1. Tutor por sorpresa

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Instituto Asahiyama, situado en Tokai, Prefectura de Aichi, Japón. Un día como tantos otros. Era la hora de la comida. Numerosos alumnos se hallaban en el comedor escolar, disfrutando despreocupadamente de su almuerzo antes de reanudar las clases por la tarde. Un joven se hallaba en ese momento pidiendo en la barra.

–Menú de yakiniku. Sin el yakiniku –especificó.

Fuutaro Uesugi. 16 años. Tenía el pelo negro y corto, con dos característicos mechones apuntando hacia arriba, y los ojos azules. Su cara tenía una constante expresión de seriedad. Su uniforme escolar consistía en una camisa blanca de manga corta y unos pantalones azul oscuro. Zapatos blancos con la suela y puntera color azul claro completaban su atuendo. Su rasgo más peculiar era que tenía seis dedos en cada mano.

–Aquí tienes –le dijo una de las cocineras, entregándole lo que había pedido, tras lo cual él procedió a abonar el importe.

Otros estudiantes, haciendo cola tras él, hablaban.

–¿De qué va este? –preguntó uno, dado lo inusual de su petición.

Fuutaro no les hizo caso. En su lugar se maravillaba por su ingenio. La gente solía pensar que lo más barato del menú escolar era el arroz (200 yenes), pero él sabía que no era así. Si pedía el menú de yakiniku (400 yenes), sin el yakiniku (200 yenes), podía conseguir el arroz, además de sopa de miso y pimientos encurtidos, todo por el mismo precio. Y además, la máquina de agua que había en el comedor hacía que uno pudiese beber toda la que quisiera, sin pagar.

Tomó un vaso de plástico y lo llenó hasta arriba, dispuesto a beberlo con una actitud triunfante, mientras pensaba para sí que el comedor escolar era lo mejor.

–¡Eh, ve más deprisa! –gritó una voz a sus espaldas.

Otro de los estudiantes le dio un empujón, lo que provocó que la mitad del contenido del vaso de agua se le derramara por la cara.

–¡Oh, lo siento! –se excusó el otro estudiante, apenas volviéndose.

Fuutaro ni siquiera le miró a la cara. Malhumorado, llenó de nuevo el vaso de agua, y siguió su camino abriéndose paso entre las hileras de estudiantes sentados en mesas del comedor. Cabizbajo, reconoció que el comedor escolar era lo peor.

Mientras caminaba sujetando la bandeja, escuchó de pasada las conversaciones de otros estudiantes.

–Mira, Uesugi-kun está solo de nuevo –dijo un chico, burlándose.

–Penoso –se burló una chica.

Fuutaro siguió sin hacerles caso. Era habitual que la demás gente hablara de él a sus espaldas, ya que siempre estaba solo. Pese a que muchos lo considerarían algo negativo, a él le parecía maravilloso el no necesitar a nadie. En su opinión era un gran privilegio. Con una sonrisa, pensó que esa gente no pintaba nada en su vida, así que no le importaban sus comentarios.

Dirigió sus pasos hacia "su" sitio, una pequeña mesa cuadrada con dos sillas donde siempre se sentaba para disfrutar de aquel breve almuerzo sin que nadie le molestara. Fuutaro siguió pensando que todo iba a estar bien.

Puso su bandeja sobre la mesa, cuando sucedió algo inusual. Alguien más había colocado una bandeja en lo alto de la mesa, haciendo que ambas chocaran.

Fuutaro se desconcertó. Los demás alumnos solían respetar que aquel fuera su sitio. ¿Quién se había atrevido a invadir sus dominios? Dirigió rápidamente una mirada hacia el dueño de la bandeja.

 ¿Quién se había atrevido a invadir sus dominios? Dirigió rápidamente una mirada hacia el dueño de la bandeja

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Las Sextillizas (Roku-Tōbun no Hanayome)Where stories live. Discover now