𝐌𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

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Cuatro, cinco, llega el comienzo del sexto mes. Nadie nace sabiendo ser padre, algunas veces llora en secreto, dudoso de si realmente lo está haciendo bien. Ya es una rutina mañanera levantarse y preparar todo para Memo y su hijo, había dejado su trabajo para poder dedicar todo su tiempo a su hogar.

Escucha las risas de su hijo desde la sala, gira un poco su cabeza para encontrarse a Julián siendo alzado por Guillermo. No puede evitar mirarlos con ternura, aún faltaba dos horas para que Memo tuviera que irse al trabajo pero él solo se levanta temprano para poder pasar tiempo con el pequeño.

Guillermo deja al pequeño en su corral, acercándose por detrás cruzando sus brazos por la cintura del más bajo.

— Te ves tan bonito hoy. — Susurra Memo cerca de su oído.

— ¿Solo hoy? — Pregunta con una risa juguetona en sus labios.

— Eres un presumido, no hay día que no despierte en las mañanas y quede embobado con tu cara. —

Memo gira el cuerpo de Lionel, recargándolo sobre la barra de la cocina. Atrapando el cuerpo ajeno con el suyo, sus respiraciones chocaban de repente sintiendo una corriente eléctrica recorrer su espina dorsal.

Ambos querían dejar de pretender que no deseaban más del otro, aquel primer beso no se había vuelto a repetir. Sabían todos los secretos que escondían su corazón, era difícil de esconder todo lo que sus miradas reflejaban.

Los ojos nunca mienten.

El amor es el lugar donde ambos se esconden, con inseguridades y temores que se aferran a sus corazones. No deseaba solo sentir la mirada de Guillermo sobre él, anhelaba poder sentir más de lo que ese hombre puede ofrecerle.

Tal vez solo deseaba ser suyo, lo supo desde su primera cita. La mirada de Guillermo no ha abandonado su mente desde aquel día.

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Fue en una tarde de primavera, Guillermo se detuvo en un puesto que estaba en la esquina, comprando un ramo de lo Lionel había llamado "nubecitas".

Con ilusión miraba el ramo de aquellas pequeñas florecitas blancas, esperaba no verse como un desesperado pero realmente deseaba tener un detalle lindo con aquel joven que anhelaba cortejar.

Recordó que Lionel le había pedido el favor a Antonella de cuidar a Julián en lo que ambos se encontraban en un parque que estaba cerca del centro de Rosario.

Su mirada pronto lo encontró entre el bullicio de las personas, sus cabellos lacios rebeldes moviéndose junto con la briza, sus ojos brillando por el leve reflejo del sol sobre ellos.

Era realmente precioso.

Con algo de vergüenza se acercó a él, ocultando el ramo detrás de su espalda con la esperanza de que pasara al menos un poco desapercibido.

— Hola.

Lionel alzó su mirada al escuchar la voz del mexicano frente a él.

— Hola Guille.

Definitivamente estaba perdido en los ojos de aquel argentino.

— Te traje un pequeño detalle.

Guillermo sacó el ramo que ocultaba tras su espalda, extendiendo el detalle hacia las manos del joven.

Lionel sintió sus mejillas arder, no esperaba un detalle de ese estilo. Su corazón tardó un poco en asimilarlo, era la primera vez que alguien le daba flores.

𝐇𝐈𝐉𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙Ó𝐍 [𝙼𝙴𝚂𝚂𝙸𝙲𝙷𝙾𝙰]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن