⁹ Tenemos un trato

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Tensa su mandíbula.

—Vete a bañar antes de que me arrepienta.

—¿Y luego qué haremos, capitán?

Traga grueso.

—Luego...

—¿Luego...?

—Luego te diré las condiciones para que te quedes y te irás lejos de mi vista.

Asiento, curiosa, ¿qué será eso que él quiere de mí? No tengo ni puta idea, pero lo que sí se es que debo avanzar hacia el baño de mi entrenador. Siento que el rubio no aparta su mirada mi cuerpo cuando me alejo, pero de todas formas, no me doy la vuelta como para refregarselo en la cara. Primero, tengo que conseguir ducharme, luego ya lo puedo joder y hacer enfadar todo el día si es necesario.

Abro la puerta y entro.

El baño es igual que el resto de la habitación: está todo combinado con negros y blancos. Huele de puta madre. ¿Por qué toda la mini casa del rubio huele a chicle de menta fresco y a mucha colonia? No lo sé, pero me encanta.

Me miro al espejo, bueno, realmente intento mirarme al espejo, porque a pesar de ser bastante alta, el espejo me supera en altura como él. Hago puntitas de pie y al fin encuentro mi reflejo en el espejo. Joder, aún no me acostumbro a verme con el pelo azul y tan... tan sucia.

Suspiro y comienzo a quitarme cada prenda que llevo encima: el entero negro de entrenamiento, la remera sujetadora, la faja para los pechos y mis bragas.

Hago devuelta puntitas de pie.

—Que guapa que estoy —giro en mis propios talones— hasta sucia y todo.

Tiro la ropa al suelo y abro la ducha, rápido, ansiando la sensación de el agua tocando mi piel.

Zayn

No sé en qué coño estábamos pensando.

No, no y no.

Le hemos ofrecido la ducha a esa roñosa y ahora probablemente esté desnuda en esas cuatro pare....

¡Ya basta, consciencia! La he cagado, ya lo sé. No sé qué mierda hice. ¡No lo sé! ¿Y si la echamos?

No la vamos a echar.


No soporto la idea de que esté aquí.

No soportamos la idea de que esté aquí desnuda cerca nuestro, que es diferente.

Eso es mentira. Ni si quiera me parece linda físicamente.

Pues...

—¡Capitán! —me llama Blair desde el baño. A pesar de que haya gritado, se escucha bastante baja su voz—. ¡Capitancito!

Joder, yo mismo me meto en desgracias constantes.

Me acerco a la puerta para que deje de gritar como una loca y apoyo la oreja en la madera para oírla mejor.

—¿Qué quieres ahora? —Murmura algo pero no logro escuchar—. No se escucha, idiota. ¿Te ves capaz de modular mejor? —Vuelve a hablar pero sigo sin entenderle—. Vale. Muérete allí aden...

Besos en Guerra ©Where stories live. Discover now