba a la madre de Rey. 

Él cerró la puerta.

Bajé la mirada. 

Esto era ridículo.  Sólo me lastimaba más y más.  Ver los hematomas en mi cuerpo y el dolor que me causaban era horrible.  Signos de que necesitaba a mi compañero.  Con urgencia. 

Mi loba interna me estaba exigiendo que saciara su deseo, pero como se lo negaba; me lastimaba.

No podía entregarme a él.  Por más que doliera cada día más.

-Te necesito tanto - se acercó y me encogí en mi asiento. 

- Vete- susurré.

Lo vi ponerse de rodillas y acariciar mis piernas.  Intenté alejarme.  Me retuvo.

Besó mis pies y fue subiendo poco a poco por mis piernas.  Lamía y chupaba con calma.

No tenía miedo; sabía que no me lastimaría.

Llegó a mi entrepierna y me despojó lentamente de mis bragas. Separó mis muslos e inhaló.

- Deliciosa - estaba muy excitado. Gemí cuando pasó su lengua por mi vagina-. Te extraño mucho- no jugó mucho conmigo.  Siguió subiendo mientras me besaba.  Sus manos grandes y callosas acariciaban mis piernas y quitaban mis prendas. Me dejó desnuda y luego en un santiamén lo hizo el también. 

No sabía que sentía.  Solo sabía que igual iba a suceder de un momento a otro.  Prolongarlo solo sería peor. 

Estaba en mi disfrutarlo o no y en verdad no quería que doliera. Quería olvidar y, desgraciadamente, sólo lo hacía con él.

Sólo para Mi.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora