Libro 2: Capítulo 20. Cobarde

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72: Cobarde

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Kayla

Cuando salió del shock, Hunter persiguió a Alice a la habitación. Temblando, yo también fui detrás de él solo para ver como se plantaba, con las manos hechos puños blancos, delante de la cama donde ella se acomodaba para seguir leyéndole a Bryony.

La niña, que estaba sumamente fastidiada por no poder dormir, por el entorno desconocido y las personas que la invadían a cada rato, se giró hacia su padre. No le enseñó los dientes, pero se notó que estuvo a punto de hacerlo, como si le irritara que no le terminaran el cuento.

—Acabas de exponer a mi hija —dijo Hunter, muy bajo, pero enfurecido—. ¿Y la reclamaste como tuya?

Mi tía alzó apenas los ojos hacia él. Su mirada era tan glacial que casi me deja a mi clavada contra la pared del susto.

—Ella ya estaba expuesta —se excusó.

—Ni siquiera escuchaste toda la conversación —le urgió Hunter, rabiando—. Y mi pacto era con Kayla, no contigo. No tienes derecho alguno a reclamar nada sobre mí hija.

—¿Pero tu clan, tú, tenían derecho a reclamar algo sobre mi familia? —contestó Alice, también en voz baja. Si Bryony no estuviese en esa habitación, estarían matándose, yo lo sabía. Lo que no sabía era si a golpes o a besos.

Miré a Aleksi de reojo y le señalé con la cabeza la escena, para que estuviera atento. No creía que eso se fuera de las manos, pero, por las dudas, quizás lo mejor era llevarnos a la niña para que hablaran o no con más calma. Él asintió, como si entendiera exactamente lo que le estaba diciendo.

—Yo nunca reclamé nada. Ni siquiera te reclamé la muerte de mi hermano —le espetó Hunter, dando un paso hacia la cama. Bryony agitó la mano hacia él, ofuscada y agarró el libro para zarandearlo sobre las piernas de Alice.

—Caíste en mi casa con toda la mierda de familia que tienes.

—¡Ellos nos son mi familia! —estalló Hunter—. Bryony es mi familia. Y podría perderla por tu culpa.

—Tenemos que informarlo al resto de los White —dijo Aleksi, metiéndose en la conversación al fin. Aunque a mi tía jamás le había intimidado Mørk Hodeskalle, sí lo hacia Hunter, por lo que se calló la boca y hasta se corrió un poco del camino—. Alice, sabes que lo que hiciste fue imprudente. No había que confirmarles nada.

Mi tía le sostuvo la mirada, pero desde donde yo estaba, cerca de la puerta, un poco contrariada por la discusión, pude saber lo que estaba pensando. Y sí, sabía que fue imprudente, muy en el fondo.

—No hacía falta que les confirme o no. Tenían el teléfono de esa vieja desgraciada. Le sacaron toda la información que necesitaban antes de cenársela. Con nuestras descripciones, fue suficiente.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora