06 | s k y

143 17 2
                                    

-¿A qué te refieres? -pregunto Neteyam tratando de ordenar el resto de dudas que recorrían su cabeza, sus padres, los demás niños nacidos, de quienes huía

Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.

-¿A qué te refieres? -pregunto Neteyam tratando de ordenar el resto de dudas que recorrían su cabeza, sus padres, los demás niños nacidos, de quienes huía.

Ordenó sus ideas vagamente, queriendo dejar salir pregunta por pregunta, sin estar seguro de obtener buenas respuestas se contuvo un poco. Además, no la quería abrumar.

Aroa alzó su mirada hacia él nuevamente, y cambió su máscara por una que cubría completamente su rostro para poder respirar con mayor facilidad. Y extendió su mano, indicando que Neteyam colocara la suya encima. Así lo hizo, y las obvias diferencias entre ambos volvieron a llegar como un golpe de realidad que los dejó en silencio por un rato.

Antes de alguno dijera algo más Aroa comenzó a trazar líneas imaginarias sobre la mano de Neteyam, con un toque suave y casi cariñoso, inevitablemente las orejas de Neteyam se alzaron, prestando especial atención a la humana, atento a los movimientos de su mano, al calor contrario, su respiración calmada... prestando especial atención a ella.
Por otra parte, Aroa prestaba atención a la apariencia de Neteyam, amaba el azulado tono de su piel, aunque no lo diría en voz alta, amaba ver sus rasgos felinos, amaba los adornos que decoraban sus prendas y su cabello. Demasiado ocupada admirando, comenzó a acercarse cada vez más, era algo inconsciente. Neteyam contuvo la respiración cuando la tuvo lo suficientemente cerca como para verse perfectamente reflejado sobre su máscara de oxígeno. Su cola se sacudió de arriba a abajo, expectante, una sensación que lo mareó.

Era una humana.

Una persona del cielo.

¿Cómo podía sentirse atraído hacia ella?

Quizá tuvo que haberla alejado, pero su cuerpo no respondía como él quería, sus orejas seguían arriba y alertas, su cola no podía disimular lo que Neteyam estaba experimentando, y temía que Aroa se percatara de ello. Cómo pudo, Neteyam dirigió su mano libre hacia atrás de su cuerpo, en un intento por tomar distancia, pero se congeló en el momento que Aroa entrelazó sus manos. Neteyam sintió el firme agarre contrario, sin importar lo pequeña que era la mano de Aroa en comparación. La miró con toda la atención que sus sentidos atontados le permitieron, hasta que ella también alzó la mirada, y él pudo ver sus pupilas dilatadas; y cuando dirigió su atención a su reflejo sobre la máscara, se dio cuenta de lo dilatadas que estaban sus propias pupilas.

Ambos parpadearon, casi al mismo tiempo. Ella estiró su cuello, para tratar (torpemente) de igualar alturas, y extendió su mano derecha hacia la mejilla contraria. Él dejó de respirar por un momento.

Aroa detuvo su mano a milímetros del rostro de Neteyam; milímetros que él se encargó de eliminar, apoyando su mejilla delicadamente sobre la mano de Aroa.
La máscara comenzó a empañarse, la distancia entre sus rostros se terminaba cada vez más, Aroa terminó por apoyarse sobre sus rodillas y soltó la mano de Neteyam solo para apoyarse sobre las piernas ajenas. Obedeciendo sus impulsos, se iba acercando cada vez más. Con la poca visión que quedaba, gracias al vaho de su aliento, Aroa se concentró en los ojos de Neteyam, grandes y dorados, Tentada en quitar su máscara para poder sentirse más cercana a él elevó más su cuello, y cuando estuvo apunto de hacerlo un pequeño pitido se encargó de sacar a ambos de aquella burbuja que se formaba entre ellos.
Era el comunicador de Neteyam.
Casi cómo un reflejo ambos se apartaron el uno del otro, demasiado apenados como para mirarse. Sentían sus cuerpos envueltos en un calor sofocante gracias a la vergüenza que ahora tenían el uno con el otro.

-¡Neteyam! -se escuchó al otro lado de la línea.

Este miró hacia sus manos, y de sus manos miró a Aroa, sentada en el suelo, mirando hacia todos lados de la habitación. Ella le hizo un gesto para que contestara.

-¿Hola..? -contestó, buscando sus cosas.

-¿Dónde-se escuchó un suspiro- ¿Dónde estás metido?

-Y-yo... Salí a tomar aire, señor.

-¿Esa es tu excusa?

Aroa lo miró preocupada por el sonido enojado de la otra voz.

-Necesitaba aclarar mi mente, papá...

Aunque ese era el plan inicial, calmar su mente y su curiosidad, justo en ese momento estaba de todo menos calmado, nada de él lo estaba. Más bien se sentía emocionado, y su curiosidad crecía cada vez más.

-Necesito que llegue- Neteyam no
permitió que su padre terminará de hablar, y lo interrumpió.

-Llegaré en un momento, señor.

Y apagó el comunicador.
Relajó sus hombros y aún sentado en el suelo miró a Aroa. Sentada lo más lejos que podía, sus mejillas rojas y su cabello corto.

-Me tengo que ir. Vendré mañana; te traeré más comida, te llevaré a asear y... y trataré de reunir toda la información que pueda para ti.

Neteyam no deja que Aroa dijera algo y salió a toda prisa hacia su hogar.
Lo recibieron sermones y castigos, gritos y miradas decepcionadas.

S T A R S | AUTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang