Prólogo: Silver Martins

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Me miré al espejo y suspiré, no quería salir de mi habitación.

No quería ir al colegio.

No de nuevo.

Odiaba los maltratos que me propinaban y solo por ser negra.

¿Qué tenía mi tono de piel?

Nada.

A mi me encantaba, era hermoso. Todos los tonos de piel lo eran. Me encantaba el mío.

Me encantaba mi cabello afro. Mis ojos cafés y mi tono de piel.

Adoraba quien era y soy, pero solo era feliz conmigo misma cuando no estaba en conjunto con la manada.

Adoraba a mis padres y convivir con ellos. Estar en casa era mi pasatiempo favorito.

Sonreí.

Mis padres.

Eran tan felices juntos.

Yo soñaba con encontrar a mi matte y ser felices, formar una hermosa familia.

Esperaba cumplir los dieciocho años rápido, ya que aquí jamás encontraría a mi compañero y una vez teniendo los dieciocho, podría dejar la manada e integrarme a la sociedad normal en donde la discriminación no era tan grande.

Podría compartir mi vida con un gran hombre, aunque no fuese mi matte, tener hijos y envejecer juntos.

Ese era mi sueño.

Sólo si lograba salir de la manada.

Pero si mi compañero estaba en la manada, cosa que sería una desgracia, esperaba no tener bebés. No quería que sufrieran lo que yo.

Suspiré y bajé la cabeza.

Ya era hora de irme.

Bajé y sonreí al ver a mis padres bailando y cantándose al oído.

Ojalá yo encontrara eso.

Carraspeé.

Se separaron y mi madre al verme sonrió.

---¡Cariño! ¡Feliz Cumpleaños! -frunci el ceño, lo había olvidado----. No puedo creer que lo olvidaras- regañó.

----Lo siento, gracias mamá, papá- los abracé y me dieron unos obsequios.

Fuimos a la sala y tomamos asiento.

---Espero te guste y te lo pongas hoy- sonrió mi padre.

Abrí la caja y mi boca se secó al ver mis sandalias.

Mi padre las había hecho, él era zapatero, el mejor y el de toda la manada.

Hacía maravillas.

Eran unos zapatos de cuero, con tiras de colores lilas, grises y blanco.

Simplemente hermoso.

---Están hermosas, gracias- lo abracé.

---Abre el mío- apremió mi madre juntando sus manos bajo su boca.

Le hice caso y cuando vi el vestido me quedé sin aire.

Era exquisito.

Tenía tiras que lo sujetarían a mis hombros de los mismos colores de las tirantes de mis zapatos. El vestido era gris y en la basta tenía sedas de color lila y blanco que le deban algo de vuelo.

Simplemente perfecto.

---Lo amo- la abracé.

---Nena, hoy cumples diecisiete y ya podrás encontrar a tu matte. ¡Estoy tan emocionada! - chilló y me abrazó.

---Aunque si no lo encuentras en la manada, cosa que no es que no desee, pero es lo mejor, podrás marcharte cuando cumplas los dieciocho. Me dolerá no verte, pero sé que es lo mejor. No eres feliz aquí. Lo sé, Silver.- dijo mi padre.

Asentí y los abracé.

En el instituto...

Faltaba poco para las diez de la mañana. La hora exacta en la que había nacido y en la que mi loba interna haría acto de presencia.

Entré a la cafetería y fui a una mesa apartada.

Saqué mi almuerzo y lo puse con cuidado sobre la mesa. Abrí el envase y tomé mi tenedor y cuchillo.

Solo era fruta, trozos de emparedado de mantequilla de maní y mi favorito, jugo de albaricoque natural.

Comí de todo un poco, estaba delicioso.

De repente, sentí un cosquilleo en todo mi cuerpo y supe que había llegado la hora.

Mi loba se había presentado.

"¡Matte!" - gritó mi loba.

Levanté la cabeza de inmediato y tragué sonoramente.

Nuestras miradas conectaron y mis ojos se humedecieron al instante.

No podía ser él, no podía ser.

No él.

Derramé varias lágrimas mientras recogía mis cosas con premura.

Una vez lo tuve todo en su lugar, salí rápidamente del recinto.

Lo sentía seguirme, olía su fragancia.

Menta, agua fresca y madera.

Su olor era delicioso.

Estaba por un pasillo intransitable, cuando estaba por llegar a la puerta, sentí un jalón en mi cabeza y su brazo apoderarse de mi cintura.

Me llevó al cuarto del conserje.

Cerró la puerta y se acercó a mi.

--- Yo Rey Grand te reni...- me miró fijamente, sabía que iba a renegar de mi y me rechazaría, pero al parecer lo pensó mejor.

---Hazlo, por favor. Tu no lo deseas y yo tampoco así que por favor rechazame- rogué y su mirada se oscureció.

Sus manos se apoderaron de mi cuello.

---Eso jamás, eres mi hembra y serás mía para hacer contigo lo que se me venga en gana- sus manos bajaron lentamente y mis ojos se desbordaron de lágrimas.

Sus manos fueron a mis pechos y los apretó. Era brusco.

Bajó sus manos y se metieron por debajo de mi vestido, traté de alejarlo, pero me apretó la mano y escuché el hueso crujir.

---¡No por favor!- rogué mientras mi loba se retorcía de la tristeza.

---Callada estás mas pasable- paseó su lengua por mis mejillas y sus manos fueron a mi entrepierna.

Cuando quise gritar, cubrió mi boca con sus manos.

Sus dedos se deslizaron entre mis piernas y apretó.

---Me esperarás en el medio del bosque ahora en la tarde, a eso de las tres con tus maletas. No puedo permitir que se enteren que eres mi compañera. Mi credibilidad quedaría por los suelos- gimió y se restregó contra mi.

No podía creerlo, mi matte, era un ser despiadado. Todo a lo que siempre me había negado.

GRACIAS POR LEERME DE VERDAD. ESPERO LES HAYA GUSTADO.

OBRA REGISTRADA EN SAFE CREATIVE.

SALUDOS DESDE PANAMÁ.

Sólo para Mi.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora