—¿En qué estás pensando? Si nos seguimos demorando nada de esto resultará.

—Podrían perder el empleo... —Miles rodó los ojos—. ¡Hablo enserio!

—No pasará, me he mandado mil y una embarrada con Lucas a mi cuidado y ahí sigue, tranquilo, no hay que sobre pensar las cosas.

—Si, quizás tienes razón.

—Tengo una mala noticia —miró a todos lados—. No hay ventanas aquí, solo ventiladores y una enorme que da a un árbol dentro de la propiedad. No podemos escalar hasta el jodido techo.

Oh no.

—Sigo pensando que es pésima idea, no sé cómo se te ocurrió que salir de aquí sería fácil. Tenemos a medio mundo atentos a cada movimiento que hacemos.

—Alexander fue astuto —bufó mirando el gran espejo arriba de los lavamanos— ¿Que hacemos ahora?

—Nada, a menos que te quieras lanzar de treinta pisos porque ahí queda el pent-house.

—¡No puede ser!

Una señora de la limpieza entró con un carro grande con los implementos de aseo y pude notar la gran sonrisa que colocó al verla.

Esperó a que se alejara para aprovechar su oportunidad y meterse en el carrito buscando quien sabe que cosa.

—¡Bingo! Ponte este uniforme.

—¿Qué?

—Haz lo que te digo, sigue el plan. Yo iré aquí abajo —indicó la puerta pequeña— Encárgate de mover esto y no mires a Parker porque te reconocerá.

—Me arrepentiré tanto de todo esto —lloriqueé.

—¡Sé valiente!

—Eso te diré cuando estes en el regazo de papá y me pidas ayuda —me fulminó con la mirada.

¿Qué? Es cierto, si es tan grande para sus cosas bueno que asuma como grande. No quiero echarle toda la culpa a él, tampoco deseo que me vuelvan a castigar.

—Mira para que te quedes tranquilo haré algo por ti —colocó una mano en su pecho para sobreactuar la situación—. Recibiré las palmadas que te toquen a ti si es que nos descubren. Lo prometo

—Ay Miles...

—Lo sé nunca había sido tan generoso —sonrió.

—¿Qué generoso? Idiota tenías que ser.

—Me echaré la culpa y ya está —dijo sin medir las consecuencias de nuestro actos—. Alexander no se puede enojar tanto.

Quiero creerle y no puedo.

—¡Ahora sigue con lo que te dije!

Se metió en el medio del carrito y me fui a cambiar tan rápido como pude. Moví cuidadosamente las ruedas y salí bajándome el gorro que traía el uniforme para que no me reconocieran. Pasé por el lado de mi guardaespaldas.

—Señor —me quedé paralizado—. Se le cayó esto.

—Mhm —hice un ruidito y estiré la mano hacia atrás.

—Aquí tiene —apreté la tarjeta y salí casi tropezándome con mis propios pies de los nervios.

—Esta gente de hoy en día... ni gracias dicen —lo oí decir a medida que me alejaba.

—Estuvo cerca —Miles salió de su escondite y yo me quité el uniforme en una zona alejada de recepción—. Actuemos normal y la fase 1 será un éxito.

Lo logramos.

No sentía la suficiente confianza y lo hicimos. De la pura emoción abracé a Miles y corrimos hacia la entrada principal. No puedo dejarlo sólo en esto, es mi hermano y si se le ocurre ir a China lo acusaré con papá.

Aventuras de un herederoWhere stories live. Discover now