𝟷.𝟶𝟾 ،،̲Ayuda،،̲

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Tom, Abraxas, Orion y Hefesto la miraban en completo silencio. Hermione aún se sentía rara llamarlos por su nombre de pila, se había acostumbrado tanto a los apellidos que sentía que cada vez que les decía por su nombre los estaba reprendiendo. Y aunque estaban en la biblioteca aquel silenció se sentía diferente. Cómo si estuvieran esperando que se disculpara o que les diera explicaciones, aunque ella sabía que no era así.

Habían pasado dos días desde que Tom y Dumbledore habían platicado, dos días donde no los había visto por ningún lado —ni en clases o el gran comedor, ni en los pasillos o fuera de su sala común. — Y ahora estaban frente a ella, esperando que ella se hablara mientras fingían estudiar o hacer alguna tarea. Tom definitivamente no había sido cuidadoso cuando se sentó y soltó un "Lo sé todo" y ella solo pudo abrir los ojos sorprendida mientras los demás la acorralaban a cada lado y de frente, Hefesto Mulciber tomó el dobles de su túnica para que éste no pudiera levantarse y correr, aunque sabían que no lo haría, pero era menor prevenirlo.

—Granger. —Tom la miró, sus ojos oscuros que ahora lo parecían aún más que antes y no estaba segura si era porque se estaba desesperando porque ella seguía sin hablar o porque la biblioteca no tenía buena iluminación.

—Yo...

—Tu... –Abraxas la imitó, sin burla, más bien molesto. —Por eso has estado como loca desde que las vacaciones terminaron.

—Creo que hay que dejar que Granger se explique. —Esta vez fue Orion Black, quien era el que seguía con la mandíbula relajada y de los cuatro no parecía soplar llamadas.

—Alto... ¿cómo lo saben? ¡Más bien! ¿qué es lo qué saben? —Hermione se inclinó sobre la mesa con su mirada directa en Tom.

—Dumbledore me lo dijo.

—¡¿Qué Dumbledore qué?! —Hermione no pudo evitar gritar haciendo que algunos alumnos la miraran molestos por la pequeña interrupción. —Saben qué... —Hermione comenzó a tomar sus cosas metiéndolas con fuerza en su mochila y haciéndoles una seña para que hicieran lo mismo. —No podemos hablar aquí, vamos a un lugar más privado.

Hermione encabezaba la marcha hasta que llegaron hasta donde solía estar el sauce boxeador... o estaría en el futuro, por su puesto ni aquel árbol que aborrecía desde tercer año ni el pasadizo que resguardaba existían aún, pero estaban lo suficientemente apartado de todos y se podían perder por un momento entra la hierba y las grandes piedras que rodeaban el lugar.

—¿Qué es exactamente lo que te dijo Dumbledore? —Hermione preguntó cuando todos estaban sentados.

—Dijo algo sobre una misión pero no dijo exactamente cual es tú misión, también mencionó que necesitas ayuda, aliados, y ¿quién mejor que nosotros para ayudarte?

—Supongo que Dumbledore confía mucho en ti. —Hermione suspiró intentando buscar la forma de empezar, aunque sabía que no podía revelar del todo su situación si podía contar alguna que otra cosa importante, y se sintió feliz de poder liberar una buena parte de la carga en sus hombros. —Bueno, como saben me transfirieron aquí, pero el motivo es porque necesito encontrar a alguién, aún no sé a quién. —Se apresuró a decir en cuanto vio como Hefesto abrió su boca, este la cerró enseguida y la dejó continuar. —Es tonto, lo sé, y ambiguo, pero aunque no tengo ningún tipo de información sobre cómo es o como se llama tengo que hacer una lista de posibles sospechosos. Dumbledore cree que es alguien de Slytherin, y es importante encontrarlo.

—Tengo dos preguntas. —Orion levantó su mano como si estuviera en una clase. —La primera es: ¿Nosotros estamos en la lista? —Abraxas golpeó su hombro con el libro que tenía en la mano antes de volver a mirarla.

—Ya no, lo estuvieron. —Confesó. —No me lo tomen a mal, no los conocía y todos parecían espeluznantes.

—Espera, espera, espera. —Tom habló ofendido. —¿Por qué crees que no somos nosotros?

—Bueno, a decir verdad lo único que sé es que esa persona realmente es desalmada. —Hermione miró como todos la miraban esperando que dijera algún motivo real. —¡Por favor! Tom no puedes pasar ni un minuto sin ayudar a alguién o protegerlo, Orion no puede matar una mosca sin llorar y la última vez que lo hizo nos hizo hacerle un funeral, Abraxas se desmayó en cuanto tuvimos que cortar hojas de tentacula porque según él se retorcía como si le doliera, Hefesto no me hagas decir los motivos por lo que te borré de la lista.

—¡Hey! Puedo ser malvado si me lo propongo. —Se defendió mientras todos se reían, Orion agitó su mano sobre su cabellera haciendo que este se desordenara.

—No, no lo eres. —Abraxas se rió.

—Bien. —Orion dió fin al pequeño momento y continuó: —¿Por qué tu?

—Es complicado, soy la única que queda. Y no estoy específicamente en el radar de él, solo soy... bueno sangre sucia. Así que era la mejor opción. —Hermione habló rápido notando como todos se ponían incómodos antes la mención de la sangre.

—Te ayudaremos. —Abraxas le sonrió. —Honestamente las clases son más aburridas y si te mandaron hasta acá con tu misión y ni siquiera conoces a la mitad de Slytherin necesitarás mucha ayuda. —Todos asintieron y ella no pudo evitar sonreír, agradecida y sintiéndose más liviana.

–Bueno, ya que el tema está terminado y nos estamos metiendo en terreno complicado, ¿es mucho pedir que me pases la tarea de runas antiguas? —Orion sonrió, recibiendo otro golpe ahora en la cabeza por parte de Abraxas y dijo:

—Eres increible.

—Lo sé.

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Lo que siguió fue aún más fácil, Tom había llenado pergaminos con nombres y motivos por los que podría ser la persona que buscaba. Abraxas, gracias a sus padres, había conseguido información de los árboles genealógicos de familias sangre puras que estuvieron ligadas o estaban activamente ligadas con Grindelwald. Orion se la había pasado haciendo de espía, había sacado su lado más cotilla y ponía atención a cada plática en el pasillo, biblioteca o salón de clases que pudiera ser de ayuda. Hefesto, por su parte, había decidido mantenerse alejado de la situación.

Hermione comprendía, había visto esa mirada en Draco. La mirada de culpabilidad, de miedo y desesperación.

Antes de que ella regresara el profesor Dumbledore le había confiado que Draco tenía una misión, por supuesto ella tuvo que callarse y alejar a Harry tanto como pudo cuando este comenzó a decir que Draco era un mortifago. Si que lo era, ella lo sabía, Dumbledore lo sabía, pero había un infiltrado de rango alto a quién Dumbledore le tenía infinita confianza, Hermione estaba segura que el profesor sabía de qué trataba aquella misión pero él jamás le dió los detalles.

—Draco es un niño afortunado en una situación desafortunada. —El profesor le había dicho cuando Hermione alertó al, en ese tiempo, director de las sospechas y constante acecho de Harry. —Usted comprenderá, señorita Granger. Nosotros no decidimos en qué cuna nacer. Draco podrá ser muchas cosas, pero en el fondo, solo es un niño asustado que quiere ganarse la aprobación de su padre.

Hermione no había molestado a Hefesto en ningún momento, ni lo había echado en cara, ya era mucho que Malfoy estuviera dando de sí debido a los rumores de que su familia había sido iniciada. Hefesto era otra cosa, su familia ya había sido iniciada, las mayores elecciones de su vida estaban a punto de suceder, Hefesto tendría que decidir a qué bando pertenecer, y por lo que ella sabía del futuro, los Malcibur eran mortifagos, no había duda alguna.

El corazón de Hermione se rompió un poco, el sabor agrio se asentó.

Hefesto Malcibur, a quién ella consideraba una buena persona y un buen amigo, se convertiría en un mortifago, sin importar lo que ella hiciera. Hefesto, que lloró cuando tuvo que sacar una mandrágora de su maceta porque no quería molestarla. Hefesto, que encanto una caja de cerillos para ayudar en el entierro de una mosca.

Hefesto se convertiría en un purista de sangre.

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𝑻𝒉𝒆 𝑨𝒓𝒄𝒉𝒆𝒓 |𝑻𝑶𝑴𝑰𝑶𝑵𝑬|Where stories live. Discover now