Se encogió de hombros. No me gustaba el rumbo de este conflicto. Podía darle todo, excepto a mí misma.

-De saberlo te lo diría, se negó a decirlo. Se puso un poco extraña.

Sentí una comezón en mi cuello por lo cual me acaricié la zona. Mierda, esto solo había pasado una vez y acabó mal.

-¿Recuerdas a la hija de Finlandia?

Dinah asintió, era más que obvio que la recordará.

-Ella también me quería para sí misma. Te juré que yo me había cuidado con ella, pero algo pasó. Estoy segura que ella manipuló todo para lograr quedar embarazada de mi primogénito. No quiero que vuelva a pasar con esta desqu... Con Camila.

-No creo que sea capaz, Lau. No la conocemos mucho, pero parece una buena chica. La hija del general jamás pareció y te lo advertí.

Hice mala cara y asentí. Tenía razón, pero no quería confiar con facilidad.

-Si tan solo la hubieras conocido en la cama...

-Mi única regla siempre ha sido que jamás me digas tus experiencias sexuales, Lauren.

Se recuesta en la reposadera con los brazos cruzados negándose a escucharme. Sonreí.

-Como si no hubieras recorrido a mí para acostarte con Normani.

-¡Eso fue otro caso!

-Aún así tuve que ayudarte gracias a mi experiencia.

Resopla y sacude su cabeza varias veces.

-¿Aceptarás a Camila?

-Debo hablar con ella primero. Quiero saber para qué me quiere.

-¿Para qué más?

Se burla. Miro la piscina frente a mí.

-Ese día, me beso. Por eso ella estaba en el baño, estaba avergonzada.

-¡¿Qué?! ¿Y no pensabas decirme?

Me encogí de hombros.

-Pensé que no fuera relevante.

-¿Quién inició?

-Ella. Ni siquiera le toque, ella llevó el control de todo.

-¿Tú siendo sumisa?- fingió una risa sarcástica -¡Ja! Casi rió.

-Es verdad. Cuando quise hacerlo, me lo negó. Poco después te escuchamos.

-Todo cobra sentido. Por eso ella estuvo extraña durante toda la noche y tú desapareciste.

-Desaparecí porque quise.

-Ajá.

Tenía una sonrisa cómplice en su rostro. Giré mis ojos y la ignoré. Esa desquiciada no lograría nada con su jueguito. Solo me dejaba en claro que era muy extraña. Eso es por haber crecido en el bajo mundo.

-Bien, es momento de que subamos.

Me puse de pies y Dinah poco después lo hizo. Ambas subimos al ascensor y tocó el botón de su nivel. Luego, ambas entramos a su habitación y allí se encontraba la desquiciada mirando algo en la pantalla plana.

-Regresamos, Mila.

Dinah nos hizo presente. La desquiciada rápidamente se acomodó sobre el sofá y plantó su mirada en mí. Su mirada me recorrió entera y eso me incómodo. ¡Yo era quién hacía eso, no ellas!

Caminé bajo su mirada hasta el sofá más cercano donde dejé todas mis pocas pertenencias. Dinah se puso a mi lado y dio golpecitos leves a mi hombro, le miré esperando que no se fuera.

MonógamaWhere stories live. Discover now