Gracias

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Marcia estaba apunto de entrar a la cama cuando su marido salió de el baño ya con su pijama puesta. Él solo la miró con desdén y se dirigió al lado izquierdo de la cama, parecía que no tenía intención de compartir palabra con la pelirroja.

—¿Vas a dormir aquí? –rompre aquel incomo silenció mientras se acoda en la cama intentando no lastimarse el brazo.

—No, de ahora en adelante voy a usar la recámara de invitados –toma su almohada de la cama y camina al frente de la misma, mientras contesta con apatía.

—Por mi está perfecto –dice afligida. ¿Como el hombre que la había salvado, que había estado preocupándose tanto por ella, en ese momento la trataba así? Tan seco, tan distante.

—Después le digo a Esperanza que saque mis cosas. –Responde para inmediatamente dirigirse a la puerta.

—Esteban –menciona su nombre para detenerlo, indecisa de lo que estaba a punto de decir pero con la necesidad hacerlo.

—¿Mm? ¿Que paso? –voltea inmediatamente a ella.

—Dirige sus pasos al pelinegro hasta quedar a centrimetros de él para decirle tímidamente –No te he dado las gracias, por haber llegado en el momento perfecto, justo cuando las fuerzas se me habían acabado –buscaba encontrar en su mirada aquel amor que le demostraba con acciones la mayor parte de tiempo pero que en ese momento parecía inexistente. Después de unos segundos no pudo evitar dirigir sus hermosos ojos verdes a los labios de su marido, necesitaba besarlo, sentirlo, sentir lo que en el fondo sabía, que él también la seguía amando apesar de todo. Pero sobretodo necesitaba sentir que confiaba en ella.

Ambos, instintivamente, acortaron la poca distancia que los separaba. Marcia estaba dispuesta a todo en ese instante, el saber que Esteban había hecho de todo para encontrarla y salvarla le demostraba que su amor era sincero aunque tuviera dudas de ella. Esteban, por su parte, apesar de las interrogantes que invadían su cabeza, seguía sensible por el acontecimiento vivido con su mujer, se había sentido morir al saber al amor de su vida en peligro, y tenerla por fin junto a él, sana y salva, y diciéndole esas palabras, lo desbarataba.

—Sin separarse un milímetro y con la frente junto a la de ella responde –No tienes porque agradeceme, solo hice lo que cualquier hombre haría por su esposa, por la madre de su... de sus hijos –recapacitó antes de arruinar él momento, deseaba con todo su corazón creerle.

Pero, para Marcia si había sido demasiado tarde, aquellas palabras la bajaron de su nube en un segundo, cortó todo contacto con él lentamente. Clavó su mirada triste sobre la de su esposo y se dirigió cabizbaja de nuevo a la cama.

—Buenas noches Esteban –trajante y sin voltear a verlo.

—Se acercó a ella con determinación, deteniedola de entrar a la cama y tiró la almohada junto a las otras –Buenas noches Marcia –tomó su rostro con ambas manos para besarla tiernamente en la frente.

La pelirroja se encontraba confundida ante aquella acción, pero no pudo evitar formar una leve sonrisa. El moreno tenía el poder de hacer que cambiará de ánimo en segundos.

Ella busco su mirada para regalarle una delicada sonrisa más, cosa que invitó al pelinegro besarla. Un beso suave, sin prisa, tierno, ansiado por los dos. Para luego abrazarse y mantenerse así por un instante.

—No te vayas –dice aferrada a él, acostada sobre su pecho. Sus brazos rodeanban la cintura de su marido –quédate aquí, conmigo.

—Como negarse ante aquel pedimento. Inhalaba el delicioso aroma que emanaba de el cabello de su mujer.  –Está bien.

Marcia se separó del un poco del él para poder verlo a los ojos. Él acariciaba el cabello rojizo de su bella esposa y sin decir nada la invitó a sentarse en la cama para arroparla no sin antes quitarle la bata y dejarla sobre la cama.

LM + | ONE SHOTWhere stories live. Discover now