XXI

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—Luis... no te sientas mal.

—¡Te lastimé, Valeria! Te agredí, te forcé, te hablé de una manera tan despreciativa, que no entiendo el porque sigues aquí a mi lado.

—Porque te quiero, Luis.

Le abrazó sollozando, luego le dijo:

—Perdón por ser un idiota, tú no mereces todo esto.

—Ni siquiera sé lo que merezco —dijo tristemente sonriendo.

Colocó sus manos detrás de sus piernas para cargarla y llevarla a su cuarto, después la acostó sobre su cama.

—¿Qué intentas hacer?

—Dijiste que tenías una crema en tu maleta —dijo mientras la sacaba de ella.

Sin decir nada, él había alzado un poco su vestido para aplicarle crema.

—Aunque creo que es una perdida de tiempo, siempre me la pongo y no ha funcionado.

Él se colocó en medio de sus piernas para poder hacerlo mejor.

—Luis... —su queja casi se había escuchado como un gemido—. Aprieta más mientras la aplicas, así lo hago yo.

Hizo lo que le dijo, después de terminar, se acostó a su lado.

☁︎☁︎☁︎

—Vale... —dijo Luis saliendo del baño ya cambiado, se estaba secando el cabello con una toalla—. Yo...

—¿De nuevo te disculparás?

—¿Está mal? —dijo con preocupación.

—No... no lo sé, ya no quiero hablar sobre eso.

Justo en ese momento había sonado su celular: era Sebastián.

—¿Hola?

—Muchas gracias por llamarme para saber si estaba bien —dijo con sarcasmo.

—Ay, lo siento...

—No estoy molesto, solo no sé que le pasa.

—¿De qué hablas?

—Anda muy extraña desde hace tiempo, no había dicho nada porque pensé que era momentáneo.

Lo había escuchado molesto, o algo parecido.

—Sí te quiero, Sebas —al decirlo, había sonado tan triste.

—¿Por qué aveces siento que no es así? Intenté no decir nada, pero... me duele.

—No, yo... lo siento, yo... yo nunca tuve novio antes, yo... perdón... Soy tan idiota.

Rápidamente Sebastián se había arrepentido, sintió un crujir en su corazón cuando escuchó la consternación de Valeria por su culpa.

—No, el idiota soy yo.

—No, Sebastián, lo siento, lo siento tanto, yo no quería hacerte sentir mal —se le había quebrado la voz.

—Valeria... no llore, está bien, lo entiendo.

Pero ella ya estaba llorando.

—Valery... no estoy molesto, no quería hacerla sentir mal.

Volteó a ver a Luis por inercia. —¿Qué pasó? —había dicho él apenas susurrando, estaba confundido.

—Sebas... yo también te amo, perdón si nunca lo demuestro.

Las fracciones de Luis se habían caído.

Arrebol del Atardecer #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora