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Hace poco había conseguido ser la estilista personal de Charly García. Suponía que era difícil trabajar con él pues su manager sonaba desesperado a la hora de contratarme, siendo que yo no tenía muuucha experiencia.
Por suerte llegué puntual al lugar donde me citaron, y en realidad era un labor fácil, tenía que darle unos retoques a su cabello y ya está. Saludé al personal del lugar para posteriormente verlo a Charly. Un hombre altísimo y con una linda presencia, no podía borrar la sonrisa de mi rostro al verlo.
Lo llevé al frente de un tocador y comencé a trabajar en él, mientras anécdotas iban y venían, creo que nadie me había hecho reír tanto.
En un momento, cuando me tocó lavar su cabello, tomé la primera botella que vi pensado que era shampoo, pero acababa de cometer un terrible error. Noté como su pelo se empezaba a aclarar con cada lavada, tiñendose de un rubio fuerte. El miedo comenzó a invadir mi pecho, esperaba estar equivocada.
Al terminar sequé su cabello, y efectivamente, estaba totalmente rubio, ya me veía venir mi despido y un juicio de su parte. Con mucho terror, giré su silla y le mostré el resultado, y para mi mala suerte, justo estaba entrando su manager a la sala.
- ¿¡Qué hiciste, nena!? - Dijo su manager aterrorizado.
- Perdón, me confundí de botella, pero ya lo arregl-...
- ¡Me encanta! - Dijo Charly fascinado. - Sos una genia, loca.
Solté un gran suspiro de alivio. A decir verdad, no le quedaba nada mal.
