Imagina que Gustavo y Charly ayuden a Zeta para invitarte a salir.
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- Dale boludo, no es tan difícil. Vas, la saludas, le decís que está hermosa y le preguntas si le pinta ir a tomar algo, ¡facilísimo!
- Será fácil para vos que tenés a la que querés, Gustavo. Yo no soy así.
- Tampoco te tires tan abajo, Héctor. ¡Sos un buen partido! - Decía Charly tratando de animarlo.
Zeta cayó rendido en el sillón de la sala junto a sus dos amigos. Esto de las citas se le hacía muy difícil, más aún con la mujer más preciosa que había visto.
[...]
Había quedado en ir a la sala de ensayo de los chicos para llevarles un par de cables que necesitaban, por lo que a penas llegué toqué el timbre. Casi al segundo me abrió Zeta, a lo que lo salude con un beso en la mejilla.
- ¡Zeta!, ¿cómo andas?, vine a traer los cables que me pidieron.
- Ah, sí, gracias...- Dijo algo tímido.
Se produjo un silencio inexplicable durante unos minutos, simplemente estabamos ahí, mirándonos. Supuse que era una señal de que debía irme.
- Bueno...espero que sigan bien con el ensayo, nos vemos después-...
- ¡Espera! - Me detuvo. - Yo...me preguntaba, si es que querés obvio...si te gustaría ir a tomar algo conmigo...
Sonrei enormemente ante su propuesta. Me parecía un plan maravilloso.
- Me encantaría. - Dije felizmente. - Estoy libre el sábado por la noche.
- Buenísimo, sábado a la noche entonces.
Tras unas cuantas palabras más nos despedimos, y al momento en que cerró la puerta, pude escuchar con claridad las felicitaciones y gritos de alegría de Gustavo y Charly para Zeta, a lo que me eché a reír. No sé que habían planeado esos tres.
