La serenidad del amor familiar

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El ruido producido por los cubiertos al chocar con los platos resonaba por el extenso comedor; padre e hijo estaban sentados en un silencio inmutable a los ojos de un desconocido, sin embargo, los criados y asistentes que trabajaban allí sabían de antemano que, lo que parecía tensión a primera vista, no lo era para los dos individuos que se encontraban alrededor de la circular mesa. Con suma precaución todos los sirvientes dejaron el gran salón de verdes tonalidades, una estancia que parecía estar hecha de mármol en su mayoría, permitiendo gozar a aquel par de la privacidad que tanto apreciaban.

El padre era un hombre que rondaba en los tardíos treinta, a pesar de que su rostro no había dejado relucir su edad por mucho tiempo, hace un par de años que las escondidas arrugas comenzaron a luchar por sobresalir, no obstante, no lograban quitarle lo atractivo a Zhongli: un hombre cuya serenidad y conocimiento nunca dejaría de atraer a las mujeres que él siempre rechazaría con los más exquisitos modales. Al lado contrario de la mesa estaba sentado su hijo: un chico de dieciséis años cuya altura no corroboraba con su edad, adolescente que producía susurros por parte de las abuelas que consideraban su cabello verde un acto de rebeldía y un amargado que venía de una familia rica que demostraba ser demasiado bueno para los mortales de su escuela. Esa era la opinión generalizada que la gente solía tener sobre Xiao; tan solo Zhongli, un par de personas en concreto y los mayordomos sabían de las mentiras establecidas en la impresión que el chico daba a primera vista.

Zhongli acercó una taza de té que ya había tenido tiempo de enfriarse, sin embargo, el hombre vestido con un traje de negocios, lo que indicaba que acababa de volver de la empresa, siguió tomando pequeños sorbos mientras le daba miradas a su hijo que estaba comiendo sin levantar la mirada. En cuanto los almendrados iris de Xiao acertaron con los de su padre, se quedaron en esa posición por un instante, el cual, ninguno de los dos se atrevió a romper. A Xiao le era difícil hablar y abrirse a los demás desde niño, siquiera su madre, la persona cuya empatía y afecto seguían siendo alabados a día de hoy, no siempre pudo comunicarse con su hijo. Para Zhongli aquello le resultaba aún más problemático; a un hombre reservado como él, le era complicado entablar conversaciones que tuvieran que ver con el estado personal de uno. No obstante, la vida le había enseñado que ello no era una excusa de la cual podía dignarse, aparte, la relación con su hijo le era mucho más preciada que un par de hábitos suyos.

—Tengo libre el viernes que viene —dijo por fin después de haber meditado en cuanto los dos hubieran terminado de comer. Si iba a hablar, lo haría sin ninguna interrupción como la comida, de por en medio —Puedes ir pensando en algo —hizo un intento de sonreír con suavidad.

—Está bien —comentó Xiao. Apreciaba de sobre manera las intenciones de su padre, a pesar de que no siempre podía entregarle lo mismo.

—¿Qué tal fue la cita? —una pregunta que a pesar de ser añorada por el adolescente lo dejó pensando en que contestar.

La primera vez que Xiao le comentó a su padre sobre sus gustos fue un tiempo después de la partida de su madre. El hombre había reaccionado de la manera en la que el chico predijo que lo haría: se quedó en silencio entre estupefacto y pensativo. Xiao sabía que en el interior Zhongli se había preguntado sobre qué es lo que había hecho mal, al fin y al cabo, su progenitor venía de una familia conservadora en donde los gustos de Xiao se consideraban una enfermedad merecida de la más sincera lástima. Esa tarde no volvieron a tocar el tema, pero sí lo hicieron dos semanas más tarde. En ese tiempo el joven notó como su progenitor se había dedicado a leer en cada momento libre de su ocupado día, más tarde averiguando que esos libros trataban sobre él y su conversación. Al cabo de los catorce días, Zhongli había abrazado a su hijo, diciendo que aunque no lo comprendía del todo y le era en cierta parte extraño e incómodo, intentaría hacer lo posible para estar presente en su vida y sus problemas.

—Supongo... bien —dijo desplazando las palabras.

—¿Como es? —Xiao se sintió culpable al estar huyendo de las preguntas solo porque le obligaban a salir de su zona de confort. Miró a su padre quien lo observaba con paciencia y se echó para atrás en la silla.

—Es... muy sonriente —comenzó a decir poco a poco —Alegre, divertido, social —enumeró evitando mirar a su padre al hablar —A veces es un poco despistado, pero es muy ordenado —eso último le hizo sonreír a Zhongli. La defensiva tan presente en los adolescentes no le había privado a su hijo, que hasta sin haber ninguna amenaza, parecía estar defendiendo al chico.

—No suena mal —meditó mientras tomaba otro sorbo del té de hierbas.

—Papá —dijo Xiao sin haberle dado tiempo a Zhongli a beber de la taza —¿Crees que esté bien? —aquella pregunta llevaba mucho más de lo que Zhongli lograría descifrar en aquel instante, pese a todo, afirmó con la cabeza, dejando la taza en la mesa.

—Todo estará bien —confirmó entretanto sus ojos buscaban los de su hijo, ansiando ver el mundo que estaba escondido en el alma que reflejaba su mirada. 


01.02.2023


En busca de uno mismo / Prólogo / NC-21Where stories live. Discover now