Ella

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Se decidió que nos quedaríamos en las montañas porque sería más seguro y había varios puntos estratégicos. Un lago para pescar, un bosque para cazar y un lugar elevado que era difícil de encontrar.
Me preocupaba Merle, lo veía muy tranquilo a pesar de estar rodeado de toda la gente, estaba seguro de que estaba tramando algo extraño.

Varias veces el grupo mandó al chino a la cuidad y él siempre volvía con algunas cosas pero no demasiado. El chico era bastante ingenuo y no solía opinar mucho en las reuniones del grupo.

La chica que al parecer era su hermana mayor, era todo lo contrario, parecía tener el instinto de liderazgo integrado en el sistema, siempre tenía algo que decir, una nueva idea o las cosas que se podían mejorar. Solo tenías que escucharla por unos segundos para darte cuenta de que era infinitamente más inteligente que la mayoría en el grupo, incluso más que el autoproclamado líder.

El policía, que creía que sabía todo y que tenía la razón siempre, por suerte ella nunca lo dejaba hacer lo que quería, siempre tenía una forma de refutar lo que decía con algo que era mil veces mejor y todo el mundo la seguía evidentemente.

No era difícil darse cuenta de que había algo entre el policía y la madre del niño que siempre perseguía a la china para jugar con ella y la niña rubia. La madre de esa niña llamaba la atención por su cabello, estaba completamente rapada, se podía ver que algo le pasaba porque actuaba como si cualquier cosa pudiera lastimarla.

Por el resto, la mayoría no eran nada interesantes, había un par que a veces participaban en el grupo como un par de chicas rubias al parecer hermanas, un anciano que era el dueño de una casa rodante y un latino, pero me interesaban poco. En realidad, la única que podría decirse que me interesaba, era ella, la verdadera líder del grupo.

Muchas veces me sorprendía a mí mismo sin poder apartar la mirada de ella, cada vez que pasaba me obligaba a mí mismo a seguir con mis cosas y dejar de prestarle atención, pero mi vista siempre volvía a ella.

No importaba qué estuviera haciendo, podía estar ayudando a alguien a hacer la cosa más estúpida, jugando con los niños, hablando con su hermano o dirigiendo al grupo, no importaba, siempre llamaba la atención de alguna forma.

—¿Qué miras tanto? —me preguntó Merle limpiando una de las ardillas que cazamos.

—Nada. —contesté siguiendo con lo mío.

—No me digas que estás viendo a la china. —dijo él.

—Cállate. —dije yo.
—No estoy viendo a nadie.

—Está buena. —dijo él.
—No estaría mal ir a "Hablar" con ella. —rió como un idiota y realmente me molestó.

—Te mandaría al carajo por su auto. —le dije tratando de esconder mi molestia.

—Lo olvidará, —dijo tranquilo.
—Y me dirá, "Oh Merle, que bueno que te quedaste con nosotros, al fin un hombre de verdad se me acerca".

—Sé lo que intentas hacer y mejor ya para. —le dije agarrando otra ardilla.

—¿Por qué no apostamos? —dijo él.
—Si voy allá y ella me rechaza, dejaré que me patees el trasero. Pero si no lo hace, será al revés.

—Has lo que quieras. —le dije yo.

Se levantó con su mirada de orgullo y se acercó a ella, estaban lejos así que no pude escuchar lo que decía pero la ví darse la vuelta sorprendida y noté que su cara se volvió una de asco en pocos segundos. Una pequeña sonrisa se dibujó en mi cara sin quererlo mientras ella se alejaba de Merle, volvió hecho una furia y prácticamente se tiró en su asiento.

—Esa perra me las va a pagar. —dijo abriendo otra ardilla.

—Te lo dije.

—Cállate. —dijo él.

Levanté mis hombros y simplemente no dije nada el resto del tiempo que nos tomó limpiar las ardillas.

—Las voy a llevar. —dije levantandome del asiento.

Merle estaba serio y en silencio, sabía que estaba pensando en algo pero no quise darle tanta importancia. Les llevé las ardillas a las mujeres que estaban a punto de empezar a cocinar y ellas agradecieron, aunque con algo de incomodidad, asentí y me alejé.
Esa noche, como siempre, cene con Merle y después de un momento decidió empezar a hablar.

—Hay que robar el campamento. —dijo él.
—Tomar todo en la noche e irnos de aquí.

—¿De qué estás hablando? —pregunté.

—Estos tipos terminarán muriendo, lo presiento, —siguió.
—tenemos que tomar todo, salir de aquí y sobrevivir en el bosque como debe ser, solo tú y yo hermanito.

—¿Vas a hacer esto solo porque la china te rechazó? —pregunté confundido.

—No, —dijo él.
—ella puede morirse si quiere, pero eso de morir no es lo nuestro, lo sabes.

—Ya basta, —le dije yo.
—estamos bien aquí.

—Bien, quédate si quieres, puedes morir aquí como un idiota. —dijo él.
—Yo me largo.

Suspiré exhausto.

—Bien, —contesté.
—lo haremos.

—Ese es mi hermano. —dijo él con una sonrisa.

A pesar de que no me gustaba la idea para nada él seguía siendo mi hermano y no podía dejarlo así como así.

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Pasaron unos cuantos días más, Merle seguía preparando su "Plan de fuga", decía que necesitaba esperar a que hubieran más provisiones para que valiera la pena. Yo solo trataba de no llamar mucho la atención y estaba funcionando.

Nadie se nos acercaba a menos que fuera absolutamente necesario, en especial las mujeres del grupo que solían tratarnos con algo de incomodidad, entendía porqué así que no me molestaba. Ese día estaba volviendo de una cacería cuando ví a la china a lo lejos haciendo quien sabe qué, me quedé mirandola por un momento hasta que giró su cabeza en mi dirección.

Me sentí algo avergonzado de que supiera que la estaba viendo así que desvíe mi mirada enseguida, el problema fue que poco después la ví acercarse.

—Ey, —dijo una vez que se acercó suficiente.
—soy Nina ¿Cómo te llamas?

—Daryl. —contesté entre confundido y nervioso.

—Daryl... —dijo ella.
—Nunca lo había escuchado, me gusta. Espero que podamos llevarnos bien. —extendió su mano hacia mí con una sonrisa.

—Claro. —dije devolviendo el gesto, pero nos soltamos de inmediato al sentir una descarga eléctrica.

—Estática. —dijo riendo. Miré mi mano algo sorprendido y luego la miré a ella.
—¿Qué? ¿No te había pasado antes?

—No. —contesté. Ella parecía sorprendida.

—Bueno, siempre hay una primera vez para todo. —dijo levantando los hombros.

Simplemente no pude evitar mirar directamente a esos ojos profundamente oscuros. Enseguida me di cuenta de que no era una mujer común, esos ojos, sus labios, cada faccion en su cara y esa maldita sonrisa, todo era perfecto.

Definitivamente era la mujer más hermosa que había visto en toda mi vida.

Amor incondicional (Daryl Dixon)Where stories live. Discover now