Libro 2: Capítulo 29. Fantasías

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81: Fantasías

(Especial San Valentín)

(Especial San Valentín)

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Kayla

El calor que había en mi pecho solo creció. Estando en contacto con sus pensamientos, todas las sensaciones que rondaban por su sueño se replicaban en mí.

Lentamente, me deslicé en la cama a su lado y me abracé a su pecho, que seguía agitado. Apoyé la mejilla en su pecho y dejé que los latidos desbocados de su corazón inundaran mis oídos. Dejé que mi mente se absorbiera por completo dentro de la suya.

En seguida, el placer que Aleksi proyectaba sobre mí, se volvió más tangible, más terrenal. Me deslicé por su sueño hasta ocupar ese maravilloso lugar en el que me tenía, sometida en el asiento trasero del auto. Percibí la textura del cuero bajo mis pechos, todo su peso en mi espalda y solté un suspiro, embriagada.

Él ya estaba dentro de mí, ya estaba empujando con fuerza en mi interior. Si la yo fantaseada de ese sueño no hubiese estado líquida, con solo sentirlo presionando contra mis nalgas hubiese alcanzado ese punto en un instante.

Sigue —le supliqué, mientras Aleksi sujetaba mis caderas y guiaba el ritmo de esa cabalgata salvaje. No me molestó ni por un instante la rudeza con la que repentinamente me empujaba. Todo mi ser se aflojó y me dejé llevar.

Alek no me dijo nada. Actuaba empañado por la bruma del sueño, por más que el placer se sintiera tan real. Él era quien guiaba el sueño y estar a la deriva de sus fantasías me resultó intrigante. No sabía qué iba a hacer a continuación y aunque yo pudiese intervenir de alguna manera, no quería hacerlo.

Sus manos se clavaron en mis nalgas. Me agarró con violencia, empujándome contra la puerta del auto. Jadeé, al sentirlo tan profundo dentro de mí. Mis piernas perdieron estabilidad y una de ellas se deslizó fuera del asiento. Quedé todavía más tumbada y Alek se recostó sobre mi espalda. Sus labios se posaron debajo de mi oreja... y me mordió.

Grité. Lo más seguro era que estuviese gritando en la vida real, fuera de ese sueño. Sus dientes perforaron mi carne y quemaron todo a su paso. Mi convulsioné sobre el asiento, sorprendida de que pudiese sentirse todo tan extremo. Esta vez, no pude decir ni una sola palabra mientras Aleksi bebía de mi y su pelvis se contorneaba contra mis caderas.

Me rodeó una bruma que olía a mi sangre, se sentía pesada. Pude saborearla en la punta de la lengua. Era dulce, se derretía en la boca y en cada centímetro de mi piel. Hizo que todo a nuestro alrededor temblara y que el asiento debajo de mí, el auto en el que lo hacíamos, flaqueara.

Me hundí en esa bruma, mientras Aleksi gemía con la boca presionada contra mi garganta. Todo a lo que me aferraba perdió solidez y solamente fui capaz de sentir su orgasmo, potente dentro de mí, destruyendo la fantasía con una explosión que me hizo gritar otra vez.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Where stories live. Discover now