25. Mortalidad

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Kyra y el otro Vitt soltaron a HyungWon inmediatamente y cayó de golpe al suelo. Luego ambos se sujetaron con fuerza la cabeza pero no entendí por qué.

De hecho no podía pensar con claridad, sólo sentí como si me hubieran rasgado en dos partes. Fue como si KangDae me hubiese arrancado el corazón; jamás en la vida había experimentado un dolor y una ira tan devastadores como los de ese momento.

De pronto me invadió una inconmensurable y sofocante oscuridad: ya no sabía siquiera lo que sucedía a mi alrededor, todo parecía nebuloso.

Luego vi a KangDae: tenía los ojos entrecerrados y también se sujetaba la cabeza. Y entonces lo recordé.

Cuando me enojaba o sentía demasiado miedo, mi mente tenía una reacción muy poderosa. Había sucedido en una ocasión en que ChangKyun trató de despertarme, y luego, en menor grado, cuando EunJi torturaba a HyungWon.

La emoción, fuera ira o miedo intenso, liberaba cierto poder que albergaba en mi interior: podía infligir una gran agonía en la cabeza de otras personas, y aunque el efecto sólo duraba unos cuantos segundos, jamás había sentido tanta furia como en ese momento.

En cuanto me percaté de lo que estaba haciendo con mi poder, lo controlé y lo dirigí a KangDae: al principio sólo me miró confundido y retrocedió; aún tenía los ojos entrecerrados y la cabeza ladeada como si estuviera frente a una luz demasiado intensa.

Sabía en el fondo que el cuerpo debería dolerme mucho para entonces, pero no sentía nada, había logrado apagar cualquier malestar. Caminé con paso firme hacia KangDae, y se sujetó la cabeza y cayó de rodillas; gemía y suplicaba pero yo no podía oír lo que murmuraba.

Kyra y el otro Vitt se retorcían en el suelo; ella en realidad sollozaba. Fui a donde se encontraba HyungWon, pero me negué a verlo y a creer que de verdad estaba muerto; sólo desenterré la espada de su pecho.

Caminé hasta dónde estaba mi padre, doblado hacia delante sobre las rodillas y con las manos pegadas a las orejas. Al principio lo oí murmurar, pero cuando blandí la espada sobre mi cabeza, comenzó a vociferar.

—¡Haz que se detenga! —aulló KangDae—. ¡Por favor! ¡Que el dolor se vaya!

—Ahora mismo acabaré con tu agonía —dije y dejé caer la espada, atravesando su cuello.

Me volví hacia otro lado para no ver aquella escena, pero oí que la cabeza caía y rodaba por el suelo.

Me quedé inmóvil empuñando el arma, y me di la vuelta: la bruma se había disipado y el dolor volvió a invadir mi cuerpo. Era agonizante; mis rodillas amenazaban con ceder en cualquier momento. Kyra y el otro Vitt dejaron de retorcerse y se pusieron en pie.

—Marchense —les ordené, tratando de recuperar el aliento—, háganle saber a todos que el rey ha muerto.

Kyra miró el cuerpo de KangDae asombrada, pero no se atrevió a cuestionar mis instrucciones. Ella y el otro Vitt se levantaron con dificultad y salieron a toda prisa de la cámara real, dejándome sola con HyungWon.

Dejé caer la espada y corrí a su lado tan rápido como mi cuerpo me lo permitió. Me arrodillé junto a él y puse su cabeza en mi regazo, pero osciló hacia un lado; la sangre teñía su pecho y coloqué la mano sobre la herida para tratar de infundirle vida de nuevo.

—No, HyungWon, por favor —dije, sumido en llanto—. HyungWon, quédate conmigo, por favor. Te amo. No puedes dejarme así.

Pero no respiraba ni se movía. Me incliné y besé su frente entre sollozos; no encontraba palabras para el inmenso dolor que me embargaba. Al ver que no había nada más que hacer, comencé a aullar literalmente.

—Por Dios, he llegado demasiado tarde —oí a alguien decir; me volví y vi a SaRa parada en la puerta. Se quedó contemplando el cadáver del rey, su esposo.

HyungWon había salvado su vida una vez y ella era sanadora; representaba la única oportunidad que yo tenía de salvarlo.

—¡Ayúdame! —le supliqué y traté de levantar a HyungWon para que SaRa lo viera—. Tienes que ayudarlo, por favor.

—Yo... —SaRa no respondió, pero luego corrió hasta nosotros y se arrodilló al otro lado—. No sé si puedo hacer algo. Tal vez ya sea inútil.

—Por favor —sollocé—, tienes que intentarlo. —SaRa respiró hondo y asintió.
—¿Te queda algo de energía? —me preguntó.
—No lo sé —admití; me sentía completamente débil y exhausto. El enfrentamiento con KangDae me había despojado de todo.
—No importa, ayúdame lo que puedas —dijo. Colocó la mano sobre la mía, la que tenía encima del pecho de HyungWon—. Dame toda la energía que tengas: necesito la mayor cantidad posible.
Asentí y cerré los ojos; me concentré en ella y en HyungWon. Entonces percibí en mi mano el cálido cosquilleo que ya conocía: era lo que se sentía al ser curado por un sanador Tyll. No obstante, esta vez sucedía algo más: sentí que algo corría por mis venas y salía de mí; era como si un líquido caliente se fugara por las puntas de mis dedos.
En ese momento oí algo. HyungWon dio un grito ahogado y yo abrí los ojos.
Respiró hondo varias veces mientras yo lloraba aliviado. La mano de SaRa seguía apoyada en la mía, pero su piel ahora estaba arrugada y floja, su rostro había envejecido notablemente y su cabello encaneció en un instante; había tenido que ceder demasiada de su fuerza vital para salvar a HyungWon.

—HyungWon —exclamé.
—Hola, Príncipe. —Sonrió confundido y se volvió para mirarme—. ¿Qué pasa?
—Nada. —Negué con la cabeza y le devolví la sonrisa—. Ya no pasa nada.
—¿Qué es esto? —Tomó un mechón de mi cabello y me lo mostró para que lo viera: era completamente plateado—. ¿Yo echo una siesta y tú te llenas de canas?
—No ha sido una siesta —le dije riendo—. ¿No recuerdas lo que ha sucedido?
HyungWon frunció el ceño y trató de recordar; de pronto su mirada me hizo saber que lo entendía todo. —Recuerdo... —Tocó mi rostro—. Recuerdo que te amo. —Me incliné para besarlo en la boca y entonces él me atrajo hacia su pecho.

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Ay! la verdad ya no se que decir, solo que no sufran, ya lo malo pasó. y HyungWon revivió. 🥺

Espero no se hayan alterado mucho y les haya gustado el capítulo. 🙊

Ya casi acabamos el libro!!!!😩🤩😩🤩😩🤩


J<3

3. The ascent - HYUNGKI -SHOWKI- CHANGKINơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ