Falsos recuerdos

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16; Falsos recuerdos
Haneul

Estaba decidida. Enfrentaría a mi madre aunque fuera la última rebeldía que podía hacer con mi vida, porque de una cosa estaba segura...

En cuanto le reprochara todo a mi madre, estaría muerta y enterrada.

Pero la seguridad que tenía en ese momento acompañándome me impedía pensar con claridad como también, el rencor y el todo la mierda que había aparecido en menos de una semana.

Era sábado por la mañana y yo ya estaba a menos de media hora de mi hogar, de mi casa, de mi cárcel. Y no paraba de pensar en el camino lo que le diría al llegar.

«¿Debería ir con todo? ¿O mejor le hago creer que la he venido a ver?»

Opté por la primera opción porque la segunda no había persona en la tierra que se lo creyera y menos sabiendo la relación que tenía con mi madre.

Ella había logrado que yo fuera así de fría y reservada.

Y ahora era el momento de que me dijera toda la verdad.

Me lo debía.

Me pare en la puerta de mi casa, respirando entrecortadamente e intentando poner en orden las emociones y los pensamientos. Tenía que estar completamente en mis cabales para enfrentar a la mujer que me trajo a la vida.

Con una exhalación de aire demasiado larga, me atreví a tocar el timbre blanco y algo descastado por la lluvia. El típico sonido de campana sonó dentro de la casa y no tardó en abrirse la puerta principal.

Mi madre estaba parada tras ella con los ojos como platos. Estaba más que claro que no me esperaba a mí en el día de hoy.

            ─Hola mamá─ dije lo más relajada que pude antes de sonreír de oreja a oreja. Esperaba que no notara que era la sonrisa más falsa que había creado en toda mi vida.

            ─Cariño...─ su voz alarmada me hizo sobresaltar, nunca la había visto en ese estado. Y ella pareció percatarse también ya que, rápidamente sacudió la cabeza y se apartó de la puerta hacia un lado, dejándome pasar─Entra hija.

            Caminé sin mirarle a la cara hasta llegar al comedor espacioso que teníamos. No había cambiado nada en diecinueve años y verlo siempre de la misma forma me hacía traer bueno y malos recuerdos.

Y luego, un vacío en mi mente que me oprimía el corazón.

            ─¿Qué te trae por aquí hija? No te esperaba hoy, pensaba que estarías con Min estudiando─ la palabras de mi madre hicieron que volviera a la tierra y dejara de mirar la fotografía sobre la chimenea. En ella estábamos los 4, sonriendo de oreja a oreja, evidencia de que nos la estábamos pasando bien.

            Esa fueron las últimas vacaciones que tuvimos juntos.

            ─Sólo quería hablar contigo acerca de una cosa que me tiene intrigada─ fui directamente al grano, no quería perder el tiempo haciéndome pasar por la hija perfecta que ella había querido siempre que fuera.

            La perfecta era Hanyeong, no yo.

            ─Muy hija, tú dirás.─ mi madre se sentó en su butaca vieja y con decoraciones en flores y yo la imité, sentándome en el sofá de dos plazas.

            ─Explícame qué significa esto.─ saqué un papel doblado de mi bolsillo delantero del pantalón y se lo extendí. Mi madre lo cogió sin entender nada, pero cuando desdobló la hoja, pude notar la alarma en su mirada.

𝖣𝗎𝗅𝖼𝖾 𝖲𝗎𝖾𝗇̃𝗈; 𝖠𝗆𝖺𝗋𝗀𝖺 𝖱𝖾𝖺𝗅𝗂𝖽𝖺𝖽 © 𝐩. 𝐣𝐢𝐦𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora