❛ Podía permitir que su corazón se rompiera en cualquier momento; sus objetivos no. Al fin y al cabo, ¿cuánto podía doler que se quebrara un poco más algo que ya estaba destrozado? ❜
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Chloé Bellerose parece tener ojos única...
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TAKE ME HOME ━ CAPÍTULO XLVII ❛ vivir su vida ❜
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26 DE DICIEMBRE, 1995
EN SAN MUNGO HABÍA DEMASIADO SILENCIO.
O quizás lo único silencioso de ese lugar era aquella habitación, George ya no estaba seguro. Era difícil para él y su hermano estar allí sin que nadie les llamara la atención por estar hablando alto; no lo hacían a propósito, por supuesto. Simplemente no estaban acostumbrados a que todas sus conversaciones tuvieran que ser entre susurros.
Y ahora incluso extrañaba los susurros.
Los gemelos habían decidido dejar que su hermano y su madre descansaran un poco después de haber pasado todas las vacaciones sin apenas salir del hospital. La salud de Arthur Weasley iba mejorando con el paso de los días, pero todavía no era capaz de mantener una conversación larga con alguien puesto que solo respondía con monosílabos y pasaba muchas horas durmiendo. George, Fred, Ron, Ginny, Harry y Hermione habían ido a visitarlo después de que Molly les insistiera en disfrutar de las navidades tanto como pudieran en Grimmauld Place, y al ser los únicos adultos del grupo, los gemelos decidieron hacer sus descansos por separado para que uno pudiera quedarse con su padre mientras los demás salían de la habitación.
Resultaba realmente agotador ver así a su padre, quien estaba dormido la mayor parte del tiempo por las pociones calmantes para el dolor. Aunque se sintiera mal por tener la idea de abandonarlo, necesitaba salir de aquella habitación. Estaba por bajar a la planta principal y pedirle a Ojoloco, quien les había escoltado hasta allí, que le hiciera compañía, aunque era suficiente pensar en cómo era para ver que estar solo no era tan mala idea. No le caía mal, pero no era la persona más agradable del mundo.
El reloj marcaba que no quedaba mucho tiempo para que Fred volviera del salón de té para hacer el relevo. Con el único sonido de la respiración del señor Weasley de fondo, George miraba a su padre desde el sillón que había al lado de la cama de hospital, aliviado de ver como su padre todavía estaba allí con ellos, pero con un nudo que apretaba su estómago cada vez que miraba las condiciones en las que estaba. Tenía vendas en los dos brazos que descansaban sobre su vientre por haber intentado parar a la serpiente con ellos, puntos cosidos sobre los rastros que los colmillos de aquella serpiente habían dejado en su piel que no pudieron ser cerradas con magia e hinchazón en los ojos que apenas podía llegar a abrir del todo.
