Capítulo 35. Esclavo

43K 4.3K 1.3K
                                    

35: Esclavo

35: Esclavo

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

Kayla

—Tienes que compensármelo.

Habíamos vuelto a la cama y ahora solo estábamos pasando el rato. Recosté la cabeza sobre su vientre y Aleksi me acariciaba el cabello, desparramado por encima suyo. Su única respuesta a mi exigencia fue una risita.

—Hablo en serio —insistí, haciendo un puchero. Tenía las orejas de conejo en la mano y estaba probando cambiarles la posición. Fingí indiferencia, a pesar de todo.

Él se inclinó sobre mi rostro y me besó la frente. Sus labios me provocaron un delicioso cosquilleo. Me encogí de placer y alegría.

—¿Cómo quieres que te lo compense? —inquirió, con una sonrisa, antes de volver a reclinarse sobre el respaldo de mi cama.

—Quiero una cita —solté, de inmediato—. Una más larga que la de hoy. Ya sé que no tenemos mucho margen por todo esto de los clanes, pero quiero una cita en la que no pensemos en nada de eso.

Aleksi continuó estirando mechones de mi cabello.

—Este problema no durará para siempre, conejita. Se resolverá y entonces no tendremos que preocuparnos por nada. Podremos ir a donde quieras, cuando quieras. Nadie se atrevería jamás a ponerte un dedo encima estando conmigo.

Giré un poco la cabeza hacia él, pensando seriamente en sus palabras. Por supuesto, dudaba que cualquiera se atreviera a buscarme si sabían que Mørk Hodeskalle era mi pareja, pero no estaba segura de si se estaba refiriendo a eso o hablaba en general.

—¿Quiere decir... si todo el mundo lo sabe? Que somos pareja.

Él alzó las cejas ante mi pregunta. Sus ojos brillaron, atentos a la idea, pero su expresión pareció un poco desconcertada.

—Por descontado. Aunque hay que resolver un par de cosas antes —replicó.

Yo volví mi atención a la bincha de orejitas.

—Como decírselo a la gente —tercí, con un hilo de voz.

Se hizo un silencio hondo entre ambos, aunque no se sintió fuera lugar. Pareció un silencio necesario, uno para poner en orden nuestros pensamientos.

—Sabes que no tienes por qué decírselo a alguien si no quieres —dijo Aleksi, de pronto.

En verdad, podía leerme muy fácil y saber que compartir eso, algo que acababa de descubrir, con todo el mundo y más aún con mi familia, no me hacía gracia. Después de todo, mi relación con él era lo único privado que tenía.

Apreté los labios y me giré, con todo el cuerpo, para verlo de frente y explicarle lo que sentía. Aun cuando dudaba que fuese a ofenderse por mis palabras, también quería saber qué era lo que él deseaba.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt