𝐒𝐚𝐭𝐮𝐫𝐧𝐨

1.5K 250 117
                                    

✧・゚: *✧・゚:*  🐧  *:・゚✧*:・゚✧

Había tenido tantos momentos felices que olvidó por completo sus inseguridades, la calidez de los brazos que siempre lo rodeaban cuando su llanto parecía imparable, se sentían tan ausentes.

Fue como un dèjá-vu, ante él su esposo no decía nada, parecía que su mirada estaba perdida entre la nada.

— Perdón, solo perdóname Memo. — Solloza sintiendo que el aire no llegaba a sus pulmones.

Aún el silencio lo atormenta.

El huracán golpea tierra cuando siente que ya no puede más, el llanto qué desbordada de sus ojos no parece cesar, quiere desaparecer en ese mismo lugar, despertar y darse cuenta que no está reviviendo lo que en algún tiempo fueron sus recuerdos en Rosario.

Ya no es tan joven como lo fue alguna vez, no puede solo dejarse caer porque aún debe sostener el mundo de sus hijos.

Con miedo se aleja del cuerpo de Memo, temiendo la humillación. Si él lo rechazaba, no podría ser fuerte. Le había entregado a este hombre todo su cuerpo, desde sus secretos hasta sus más profundos deseos.

— Si quieres irte, puedes hacerlo. — Su alma arde ante esa frase, implorando que no cruce aquella puerta.

Cierra sus ojos esperando lo inevitable, escuchar el azote de aquella puerta derrumbaría su mundo por completo.

— Un bebé. — La sonrisa de Guillermo se posó con tranquilidad en sus labios, sus ojos también han sido víctimas de las lágrimas. — Estás esperando un hijo mío. —

Guillermo junta sus labios en un beso cargado de tantas emociones que ambos han ocultado en aquel corto tiempo, no puede evitar alzar un poco el cuerpo de Lionel.

— Por favor nunca vuelvas a decir eso, amor. Nunca pienses que es tu culpa, tal vez no fue un bebé planeado pero es uno que siempre desearé cuidar. —  Murmuró suavemente, tranquilizando el ritmo acelerado del corazón de su amado.

—¿No vas a dejarme? — Aún cuando su corazón está en calma, hay cicatrices en el alma que no sanan por completo.

— Olvida todo el miedo que hay en ti, todo lo que te atormenta ya pasó. — Su tono de voz era ligero, como si entre cada palabra que escapara de sus belfos pudiera encontrar la paz que tanto añoraba.

— Carlos va a ser un niño muy amado. — Fue más un susurro para él mismo.

—¿Puedo? —

Las manos de Memo se acercaron hasta su vientre, en un murmullo soltó un "Sí". Sintió los dedos ajenos deshacerse de los botones de la camisa de seda que cubría su vientre, dejándolo expuesto.

El más alto se agachó hasta quedar frente al vientre que aún se notaba delgado, aquella tonta sonrisa seguía en sus labios.

— Mi amor, sé que todavía eres muy chiquito y que probablemente no puedas escucharme pero yo soy tu papá. Contaré los meses con ansias para poder tenerte entre mis brazos. —

Cuando Lionel escucha aquellas palabras sabe que está a salvo. Se siente como un tonto al dudar del hombre tan maravilloso que tiene por esposo.

— Voy a poder estar contigo desde el comienzo, podré cumplir todos tus caprichos. — Su voz está cargada de ilusión al imaginar poder ver cada etapa en el cuerpo de Lionel.

— Desde el comienzo hasta el fin, Guille. —

Ambos se pierden en su propio mundo, entre las risas del más alto y los malos chistes sobre ovejas que menciona Messi.

𝐇𝐈𝐉𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙Ó𝐍 [𝙼𝙴𝚂𝚂𝙸𝙲𝙷𝙾𝙰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora