1. Amnistía

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Miré por la ventana dándole la espalda a mi habitación. Era un truco que aprendí de mi madre y que me servía para dar la impresión de que lo tenía todo bajo control. EunJi me había dado muchísimos consejos a lo largo de los meses anteriores, pero los más útiles fueron aquellos que servían para dirigir una reunión.

—Creo que estás siendo ingenuo, Príncipe —dijo el Canciller—. No puedes poner la sociedad entera patas arriba.

—No es así. —Me volví y le lancé una mirada gélida, de modo que tuvo que bajar la cabeza y estrujar su pañuelo—. Pero ya no podemos seguir ignorando el problema.

Escudriñé el salón de reuniones e hice todo lo posible por parecer tan frío e impositivo como EunJi lo había sido siempre. No planeaba ser un monarca cruel, pero sabía que, si mostraba debilidad, no me prestarían atención. Si deseaba hacer cambios, tendría que mostrarme firme.

Desde que EunJi había quedado incapacitada para gobernar, me hice cargo de las actividades cotidianas del palacio, y eso incluía participar en muchas reuniones; la junta de consejeros era la que más tiempo me absorbía.

El Canciller había sido elegido por el pueblo Tyll, pero mi plan era hacer una enérgica campaña en su contra en cuanto terminara su gestión. Era un ser cobarde y maquinador, y necesitábamos a alguien mucho más fuerte en ese cargo.

Garrett , el «confidente» de mi madre, se encontraba allí, aunque no siempre asistía a las reuniones: según cómo se sintiera EunJi, a veces prefería quedarse con ella y cuidarla.

Joss, mi asistente, estaba sentada al fondo del salón, tomando notas furiosamente mientras hablábamos. Era una jovencita humana criada en Förening como mänsklig. Había trabajado siempre como secretaria de EunJi, pero desde que comencé a dirigir el palacio se convirtió en mi ayudante.

DaeJun, mi guardaespaldas, también se hallaba ahí: su lugar durante las reuniones era junto a la puerta. Su misión era seguirme como una sombra en todo momento, y aunque era bajito y algo torpe, yo sabía que era mucho más inteligente de lo que los demás suponían. En los últimos meses había aprendido a respetarlo y a valorar su trabajo a pesar de que nunca podría llegarle ni a la suela de los zapatos a mi guardaespaldas anterior, Son HyunWoo.

Aurora se sentó a la cabecera. Junto a ella se encontraba ChangKyun, mi prometido; siempre me gustaba que él estuviera presente porque por lo general era el único que me apoyaba. De haberme sentido completamente solo, no habría sabido cómo gobernar.

También asistían la marksinna Laris, una mujer en la que no confiaba especialmente pero que era una de las nobles con mayor influencia en Förening; el markis JooHeon, quien estaba a cargo de la ubicación de los changelings; el markis Court, tesorero del palacio, y Son TaeYong , jefe de la guardia a cargo de la seguridad y de todos los rastreadores.

También había algunos otros funcionarios de alto rango en la mesa, todos ellos con una expresión muy solemne. La situación de los Tyll se hacía cada vez más desesperada y yo proponía un cambio; evidentemente, ellos no querían que modificara nada porque preferían que respaldara el sistema que mantenían desde hacía siglos, pero este ya no funcionaba. Nuestra sociedad se desmoronaba, y ellos se negaban a aceptar el papel que representaban en la destrucción del reino.

—Con todo respeto, Príncipe —comenzó a decir Aurora con un tono de voz tan dulce que apenas me permitía distinguir el veneno que contenía—, tenemos problemas más importantes que resolver. Los Vitt se están fortaleciendo, y como la tregua está a punto de terminar...

—¡La tregua! —interrumpió la marksinna Laris con un bufido—. Como si nos hubiera aportado algún beneficio.

—La tregua no terminará todavía —dije al tiempo que me enderezaba—. Nuestros rastreadores se están encargando ahora mismo de los problemas y por esta razón considero que es de gran importancia que tengamos algo que ofrecerles cuando vuelvan.

3. The ascent - HYUNGKI -SHOWKI- CHANGKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora