Cambio

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Merle y yo escapamos del caos de las calles bastante rápido. No pasó mucho hasta que me di cuenta de que no era ningún sueño ni nada por el estilo, ésto era completamente real.

Llegamos a la casa y agarramos todo lo que pudimos, lo primero que ví fue la ballesta que solía usar para cazar así que la agarré y me la colgué al hombro. Merle encendió la televisión y las noticias se hicieron oir enseguida.

"No salgan de sus casas y cuídense, si ven a un infectado eviten acercarse y no dejen que los muerdan. Los síntomas son un comportamiento irracional, ataques violentos y movimientos erráticos. No dejen que los muerdan, repito, no dejen que los muerdan."

Apagó la televisión algo molesto.

—Hay que irnos, están viniendo. —empezó a correr y solo pude tomar una mochila.

Subimos la motocicleta a la camioneta y Merle arrancó. El camino fue silencioso y cuando pasamos por la cuidad fue impresionante. El caos por todas partes, los gritos, los disparos, las muertes, todo era un desastre.

Pasamos entre la multitud y salimos de la cuidad lo más rápido que pudimos. Llegamos a la parte de atrás de un embotellamiento enorme y Merle empezó a impacientarse.

—Malditos ¿Por qué diablos no avanzan? —preguntó molesto.

—¿Qué se supone que vamos a hacer? —dije confundido.
—No es como si tuviéramos un lugar adónde ir.

—Vamos a sobrevivir hermanito, —dijo él.
—cálmate Darylina.

—Deja de llamarme así. —dije exhausto.

El embotellamiento simplemente siguió y siguió, llegó la noche y Merle ya no lo soportaba, a causa de eso, yo no lo soportaba a él.

—Voy a golpear a cada uno de estos malditos para que salgan del camino. —siguió tocando la bocina una y otra vez aún cuando era inútil.

—¿Puedes parar? —pregunté molesto.
—No van a hacer nada solo por un par de bocinazos.

—Déjame en paz. —dijo él.

En ese momento escuchamos un golpe detrás de la camioneta.

—Parece que alguien quiere problemas. —dijo Merle saliendo de la camioneta.

—¡Merle! —me apresuré a salir antes de que hiciera alguna idiotez.

Seguimos el sonido y nos encontramos con un tipo de espaldas.

—¡Ey tú! —le dijo Merle.
—¡¿Qué diablos le haces a mi camioneta?!

En ese momento el tipo se dió vuelta gruñendo y con la cara destrozada.

—¡Aléjate de él! —le grité a Merle.
—Es uno de ellos.

Merle sacó su pistola y le dió dos tiros en el pecho pero esa cosa siguió caminando.

—¿Qué mierda? —dijo Merle confundido.

Esa cosa se abalanzó sobre él y lo único que se me ocurrió fue dispararle con la ballesta en la cabeza. Una vez que la flecha atravesó su cráneo, la cosa cayó al suelo.

—Bien hecho Darylina. —dijo Merle recuperando el aliento.

—Parece que solo funciona dispararles en la cabeza. —me acerqué con cautela y lo pateé para asegurarme de que estuviera bien muerto.
—Si, ya no se mueve. —le quité la flecha y la limpié.

En ese momento empezamos a escuchar unas explosiones muy fuertes, nos miramos y empezamos a correr. Desde donde estábamos y junto a bastantes personas, pudimos ver cómo destruían la ciudad por completo.

—Oh mierda. —dije para mí mismo en el momento en que entendí que todo se había ido al carajo.

De un momento a otro, los autos empezaron a avanzar.

—Vamos. —me dijo Merle.

Subimos a la camioneta y avanzamos despacio, pero giramos en cuanto encontramos un camino a un costado. Seguimos por un buen rato, tanto que amaneció en el trayecto.

—¿Adónde vamos? —pregunté.

—Lejos de la gente, —dijo él.
—es mejor mantenernos alejados.

—Tal vez deberíamos buscar otras personas, un grupo o algo parecido. —dije teniendo una mala respuesta de su parte.

—Tienes razón, —dijo con una mirada que sabía que no era buena.
—necesitaremos provisiones.

Lo miré confundido y volví mi vista al camino cuando ví a uno de esos viniendo hacia nosotros.

—¡Cuidado! —grité enseguida.

Merle giró bruscamente, perdió un poco el control y terminó chocando contra un auto pequeño, probablemente un Chevrolet Spark 2008.

—Diablos, —dije pasando mis manos por mi cara.
—hay una fila entera de autos, probablemente sean bastantes.

—Ese pequeño está muy nuevo. —dijo Merle.
—Debe ser de algún pendejo con dinero, —rió un poco.
—voy a molestarlo si viene a decir algo.

—Ya basta. —en ese momento vimos gente acercándose.

—Ahí viene. —se bajó de la camioneta y ya no tuve ganas de pararlo.
—Diablos, —fue lo primero que dijo, podía escucharlo perfectamente.
—¿De quién es esta chatarra? Mi camioneta está arruinada por su culpa. —no escuché ningúna respuesta, pero volví a escuchar a Merle.
—Porque tú lo dejaste ahí, chinita...
—¿Nina? Ese no es nombre de china. —dijo riendo, en ese momento bajé de la camioneta, si seguía así iban a darle una paliza.

—¡Merle! Ya vámonos. —dije acercandome.

En ese momento me fijé en la gente que tenía delante, eran dos, hombre y mujer, se parecían así que debían ser familia, además de eso, ví un gran grupo acercándose despacio. Crucé miradas con la mujer que tenía una expresión bastante molesta y por un segundo sentí que no podría apartar la mirada.

—Vamos hermanito, se está poniendo interesante. —dijo Merle.

—No, —dije yo.
—ya basta.

En ese momento noté que el resto del grupo ya estaba detrás de los chinos y uno con ropa de policía se adelantó.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó.

—Eso no te incumbe. —le dije yo.

—Tal vez si. —dijo él.
—¿Por qué no se quedan con nosotros? Nos viene bien más gente.

Merle y yo nos miramos un momento.

—Podemos ayudarnos mutuamente, —siguió hablando.
—ustedes tendrán el apoyo de un grupo y nosotros tendremos más gente que nos ayude ¿Qué dicen?

Miré a Merle y asentí un poco. Al final, decidimos que nos quedaríamos en su grupo.

Y ese encuentro fue el cambio que necesitaba en mi vida.

Amor incondicional (Daryl Dixon)Where stories live. Discover now