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Había llegado el día, después de 8 años viviendo a escondidas al fin había llegado el día en que Jeongin se armara de valor y le confesara la verdad a su madre.

Sin embargo, no era tan sencillo cómo lo imaginó. El día tan aplazado había llegado, después de tanto Jeongin había decidido ir con su madre y decirle sobre su relación con Chan, pero no iba a mentir que se sentía muy nervioso por la reacción de su madre, presentía que sería negativa, aunque aún tenía una pizca de fe en que fuera diferente.

—Cualquiera que sea su reacción, siempre tendrás mis hombros y brazos, ¿sí?

Jeongin asintió, inhaló y exhaló para entrar a su casa. Sabía que contaba con el apoyo de Christopher.

Ambos entraron, Jeongin primero y detrás de él le siguió Christopher. La señora Yang se encontraba en la sala de estar, viendo una revista y tomando una taza con té. Manteniéndose ajena a las personas que entraron a su hogar, a pesar de que percibió sus olores, reconociendo de inmediato el de su hijo, y sintiendo inquietud por ese olor que no conocía, más no levantó su mirada.

—Madre —llamó Jeongin, sin embargo, su madre no lo miró.

—¿Qué quieres?

—Te quiero presentar a alguien.

Fue entonces que la alfa elevó su mirada para observar al acompañante de su hijo.

—¿Usted quién es? —le preguntó al alfa.

—Christopher Bang.

—¿Bang? —musitó para ella misma, intentando recordar en dónde había escuchado aquel apellido.

—Madre —volvió a repetir el omega, tomando la mano de Christopher y recibiendo una confusa mirada de su madre—, te quiero presentar a Chris porque él es mi alfa —fue directo, ya que sabía que a su madre no le gustaba el rodeo.

La señora Yang se mantuvo en silencio por algunos segundos, observando a su hijo con detenimiento. Jeongin se sentía más nervioso debido al repentino y sepulcral silencio, le estaba dando ansiedad y eso a él no le gustaba.

No obstante, aquel sofocante silencio fue roto cuando una fuerte carcajada se escuchó en la sala. Era la risa de su madre. Jeongin no entendía cuál era la gracia, pero aquella reacción hizo que le doliera el pecho, porque la risa de su madre no era para nada agradable.

—¿De qué demonios estás hablando? Esto debe ser una broma, ¿tú teniendo alfa? Pff, por favor, lo único que sabes es espantar alfas —se burló y aquello lastimó al corazón del omega—. Qué buen chiste, Jeongin. Me has hecho reír después de años.

Jeongin ya no sentía el mismo valor que al inicio, quería hacerse bolita en su lugar, ser invisible, desaparecer para que su madre no lo encontrara. Sus ojos inevitablemente se humedecieron, no estaba seguro de si aguantaría el no llorar frente a su madre.

Tal vez Chan no compartía un lazo con Jeongin, pero extrañamente pudo sentir lo que el omega sentía en ese preciso momento, y verlo al borde las lágrimas lo llenó de coraje.

—Soy su alfa —dijo Christopher con molestia reflejada en su voz, en serio que no soportaba a esa señora—, y lo he sido durante 8 años.

La sonrisa que mantenía la alfa se esfumó en un abrir y cerrar de ojos.

—¿8 años? —soltó, desconcertada. Luego dirigió su mirada hacia su hijo—. ¿De qué demonios está hablando este alfa, Jeongin? Explícate ahora mismo.

Jeongin tragó saliva con fuerza, sintiendo cómo Christopher apretaba su mano para darle ánimos.

—Es cierto, madre... —contestó en voz baja, pero aun así audible—. Tengo una relación de 8 años con Chris y nos vamos a casar.

—¿8 años? ¿Casarte? —murmuró, colocándose de pie, esta vez con una expresión de enojo—. ¡¿Cómo es eso posible?! ¡¿Me has ocultado esto por 8 años, Jeongin?! ¡¿Y cómo es eso que te vas a casar?!

El tono fuerte de voz hizo que Jeongin se encogiera en su lugar, de inmediato Christopher se situó adelante de él para protegerlo.

—¡¿Acaso he sido tu burla todo este tiempo?! ¡¿Te he dado todo y así me pagas?!

—Madre, yo no...

—¡Cállate! —gritó, alzando su mano hacia el omega. La señora tenía la intención de abofetear a Jeongin, sin embargo, Christopher se lo impidió.

—No permitiré que le ponga un dedo encima a mi omega —expresó con voz fuerte y soltando intensas feromonas. Él siempre protegería a su omega.

La alfa se zafó del agarré y retrocedió, podía notarse el enojo, frustración y muchas más emociones, cada una de ellas alteradas.

—¡No apruebo esta relación, Jeongin! —vociferó—. ¡Sabes muy bien que solo te casarás con el alfa que yo elija para ti!

—No vinimos para obtener su aprobación sobre nuestra relación, señora. No nos interesa si está de acuerdo o no, solo venimos para hacérselo saber —dijo el alfa, enfureciendo aún más a la alfa.

—Este insolente maleducado... —farfulló con enojo—. ¡Terminas con ese alfa en este precioso instante o te me largas de la casa!

—No voy a terminar con Chris, lo amo y me casaré con él... Me casaré con la persona que yo elija, madre, no tienes poder sobre mí —habló Jeongin, intentando ser valiente, sin embargo, parecía un cachorrito asustadizo detrás de su alfa.

—¡Se largan en este mismo instante de mi casa! No quiero verte, Jeongin, vete y llévate a este alfa insolente contigo.

—No nos tienes que echar, nos iremos por voluntad propia. No soporto estar en el mismo lugar que una persona tan cruel y detestable como usted.

Christopher tomó la mano de Jeongin y se lo llevó lejos de allí, lo sacó de ese lugar que Jeongin creía que era un hogar, pero en realidad era todo lo contrario.

La señora Yang gruñó con enojo, empezando a tirar lo que veía a su alrededor y sin importarle que fueran objetos muy costosos, solamente los tiró porque sentía mucha rabia en su interior.

Mientras tanto, Christopher subió a Jeongin en el auto y condujo lo más rápido que pudo a su casa, agarraba la mano de Jeongin y soltaba feromonas tranquilizadoras para hacerlo sentir mejor, lo cual poco a poco fue sucediendo.

Cuando llegaron a su departamento ambos entraron en completo silencio. Jeongin se sentó en el sofá y segundos después Christopher lo acompañó.

Jeongin observó sus cosas amontonadas en el departamento. Él presentía que su madre lo rechazaría, por lo que, estuvo sacando sus objetos de pertenencia de a poco hasta conseguir sacar todo, así ya no tendría que volver a esa casa.

—Al menos saqué todas mis cosas de la casa —musitó, intentado sonar normal, tratando de ser optimista, pero en su tono de voz se notaba con claridad el dolor que sentía.

—Ven aquí —susurró el alfa.

Christopher acercó el cuerpo de Jeongin para envolverlo en sus brazos. Y fue entonces que Jeongin se permitió desmoronarse. Se permitió llorar sin miedo a que se viera feo y vulnerable.

—Te amo, Innie —dijo Chris con voz suave, él también quería llorar, pues le destrozaba ver de esa forma a su niño, a su amor. Sin embargo, debía mostrarse fuerte para él—. Aquí estoy para ti y siempre lo estaré.

Esa noche Jeongin lloró y lloró, sacando todo el dolor de su corazón.

Esa noche Jeongin lloró y lloró, sacando todo el dolor de su corazón

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Cita a ciegas ♡ ChanIn | MinBinOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz