-No lo logrará porque yo te cuidaré, ¿bien? Confía en mí.

-No quiero volver... Quiero seguir aquí, contigo.

-No pienses en eso, seguirás conmigo.

Dinah se acercó mientras yo abrazaba y hablaba con Camila.

-Estará aquí en poco.

-Sra, Jauregui.

Una voz masculina gruesa se hizo notar en medio del silencio. Los de seguridad se pusieron alerta y apuntaron a diferente parte de la oscuridad.

-Camila.

La susodicha tembló entre mis brazos. Ella sabía quién hablaba. La sujete con fuerza y fije mi mirada en la oscuridad.

-Debes volver antes que tu padre arme un caos.

-No quiero.

Su voz salió en un susurro apenas audible para mí. Estaba sumamente asustada y lo entendía. No podía hacer más que mantenerla a mi lado y darle algo de mi fuerza.

-¿Quién eres? Hazte ver.

Él lo hizo de manera confiada con las manos arriba. Los de seguridad apuntaron hacia él.

-Oscar Andersson.

Dinah lo identificó de manera eficaz. Él sonrío hasta que notó a Camila entre mis brazos.

-No la mereces, Jauregui.

Bajo sus brazos, pero no dio indicio de sacar alguna arma.

-Su ex-prometido, Lauren.

Dinah lo describió. Era un tipo alto y fornido, una espesa barba bien mantenida y un buen porte. Su vestimenta era casual, ajustada al momento. Pude notar unos cuantos tatuajes subiendo por su cuello y en sus dedos. Era todo un tipo malo del bajo mundo. Mi mirada lo recorrió varias veces, grabándolo.

-Lo dice quién la estaba obligando.

Mostró un poco de enojo ante mi afirmación. Su cuerpo se tenso y su mandíbula se apretó. Se veía que era un tipo que daba lucha y que dejaba a muchas personas sin aliento con su presencia. Aún así, sabía que estaba en desventaja entre nosotros. No era tonto y sabía que cualquier movimiento haría que se ganará una bala en la cabeza.

-Por el bien de su legado.

Su respuesta me pareció de lo más tonta y simple. No tenía ningún tipo de sentimiento por mi Camz, solo quería aprovecharse de ella y sentirse más hombre por tener a una mujer como Camila en su casa. Eso me enojo.

-El legado se puede ir al demonio. Ninguna mujer debe ser encarcelada a un matrimonio arreglado.

-¿Y tú que le darás, Jauregui?

-Le daré el mundo si ella lo quiere. Mi legado me importa poco. Solo me importa ella.

Soltó una risa amarga. Parecía que no le hacía gracia nada de mis palabras o frases. Aún así, yo sí sabía que deseaba con la mujer detrás de mí. Estaba orgullosa de tenerla a mi lado y no de tenerla como una incubadora en casa.

-La conoces de hace dos meses y dices que es lo más importante para ti. Que idiota.

-Con tan solo dos meses comprendí todo lo que ella importaba. ¿Cuánto tiempo tuviste tú, hijo de puta?

Sonrío intentando parecer tranquilo, pero sabía que estaba muy enojado. Relamió sus labios, estaba buscando que decir para no parecer más desesperado de lo que estaba. Estaba deseando llevarse a Camila y ganarse unos puntitos de buen chico con Alejadro. Parecía un perro bien entrenado.

MonógamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora