Capítulo 2

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Salió de sus pensamientos para fijarse quién era el idiota que no se había apartado, y se encontró cara a cara con él, la persona más detestable que podría existir en el planeta, Park Jimin, el mayor de los idiotas prepotentes que había en el instituto. Aquel tipo era de lo peor que se había encontrado Jungkook, el primer año de instituto ya eran enemigos irreconciliables, no solo porque fueran como la noche y el día, sino porque ninguno aguantaba la personalidad del otro.

Jungkook siempre había detestado la gente que se creía más que los demás, con derecho a tratarles como quisiera, pero él no pensaba dejarse intimidar por nadie, y precisamente eso era lo que Jimin no soportaba de Jungkook. Siempre había ido por su cuenta, como si nada le importase, él y sus amigos eran los únicos que se atrevían en ir en contra de Jimin y su séquito. Miraba a Jungkook con esa sonrisa de soberbia, por encima del hombro, con prepotencia. Si había algo que bajaba el ánimo a Jungkook, era Jimin, su indiscutible enemigo desde siempre.

—Vaya, mira a quien tenemos aquí, mi desecho favorito. Joder, a ver si miras por donde vas —dijo Jimin con su sonrisa más perversa.

—Siempre me parto contigo Park, pero deja de intentar llamar mi atención y si estás solo pon un anuncio en el tablón... Puede que te salga un amigo — respondió Jungkook imitando la misma sonrisa.

—¿Cómo has pasado el verano, piojo? ¿Me has echado de menos? —continuó Jimin ignorando las palabras de Jungkook.

—Tanto como a un grano en el culo, pero gracias por tu interés —le respondió Jungkook igual de burlón.

La gente se paraba a mirar, todos sabían que la relación entre los dos titanes del instituto echaba chispas, pero ninguno era tan estúpido como para meterse y quemarse.

Sana localizó por fin a Jungkook, estaba con su hermano, discutiendo como siempre, nunca sabía de qué lado ponerse cuando se peleaban, que era casi todas las veces que coincidían. Estaba guapísimo, con ese look dejado que llevaba siempre. Era increíble lo diferentes y parecidos que eran al mismo tiempo Jungkook y su hermano. Los dos eran de la misma estatura, delgados pero de constitución fuerte, sin embargo uno tenía el pelo dorado bien arreglado, zapatillas John Smith, vaqueros nuevos y chaquetas de beisbol o fútbol americano, y el otro tenía el pelo castaño, con unas converses desgastadas, vaqueros rotos y una chaqueta de cuero. Aparecieron los amigos de Jimin para cubrirle y apoyarle en su intento de intimidación. Sana no podía permitir que le hicieran nada a Jungkook. Fue deprisa hacia donde se encontraban los dos, pero antes de llegar sonó el timbre para anunciar que empezaban las clases. Los dos se quedaron mirándose fijamente en un duelo interno, hasta que con el bullicio perdieron la vista el uno del otro y entraron en clase. Para mala suerte de los dos, ese año, como todos los demás, coincidieron en la misma clase. Se sentaban cada uno en un extremo, rodeados de sus amigos. Jimin se sentaba con Zack, ya que Vince prefería estar solo. Jungkook tuvo menos suerte, no le tocó con ninguno de sus amigos, pero no carecía de recursos. Caminó hasta el final del aula y se paró frente a una chica de pelo castaño rojizo.

—¿Puedo sentarme contigo? —preguntó con una sonrisa encantadora.

La chica alzó la vista y sonrió al instante.

—Pensé que te tomarías el resto del día libre —dijo haciéndole un gesto para que se sentara.

—No soy tan irresponsable como crees —contestó Jungkook sentándose.

—Sí que lo eres —dijo ella enarcando una ceja—. Ya veo que te has vuelto a pelear con Park... Sigo sin entender porque te empeñas en llevarte mal con él. Acabarás mal, Jungkook.

—Por lo mismo que tú te empeñas en llevarte mal con Naeun y las demás sujeta-pompones. Porque son unos cabezas huecas —dijo con tono elocuente.

Ella sonrió apartando la mirada y aceptando su explicación. Joy, la chica más guapa de todo el instituto era su mejor amiga desde el colegio, no era la típica niña pija que lloraba si la tirabas del pelo, nada de eso, si la hacías algo te la devolvía con creces. Era sexy e inteligente, por ello era la más deseada. No le valía cualquiera, ella no presumía de todos los hombres que se había tirado, sino de todos los hombres que no la habían tocado. Jungkook y ella eran diferentes y ellos lo sabían. Dos almas libres que no aceptaban órdenes de nadie. Jungkook no se dejaba avasallar por Jimin y sus amigos, y Joy nunca necesito ir detrás de ninguna animadora. A los quince años, estaban solos en casa de Joy viendo una película, rieron, bebieron y terminaron en la cama. Fue la primera vez para ambos. Desde entonces siempre que necesitaban saciarse acudían el uno al otro. Sin embargo, sus amigos nunca se fiaron de ella, en ocasiones se volvía algo celosa y posesiva con él, Jungkook se lo permitía porque no le importaba. Y a pesar de ser con la mujer que más a gusto estaba, no sentía nada más que amistad por ella. Nunca había encontrado ninguna que le completara, aunque su relación con las mujeres no le preocupaba demasiado, ya llegaría la adecuada.

Cuando finalmente su profesora de Literatura entró en la clase, Jimin tomó asiento junto a Zack, que no paraba de hablar y reírse, a Jimin le dieron ganas de meterle una de sus zapatillas en la boca, no decía nada más que estupideces. Vince, que estaba sentado detrás de él, se inclinó para hablarle al oído.

— ¿Tienes la casa libre esta noche al final? —preguntó Vince entre susurros. 

—Ya te dije que sí —le espetó Jimin.

—Entonces, ¿esta noche tenemos fiesta? —preguntó Zack demasiado alto y con voz de idiota, haciendo que la profesora, les lanzara una mirada para que callaran.

—Si no cierras esa bocaza tú no tendrás nada —le dijo Jimin con brusquedad cuando la maestra apartó la mirada.

Vince se volvió a acercar a él.

— ¿Quieres que invitemos a todo el mundo? —preguntó Vince.

—Menos a los perdedores —intervino de nuevo Zack.

Jimin le dirigió una mirada gélida.

—Ya sabes a quien no tienes que invitar —contestó ignorando a Zack y echando un vistazo a su derecha.

Jeon Jungkook hablaba en susurros con su queridísima amiga Joy.

—Lo sé, ni Jeon ni ninguno de esos Wastes —contestó Vince con una mueca malvada pillando el mensaje.

Jimin sonrió sin quitar la vista de Jeon, le detestaba, conseguía lo que quería simplemente siendo encantador. Ponía esa cara de cachorro o aquella sonrisa socarrona y ya tenía el mundo a sus pies. ¿Quién no detestaría a alguien como él? De pronto se dio cuenta de que todos le miraban, la profesora tenía su vista clava en él. Le habían preguntado algo, y él embobado pensando en el estúpido Jeon Jungkook.

—Emmm, disculpe. ¿Qué decía? —dijo Jimin con la mayor naturalidad que pudo mostrar.

Toda la clase rio por lo bajo, incluido obviamente Jeon.

—Decía que, si aún no se ha acostumbrado a la rutina de estar atento en clase, será mejor que vuelva más tarde —respondió la profesora.

— ¿Solo por estar un poc...? —dijo Jimin indignado.

—Lleva hablando toda la clase, señor Park. Hágame el favor de salir de clase — repuso la mujer zanjando el tema.

Jimin iba a volver a hablar para defenderse, cuando fue interrumpido por un grito del otro extremo de la clase.

— ¡Que te vayas, Piolín! —gritó Jungkook.

Todos rieron a carcajadas, unas más disimuladas que otras. Jimin se levantó y se marchó dando un portazo, no sin antes lanzar una mirada de amenaza directamente a Jungkook, éste lo único que hizo fue sonreír. Piolín, se repetía en la cabeza Jimin una vez fuera.

¿Qué clase de mote es Piolín?, se preguntaba. Le había dejado en ridículo delante de toda la clase, el muy capullo. No podía permitir tal cosa, esa noche le dejaría fuera a él y a toda su panda de deshechos. 

enemies to lovers [Jm + Jk] EDITANDO...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora