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La complejidad en la vida de Marcia cada vez era mayor; nada se resolvía cuando ya había otra cosa por la cual preocuparse.

El caos era parte de su vida cotidiana y ese día no fue la excepción; problemas en el trabajo con el vestuario del show en que llevaba semanas trabajando para que todo saliera a la perfección; problemas y diferencias de familia, la boda y embarazo de Lucía, el descontento con Hugo por su amiga Alba, el conflicto por la relación de Rafael con Jimena y las peleas con Lucrecia, que cada vez eran más fuertes. Sin olvidar que apesar de todos sus esfuerzos aún no podían dar con el asesino.

El estrés la estaba consumiendo y sumándole que su salud iba de mal en peor gracias a la aportación de su cuñada.

—¿No vas a bajar a comer? –preguntó en cuanto entro a la habitación.

—No, no tengo hambre y tengo mucho trabajo por eso preferí traérmelo a la casa. –respondió la pelirroja ojeando unas hojas. Llevaba un largo tiempo sentada frente al escritorio resolviendo pendientes.

La relación con Esteban no era precisamente la mejor, seguían distanciados; el aún estaba lleno de dudas, pero ya no solo con respecto a ella sino también a todo su entorno, ya no creía en nadie y eso lo estaba carcomiendo, lo único que quería era vivir su amor a lado de la mujer que amaba, pero para eso primero tenía que tener la certeza de su inocencia; así como ella hizo hasta que el padre José liberó de culpas a Esteban. Pero todo eso la pelirroja no lo sabía, seguía jurando y perjurando que el pelinegro solo desconfiaba de ella.

—¿Sí? Bueno. –apenas recibió esa respuesta se dispuso a irse, pero se detuvo cuando ésta se desvaneció al intentar ponerse de pie. –Ey, ¿qué pasa? –la sostuvo. 

—Nada, estoy bien. –no estaba bien, los mareos y la falta de aire cada vez eran más recurrentes.

—¿Como que estas bien? A ver. 

—No, Esteban estoy bien. –intento convencerlo para poder seguir trabajando.

—No, no, no.

—Solamente estoy un poco mareada, nada más.

—Por eso mismo, ven. –la ayudó a ponerse de pie para llevarla a la cama.

—Pero no pasa nada, tengo que hacer demasiadas cosas.

—No te preocupes, tranquila. Recuéstate un rato –ayudó a subir los pies a la cama y se sentó al frente. –Es que no es normal que te sientas así, es importante que veamos a un especialista.

—Si, si, ya lo sé, pero no ahora porque tengo que hacer muchas cosas. Estoy presionada porque entre el show y la boda de Lucía, no termino de entender esa situación. –respiraba con dificultad. –Mejor me voy a dar un baño, ahorita regreso.

—Si, ¿quieres que te acompañe? –volvió a desvanecerse y él la detuvo para volver a sentarla en la cama. –Te estoy diciendo, tranquila no hay prisa.

—Estoy bien, solamente dame agua. –pidió.

—Ahora te consigo el agua. Pero ¿tienes algún inconveniente si me quedo a dormir esta noche aquí? –realmente estaba preocupado por su mujer, desde el secuestro no había estado bien y lo último que quería era que se pusiera mal.

—No, ninguno, está bien de verdad. 

—¿Segura? –ella asintió –Recuéstate, te voy a conseguir el agua. No te muevas de ahí por favor.

El moreno no tardo más de cinco minutos en ir a buscar el agua. Marcia seguía acostada con los ojos cerrados, así el mareo disminuía un poco; bebió un sorbo de agua y volvió a la misma posición un rato más, mientras que él, sentado frente a ella en la orilla de la cama, la observaba al mismo tiempo que le sostenía la mano amorosamente.

LM + | ONE SHOTWhere stories live. Discover now