— Si eres mi maestro, creo que nada cambiará.

Ambos sonrieron y Sánchez curioso miró la muñeca de Nícolas.

— ¿Por qué nunca te quitas este brazalete?

— Mi madre me lo dio. Dijo que pertenecía a alguien que conocía antes de que yo naciera.

— ¡Elle es realmente genial!

Nícolas lo frotó en un gesto que solía repetir y parecía brillar. El joven miró por la ventana con asombro y llamó la atención de su amigo pinchándolo.

— Genial es ese objeto. Señaló con el dedo

índice. — ¿Es un meteoro?

Sánchez rápidamente fue a buscar algo afuera.

— Pero no veo nada.

— Por un momento pensé que vi un meteorito atravesando el cielo.

— Ya estás entrando en la atmósfera de la clase. Creo que incluso es exagerado ...

El joven miró por la ventana una vez más y no había nada más afuera.

La disciplina nueva era el asunto del día. Era esperada, sin embargo, tardó en acontecer por no encontrar al profesor adecuado para dar las clases. Aquella sería una de las primeras facultades en los EE UU en tener ese programa, lo que dejaba a todos los alumnos ansiosos por asistirla. Los tres primeros tiempos de cincuenta minutos de clase pasaron y los estudiantes estaban entusiasmados para conocer al nuevo profesor. Unos pocos salieron, pero muchos entraron para el nuevo curso dejando la sala llena de curiosos.

Finalmente, entró el coordinador del Curso de Física, el Doctor Finken, para hablar con el grupo alborozado:

— A partir de hoy, la materia de Cosmología será dada para aquellos que se inscribieron en el inicio del periodo. Pedimos disculpas por la tardanza, pues después de la desistencia del profesor Ernest Franklin, la coordinación del curso tuvo algunas dificultades en cubrir ese cargo y, por este motivo, ustedes aún no habían tenido clases. Afortunadamente, después de una intensa búsqueda, conseguimos un profesional muy competente para dar esa disciplina, que estudia el espacio sideral y los grandes secretos conocidos actualmente por los hombres. Conozcan al profesor Carlsson Glein, que es doctor en Cosmología.

El coordinador se encaminó hacia la puerta y la abrió, diciendo:

— Puede entrar, Doctor Glein.

El profesor entró en la sala y, junto con el coordinador, se quedó esperando por las palmas de bienvenida, pero el grupo se quedó en silencio. Eso porque detrás de él entró la chica más guapa que el joven tímido Nícolas jamás viera antes. Era una nueva alumna que atraía toda la atención del grupo; una figura sorprendentemente bella que se situaba a la entrada de la sala. Así que entró, todo dejó de existir para Nícolas.

Con los ojos como platos, vio que la muchacha tenía el cabello pelirrojo cortado a la altura de los hombros, una piel lisa y blanca que parecía de porcelana; los ojos azules, los labios gruesos y un cuerpo escultural, como si fuese hecho por algún gran maestro renacentista.

Sánchez, sentado a su lado, comentó boquiabierto:

— ¡Guau! ¡Manito, ahora sí que el curso va a ser más interesante, con una novedad de estas!

— También me he quedado pasmado. ¡Es guapísima!

El coordinador, viendo la sorpresa del grupo con la presencia de la joven, la presentó:

— Esta es una nueva alumna que ha venido transferida de la Costa Este. Quiero que conozcan a Zara.

Los alumnos hombres se levantaron y, todos animadísimos, comenzaron a dar palmas de bienvenida a la nueva integrante del curso. El profesor Carlsson Glein, avergonzado, tosió para quebrar el clima e iniciar la clase.

Los Hijos del TiempoWhere stories live. Discover now