Capítulo 20

773 57 6
                                    

19 DE FEBRERO DE 2040

ORDEN MUNDIAL

LOS ÁNGELES, CALIFORNIA

Mi despertar fue muy diferente a los normales.

Tenía a mi lado a una mujer desgraciadamente preciosa y con la que había pasado un momento inolvidable hace menos de ocho horas.

Su cuerpo se movía sobre la cama buscando mi calor, me había alejado lo más que podía, pero seguía moviéndose como una oruga para tocarme.

Y lo logró.

Su brazo y su pierna quedó sobre mi cuerpo inmóvil. Podía sentir con total libertad su desnudez y no sabía cómo sentirme. Su brazo había caído sobre mis pechos expuestos, por lo que tuve que tomarlo y moverlo a mi torso

Ella murmuró algo aún dormida y logró poner su cabeza sobre mi brazo que usaba como almohada para mí misma. No bastó haberme robado todas las almohadas existentes en la habitación, ahora me robaba mi propio brazo.

Me quedé inmóvil hasta el punto de dormirme nuevamente.

-¿Lauren?

Abrí mis ojos asustada y con un mal movimiento de ambas, su rodilla que estaba sobre mis muslos se levantó impactando contra mi miembro.

De inmediato el dolor llegó a mí y me quejé por lo alto.

-¡Mierda, lo siento... Lo siento!

Durante un momento me mantuve quieta mirando hacia arriba y esperando que el dolor pasará por sí mismo.

-¿Estás mejor? Sigues roja...

Suspiré y asentí.

-Solo déjame respirar un momento más, por favor.

-Lo siento.

-Está bien, fue mi culpa. Yo fui quién se levantó exaltada.

-Sí, sobre eso. Pensé que te irías.

Lo sabía. Eres tonta, Lauren.

-¿Quieres que me vaya?

Me senté sobre la cama.

En un movimiento rápido de su parte sentí sus pechos entrar en contacto con mi espalda desnuda. Fue imposible no sentirlo.

-No, no, solo pensé que lo harías.

Miré sobre mis hombros, sus brazos me rodeaban con fuerza. Su rostro estaba a mi alcance por lo qué con un solo movimiento logré darle un pequeño beso en sus labios. Ella volvió a reanudar el contacto con más facilidad inclinándose más sobre mí.

Cuando menos lo pensábamos, quedó sobre mi regazo a horcadas. Solo nos detenía la tela de mi bóxer, ella se había librado de la sábana desde hace mucho.

Cuando se alejó, junto nuestras frentes y habló.

-Disfrute mucho de anoche.

-Yo también.

Se alejó y me miró fijamente.

-¿Qué haremos ahora?

Me encogí de hombros. No logrando contestar.

-¡Hey, monógamas, salgan de allí! El desayuno llegó.

La voz de Dinah hizo saltar a Camila de mi regazo y correr al cuarto de baño. Reí por lo bajo, me levanté, tomé mi top, me lo puse y salí.

Dinah me había visto en peores condiciones y ya no debía cubrirme de Camila.

-Mírate, toda una monógama.

MonógamaOnde histórias criam vida. Descubra agora