—¿Cariño? ¿Sigues ahí? —salgo de mis pensamientos ante la voz de mi padre.

—Sigo aquí, papá. Voy a seguir tu consejo e intentaré vivir la vida.

—¡Esa es mi hija! —Sonrío ante su emoción—. Te tendré de colgar porque acaba de llegar un cliente —murmura.

—Está bien, te amo, papá.

—Yo también, cariño —son sus últimas palabras antes de cortar la llamada.

Me quedo algunos segundos mirando el celular, aún procesando las palabras de papá y la noticia que me dió. Cuando voy a dejar el teléfono me llega un mensaje.

Amor: ¿Cielo, estás ocupada?

Frunzo el ceño.

Yo: No. ¿Por qué? ¿Sucedió algo?

Su respuesta llega enseguida.

Amor: Se me quedaron algunos papeles en tu departamento y son muy importantes. ¿Me los puedes traer por favor?

Miro la encimera.

Yo: ¿Son los que están en un sobre amarillo?

Amor: Esos mismos. ¿Puedes?

Yo: Claro que sí, Amor. Voy enseguida.

Amor: Gracias, cielo, no sabes de la que me salvas. Te quiero...

Yo: Yo más...

Con una sonrisa embobada me pongo de pie y tomo el sobre amarillo, además, de las llaves del departamento.

Nuevamente habíamos pasado la noche juntos, pero ahora en mi departamento. Austin aprovechó que Hilary se encontraba pasando algunos días con sus abuelos y obviamente yo no me pude negar.

No fueron más de quince minutos los que me tardé en llegar a la empresa y con un poco de timidez camino hasta la que supongo es la recepcionista.

—Buenos días —saludo—, vengo a entregarle algo muy importante a Austin.

Ella se baja las gafas y me mira fijamente por algunos segundos. No sé qué busca, pero me recorre de arriba a abajo.

—¿Tienes cita? —pregunta.

—No, pero...

—Entonces, sin cita no puede entregarle nada —me interrumpe de forma cortante.

Abro la boca sorprendida.

—Pero él me dijo que... —intento explicar, pero me vuelve a interrumpir.

—Lo vuelvo a repetir, sin cita no puede verlo, ni entregarle nada. —Me apunta la salida—. Será mejor que se vaya, no tiene nada que hacer aquí.

¿Me está corriendo?

—¡Pero es importante! —prácticamente chillo y me gano algunas miradas.

¡Genial! Lo que me faltaba, ahora soy el centro de atención.

—Lo siento. —Vuelve a negar.

Bufo, que mujer más estúpida.

Ya cabreada con la situación marco el número de Austin para explicarle y que sepa que ya me encuentro en la empresa.

¿Ya estás aquí? ¿Por qué no subes, cielo? —pregunta.

Bufo.

—Lo haría si tu recepcionista me dejara. Según ella no tengo cita y por ello tengo prohibido subir.

Todo Lo Que Quiero (#2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora