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27 de noviembre - Alemania vs España.

El partido había resultado en un duro 1-1, estaba frustrado sentado en el banco mirando a un punto fijo en el suelo sin prestarle atención a nadie de los que estaban a mi alrededor. Jugué el partido completo y no obtuve el rendimiento que yo quería ver.

Ya era el segundo partido y aún no había marcado ningún gol, el poco orgullo que tenía muy muy en el fondo mi pecho me decía que si me iba de aquí sin meter ni un solo gol iba terminar decepcionando a la gente.

Es decir, hace un año salí premiado con el Golden Boy por el increíble desempeño que hice con solo 19 años ¿y ahora no podía marcar un simple gol? Por mucho que la gente dijera "Es que es un mundial, no se que, bla bla bla" toda la rabia que acumule durante el partido me estaba pasando factura ahora y me hacía creer que todo eso era pura palabrería para ocultar el hecho de que las cosas no están saliendo a mi favor.

No aguantaba un segundo más rodeado de todos mis compañeros, por lo que me levanté y me dirigí al baño intentando pasar desapercibido entre ellos. Me acerqué al lavabo y al abrir la llave y mirarme al espejo me dio algo de repulsión verme a mi mismo en un estado tan vulnerable. Sabia que para este punto cualquier simple palabra de alguien me haría desbordar emocionalmente y terminar cediendo a mi único deseo en este momento: ponerme a llorar como un niño pequeño que perdió a su madre.

Me asustaba el simple hecho de decepcionar a la gente, por mucho que yo intentase llegar, ya sea de centro, de cabeza o un remate bien hecho simplemente la pelota nunca entraba.

Estaba ansioso, deseaba poder dedicarle un gol a mi familia y otro al pequeño chico que me trae con el mundo del revés. Ahora que lo pienso bien, para ser sincero no se me había pasado por la cabeza estar en una relación con él.

Desde el barça que tenía claro mis sentimientos pero me había resignado totalmente a que lo nuestro podía llegar a ser oficial, creí que lo había dejado atrás y había disipado todo lo que sentía por él, pero en el momento que pisamos Doha me di cuenta que todo era mentira, una gran mentira de mi mente y mi corazón siempre intento abrirme los ojos y quitarme la venda aunque yo fuera el que estuviera sujentado el nudo de la misma.

Nunca me sentí del todo satisfecho con mi vida, por mucho que los logros llegasen como si fueran algo de todos los días, nunca me sentí lleno. Nunca lo admitiría en público y mucho menos en rueda de prensa, lo último que quería era ver titulares llamándome malagradecido por no valorar todo lo que tengo a mi edad ¿pero que más puedo hacer? La gente no se contenta con nada, si tengo un buen rendimiento: esta bien, pero la próxima esfuérzate más. En caso contrario me decían en la cara que podía hacer más, pero no era en forma de apoyo, me lo dejaban como obligación.

Nunca dijeron que ser jugador de primera división sería fácil, pero al menos siempre estuvo mi familia para ser ese soporte que siempre necesite y justo en el mejor momento de mi vida Pablo apareció e iluminó esas pequeñas zonas que por mucho que hayan intentando, nadie logró llegar. Él siempre fue esa pieza del rompecabezas que estuve buscando.

¿Sí le hubiese dicho las cosas desde antes todo sería igual? No lo creo. Me costó mucho aceptar y poder decir mentalmente "Me gusta Gavi" pero era consciente de que tiene a media España detrás suya e incluso se corrían rumores de que la Princesa Leonor estaba igual.

No quería pensarlo más, no quería estar un minuto más de pie solo escuchando como el agua corría y se perdía dentro del drenaje, lo único que quería era llegar a la universidad y tumbarme con Pablo hasta que mi mente se relajara y pudiera recuperar al menos una parte de la estabilidad que deje en el campo.

Por fin me moje un poco las manos y luego me lavé el rostro, cerré la llave y cuando me di la vuelta parecía como si todo este tiempo me haya estado escuchando y se acercó para abrazarme fuertemente sin decir ni una sola palabra, en ese momento deje salir todo con él, porque era la única persona que podía ver como me caía a pedazos pero con unas pocas palabras y toques me volvía a reparar.

Escondí mi cabeza en su hombro y permití soltar todas esas lágrimas que habían logrado quedarse escondidas, bueno, no todas, las que lograron escaparse terminaron uniéndose con el agua que estuve dejando correr esos escasos minutos que me quede sumido en mis pensamientos.

Ya no me importaba estar totalmente sudado y sucio, sabía que la equipacion totalmente intacta de Pablo dejaría de estarlo porque mi aroma a césped húmedo, sudor y perfume se había combinado con el suyo. El clima era lo de menos, el ambiente era fresco pero no lo suficiente como para hacerme tiritar ya que mi pecho desnudo era el que más sentía el clima.

Cuando me separé aún no había podido detener el mar de lágrimas que escurria por mis ojos, miré en silencio a Pablo un rato y sabía que la única curita que podría curar mi corazón partido de tantos pensamientos negativos sería probar sus labios, sentirlo cerca como hice todo este tiempo para mantenerme firme.

Lo besé, no me importaba si alguien entraba y nos encontraba en esta situación sumamente íntima o si el beso se sentía ligeramente salado porque algunas de mis lágrimas se infiltraron en esa muestra de cariño tan pequeña pero a la vez tan valiosa, ambos sabíamos que necesitábamos eso para continuar luchando por la razón por la cuál estábamos en este país totalmente ajeno al nuestro: Llevar la copa a casa tal y como esa noche del 2010.

Cuando me separé él rodeó mi cuello con sus brazos y me miró con una sonrisa algo melancólica por verme en ese estado tan deplorable, ambos juntamos nuestras frentes y sentí como esa energía que me hacía levantarme todos los días volvía a invadir mi cuerpo haciendo revolotear pequeñas mariposas en mi estómago, sintiendo como mis manos sudaban ligeramente o como esa sonrisa boba que todos los días se plasmaba en mi rostro al ver su sonrisa brillante dedicada exclusivamente para mi. Cada vez tenía más claro que Pablo era el hombre con el que quería pasar el resto de tiempo que me quede, sin importar que digan los demás o los baches que habrán en este largo camino que nos queda.

–. Te amo más que a nada...– Fue la primera frase que susurré desde que habíamos salido del campo, el dejó un beso en la comisura de mis labios y apartó con suavidad el pelo que se había quedado por mí rostro.

–. Yo también, te amo un cielo mi vida– Sentía como mi cuerpo volvía a ganar esa emoción con la cual llegué por escuchar por primera vez ese apodo salir de sus labios.

Sabía que tenía al hombre indicado junto a mi, a esa persona que muchas desearían tener en su vida y solo yo tengo ese privilegio. Pablo Martín Páez Gavira es el sinónimo de la palabra: perfección.

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¡Buenas noches! Este capitulo es un poco más expresivo de parte de pedri porque me parece necesario hablar un poco de las cosas que no le dice a nadie, que se guarda solamente para él.
Y eso, espero les haya gustado, gracias por el apoyo! Les quiero 🫂

La noche más linda [Pedri & Gavi]Where stories live. Discover now